La difícil tarea de dar por muertos a los periódicos de papel

La historia la escriben los vencedores. La historia se escribe. Y se escribe en papel. Sin él, el pasado se volvía borroso pasando de boca en boca. Sin él, las palabras daban vueltas en nuestra cabeza sin principio ni final. Así era, hasta que llegaron los unos y los ceros a cargarse un reinado de 2.000 años de antigüedad.

Durante todo este tiempo, las historias se han ido acumulando. Primero, escritas a mano y almacenadas en los conventos. Después de Gutenberg, impresas, fueron llenando las estanterías de los hogares del mundo.

De la imprenta nace también la prensa y, con ella, la revolución de los medios de comunicación. Desde el amor, el odio o la indiferencia, pocos pueden negar el papel de la prensa escrita en los últimos 150 años de historia. Y, aun así, aquí estamos, sentados observando impasibles cómo los periódicos impresos desaparecen para siempre… ¿o no?

Quién se fía de los números

Hubo un tiempo no muy lejano en que el olor a tinta por la mañana competía con el del café, en el que los trabajadores volvían del descanso con los dedos manchados de actualidad y los espías más escurridizos se escondían detrás de un periódico formato sábana. Pero, en el mundo digital, cada vez quedan menos escondites para agentes especiales.

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La prensa en papel se ha dado por muerta muchas veces. Cual profecía de Nostradamus, se dijo que desaparecería en 2012, 2015 y 2017. Hace ya unos años que los gurús prefirieron dejar de meter la pata, porque la prensa en papel sigue existiendo.

Los datos, sin embargo, no dejan lugar a dudas: el periódico en papel está en horas bajas. Será dentro de 10, 30 o 50 años, pero ya casi nadie duda de que desaparecerá, al menos como gran medio de comunicación. Aunque la tendencia empezó algo antes en Estados Unidos, el punto clave en España parece situarse entre 2007 y 2008. Desde entonces, la tirada total de los periódicos españoles se ha reducido a la mitad.

Casi 50 cabeceras han cerrado desde 2010. Y 2.600 periodistas que trabajaban en medios impresos se han quedado en la calle en España. En 2016, toda una institución como The Independent paró las rotativas para siempre y El País ya ha dejado entrever que no tardará mucho en hacerlo.

Sin embargo, ni el papel está muerto, ni mucho menos el periodismo. Aunque puede que cada uno tenga que seguir caminos muy distintos en el futuro.

El futuro de la prensa, ¿en su pasado?

Internet y la digitalización cogieron a muchos por sorpresa. Llevaba años gestándose, pero el boom de lo online a finales de los 90 dejó a la industria mediática noqueada. Los periódicos de papel decidieron enfrentarse al mundo en línea, pero, ¿se equivocaron en su estrategia?

Ya fuese por poco agresivos, por conservadores o por demasiado innovadores, parece que la prensa escrita metió la pata con su estrategia digital. Un estudio publicado este verano en Journalism Practice señala que los 51 principales periódicos de Estados Unidos no han aumentado el número de lectores online desde 2007. A pesar de que siguen siendo la principal fuente de producción de información.

Es cierto que el mundo no es Estados Unidos, pero el paper firmado por Hsiang Iris Chyi y Ori Tenenboim, de la Universidad de Texas, es revelador. Las ediciones online no solo no suman lectores, sino que llegan, aproximadamente, a un tercio de los lectores de los que son alcanzados por las ediciones en papel. Y, al mismo tiempo, la gente sigue abandonando la prensa impresa. Menudo absurdo. ¿Adónde se han ido, pues, los lectores?

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Chyi y Tenenboim señalan el “culpable”: los agregadores de noticias. El consumo de noticias rápidas y cortas, de titulares fuertes, sensacionalistas o de escasas emociones, ha migrado a webs como Yahoo Noticias, MSN o Google Noticias. Aunque los escriba el periódico, los lectores los consultan a través de otras páginas.

“Los periódicos tenían un negocio similar a un buen asador. Después llegó McDonald’s y empezó a vender hamburguesas baratas y el periódico pensó ‘vamos a competir contra eso’ y empezó a hacer hamburguesas, aunque no tenía ni idea de cómo hacerlo. En realidad, tenía que haberse centrado en mejorar el asador”. Lúcidas palabras de Hsiang Iris Chyi en una entrevista con el periodista norteamericano Jack Shaffer.

De vuelta a los fogones

La idea no es nueva. Lleva tiempo planeando sobre el periodismo. Los nostálgicos la repiten una y otra vez, sentados detrás de sus pantallas de ordenador mientras no dejan de producir información como quien hace palomitas. “Salgamos a la calle”. “Escuchemos a la gente”. “Hagamos reportajes en profundidad”. “Escribamos algo diferente”. Pero cuando se quiere competir con Twitter, no hay suficiente tiempo para la calle ni caracteres que alcancen para la reflexión.

Pocos han probado a dejar las hamburguesas. Y los que lo han hecho, lo hacen con timidez. El Washington Post bajo la batuta de Jeff Bezos (fundador y director de Amazon) publica al día unos 500 artículos de autor, firmados por sus mejores periodistas. En 2015, cerró el año con más lectores que su gran rival, el New York Times, por primera vez en su historia. ¿Hay luz al final del túnel?

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El futuro de la prensa escrita podría estar, entonces, en una vuelta a sus raíces. El formato, pantalla o tinta, papel o caracteres, parece lo de menos.

A estas raíces intentan volver algunos de los diarios digitales que han surgido en España a la sombra de unas imprentas en horas bajas. Empresas como El Confidencial o Eldiario.es no dejan de crecer y facturan, en algunos casos, más que los periódicos tradicionales.

De hecho, según el último informe sobre el mercado de la publicidad, los anunciantes han pagado casi tanto para exhibirse en formatos digitales como impresos en lo que va de año. En 2006, la prensa en papel facturó 1.800 millones de euros en publicidad. En 2016, se espera que cierre el año con 560 millones. Parecido a lo que ingresarán los diarios online, que hace 10 años eran prácticamente inexistentes.

Demasiados frentes abiertos

El papel tiene bastante con lo suyo como para preocuparse de salvar el periodismo. Quién se lo iba a decir cuando nació en el seno de una buena familia china hace ya un par de milenios. Y es que no solo la prensa parece renegar de este soporte.

Tomemos el caso del dinero. En Dinamarca, por ejemplo, el Banco Central ya no imprime ni monedas ni billetes y los negocios se pueden negar a vender si se quiere pagar en efectivo. Aunque la medida tiene muchos detractores, parece que bancos e instituciones intentarán que la moneda física desaparezca de nuestras vidas en un futuro próximo.

En la era de las aplicaciones móviles y las múltiples pantallas, cada vez se imprime menos. Los billetes de tren están en el móvil, los estudiantes guardan sus trabajos en la nube y hasta la burocracia, dedicada amante de este material, reniega de él en favor de formatos digitales.

Mientras cae el consumo de papel y (algunos) bosques se recuperan, la industria de la celulosa busca soluciones para su futuro. Y entre las muchas ideas y proyectos que van surgiendo, una nos sirve para cerrar el círculo: papel inteligente para periódicos electrónicos.

Por qué no volver a imprimir periódicos en papel y tinta electrónicos. Recuperar el valor, la presencia y la solera del soporte tradicional con todo lo bueno de una pantalla. Puede parecer ciencia ficción, pero son sueños en los que alguien ya está trabajando. Los sueños de un papel que se niega a que siga la fiesta mientras se queda encerrado en el cuarto de baño.

Imágenes | iStock

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