Tras más de veinte años realizando exposiciones temporales, la Fundación Mapfre ha creado el nuevo Espacio Miró, una colección permanente que reúne más de 60 obras del genial pintor catalán. Este nuevo espacio permite adentrarse en el universo artístico de Miró, descubrir la plasmación del color puro, hallar la lógica del símbolo y calibrar la difícil armonía entre lo constante y lo etéreo en la obra de este artista. Joan Miró, que influyó poderosamente en el trabajo de los pintores americanos clave de mediados de siglo, fue un creador, un mago y un genio del arte contemporáneo. Además, la muestra cuenta con cuatro esculturas y un óleo de Alexander Calder (obsequios de éste al propio Miró) con el que el pintor catalán mantuvo una gran amistad y una especial proximidad artística.
contra el conservadurismo y por el cambio social
En sus más de seis décadas de trabajo incesante, y consagrado ya como maestro del arte del siglo XX, Miró siempre mantuvo su espíritu innovador y se resistió a vivir de los logros del pasado. Para él su trabajo era la herramienta perfecta para cargar contra el conservadurismo y alcanzar el cambio social. En su ánimo tuvo presente la idea de un arte para uso y disfrute del pueblo, de ahí la producción de murales, cerámicas y esculturas para espacios públicos. Las obras del artista exhalan distintas influencias, como son el esquematismo primitivo y la tradición popular, pero también provienen de otros campos tan distintos como la caligrafía asiática o el grafiti urbano.
Aunque en su mayoría se trata de obras de las últimas décadas, podemos encontrar pinturas de diferentes períodos. De esta manera se puede ver cómo Miró retoma continuamente los mismos temas, reinventándolos y dándoles una nueva vitalidad. La colección nos permite ver a un Miró entusiasta, divertido y hasta feliz en la plenitud de su oficio y la libertad de su lenguaje que reflexiona sobre su propia pintura, el arte y el devenir del tiempo.
Cuatro Claves del nuevo espacio miró
Signos visuales. A mediados de la década de los veinte, Miró elaboró un vocabulario plástico innovador, relacionado con la vanguardia surrealista, que siguió desarrollando a lo largo de su vida. El artista creó un universo onírico de figuras irreales, representados con pigmentos intensos, de gruesos contornos negros y hábiles espacios ausentes.
Decisivo en la pintura americana del siglo XX. En el año 1941 se realizó la primera retrospectiva del artista en el Museum of Modern Art de Nueva York y obtuvo un gran éxito de crítica. Con este acontecimiento se consolidó como maestro de la pintura moderna y su obra comenzó a influir en una generación de artistas tan relevantes como Rothko, Pollock, Gorky o Motherwell.
Asesinar la pintura. Es el famoso mensaje que lanzó en 1927. Su discurso testimoniaba la necesidad de quebrantar las técnicas pictóricas tradicionales. Esta idea se trasladó a sus composiciones artísticas con el uso de materiales nuevos: tela, corcho, metal, fibras, cortezas, etc. Muchos de estos elementos eran encontrados por el artista en sus largos paseos por el campo.
Alexander Calder. Al igual que Miró, el artista americano encontró interés en la abstracción y colaboraron juntos. Uno de los logros más plausibles fue dibujar en el espacio tridimensional con elementos móviles, que parecen danzar en el aire. En 1936, el New York World Telegram publicó: los móviles de Calder son como abstracciones vivientes de Miró.
Recorrido por la colección
Miró/Calder
Joan Miró y el escultor estadounidense Alexander Calder se conocieron en París en diciembre de 1928. A partir de entonces iniciaron una amistad que les uniría de por vida, hasta el punto de que las esculturas de uno, que parece escribir en el espacio, se llegaron a identificar con las formas bidimensionales del otro, en 1936 una famosa publicación señalara: “los Móviles de Calder son como Abstracciones Vivientes de Miró” A partir de 1930 Calder realizó retratos en alambre de gran parte de sus amigos. Este conjunto de obras que mostramos son regalos con los que el propio Calder obsequió a Miró.
El signo y el gesto
Las Constelaciones de Miró inauguraron un nuevo modo de disponer en la superficie del cuadro toda una serie de formas que, interconectadas entre sí, ejercerían una notable influencia en la obra de gran parte de los expresionistas abstractos norteamericanos como Jackson Pollock o Mark Rothko. Influencia recíproca que se aprecia en la gestualidad que puebla las obras de gran formato del artista catalán, tal y como vemos en Mujer española, 1972. Además, el uso de distintos materiales como la arpillera o los lienzos rasgados nos devuelven al ambiente del informalismo que por estos años se estaba desarrollando en Europa y nos muestra a un Miró siempre atento a lo que ocurría a su alrededor.
Mujeres, pájaros y estrellas
Con los años, el vocabulario de signos visuales que el artista inicia en 1924 sufre numerosas revisiones, cambios y transformaciones, pero manteniendo siempre la misma identidad e intensidad poética. Los motivos no son nuevos – mujeres-pájaros-estrellas-, pero el pintor les concede una nueva vida y los utiliza casi como pretexto para el estudio sobre la propia pintura y la gestualidad: el negro y el trazo duro y agresivo se alterna con arabescos y formas curvas “manchadas” por las gotas que deja el acrílico sobre la tela, casi como si de un chorreo o dripping se tratara. Personaje y pájaros, 1969, nos muestra como el descubrimiento de la grafía oriental y el grafiti callejero se hace de nuevo presentes y une diferentes momentos de su trabajo al tiempo que le permite simplificar los motivos.
Las cabezas
A partir de los años sesenta, Miró comenzó a depurar los motivos de sus pinturas, en una suerte de despojamiento que dejaba la obra casi desnuda. Esto es lo que se plantea en las numerosas cabezas que se presentan en esta sala. Personnages es el término francés que mejor describe a los monstruos de Miró. Criaturas extrañas, a veces traviesas, otras líricas en las que adivinamos atributos humanos. Cabezas solitarias que surgen del lienzo y que en ocasiones nos miran inquisitivamente produciendo en el espectador una suerte de miedo mezclado con el humor que trasluce toda su obra.
Desafío a la pintura
El «desafío a la pintura» no es un tema nuevo para Miró. En esta última parte se recoge una serie de obras que se entienden mejor si recordamos la célebre frase según la cual el artista quería «asesinar la pintura». Este asesinato tiene un doble sentido. Por un lado, los materiales de deshecho, las tablillas, las resinas y los pegotes de pintura se convierten en protagonistas. Por otro, interviene sobre obras de pintores desconocidos: compra obras encontradas en mercados populares sobre las que pinta, con un resultado que es una mezcla de ambos artistas. En total Miró hizo diez obras de este tipo a lo largo de su carrera, de las que aquí se muestran cuatro como Personajes en un paisaje cerca del pueblo, 1965.