Llevamos 16 años de siglo XXI y desde que empezó el siglo hemos usado y aprendido a utilizar herramientas y utensilios tecnológicos que prácticamente han desaparecido o están a punto de desaparecer: Fax, VHS, BetaMax, CD interactivo, SMS, videotex, teletexto, cabina telefónica, casette, disquete y tantas cosas….
En cambio otros perviven y persisten en la mente de nuestros políticos como es el tan denostado y tan mal legislado como es el canon digital y que si no hay nadie que nos libre de él, el gobierno junto con las sociedades de gestión de los derechos de autor lo impondrá de forma arbitraria, indiscriminada y, como ya se falló en sede judicial en tiempos de Zapatero y recientemente de Rajoy, de forma injusta.
Novedosa, lo que se dice novedosa, no son la inteligencia artificial ni la llegada de los robots, al menos en la literatura de ciencia ficción, pero probablemente este año tendremos muchas noticias sobre la llegada de estos seres electrónicos ahora en ciernes y que para muchos ciudadanos y algunos gobiernos serán polémicos: para los primeros supone un serio temor porque posiblemente sean la causa de la pérdida de sus puestos de trabajo. Para los segundos encontrar soluciones prácticas a esta nueva distribución del empleo.
Y junto a estos seres impersonales, llega la denominada Internet de las Cosas, la que casi sin darnos cuenta estamos adoptando en nuestras vidas utilizando cada vez más aplicaciones automatizadas. Y con su uso masivo, deberemos internautas y empresas prestar más atención a la seguridad, a la ciberseguridad no solo de la Red, sino de todos aquellos dispositivos susceptibles de conectarse a ella. A finales del 2016 hemos vivido lo que numerosos expertos han coincidido en señalar como experimentos de ataques masivos desde las cosas conectadas a Internet para bloquear toda la Internet.
«Sin darnos cuenta estamos adoptando en nuestras vidas utilizando cada vez más aplicaciones automatizadas»
El pasado verano asistimos a la invasión en las calles de nuestras ciudades del fenómeno Pokemon Go, que nos señala muy gráficamente que en este año comenzarán a ser operativas aplicaciones que nos lleven a una realidad combinada, y nos empezará a costar trabajo diferenciar qué es realidad virtual y qué física. Grandes y potentes empresas tecnológicas, junto a modestos emprendedores están trabajando en ello y se espera un auténtico espectáculo competitivo de luz y color digital que seguramente nos sorprenderá a todos.
redes sociales y privacidad de los ciudadanos
Las redes sociales tendrán que seguir ganándose el favor de sus usuarios y sus libertades civiles y derechos fundamentales para no perder pie, frente al avance de sitios como Facebook, la líder de todas ellas. Y hacer frente a las campañas de criminalización que los medios de comunicación tradicionales, cada vez más alejados de sus antiguas audiencias, los gobiernos autoritarios y los tendentes a esas prácticas y ciertos sectores empresariales organizan contra estas redes y por ende, contra la credibilidad que suponen con su uso más de la mitad de la población mundial.
somos muchos los ciudadanos cada vez más preocupados por salvaguardar nuestra privacidad y el respeto a nuestras comunicaciones electrónicas
Es de esperar que tanto Apple como Samsung, uno por el excesivo precio de sus iPhone y otro por el castañazo que se ha pegado con los problemas habidos con los Galaxy Note, hayan tomado nota y aprendan a hacer móviles a unos precios razonables e innoven en pantallas más grandes, más flexibles, baterías más duraderas, ¡ah!… y cargadores universales.
Y termino por explicar el titular de este artículo y es que en este año la privacidad de los ciudadanos conectados será muy previsiblemente el tema del año por dos motivos: gobiernos y empresas compiten por acceder a nuestros datos personales, de navegación de usos y costumbres, unos por control las otras por dinero; y segundo y más importante, es que aunque un amplio número de ciudadanos creen que su privacidad es un caso perdido, no somos menos los ciudadanos cada vez más preocupados por salvaguardar nuestra privacidad y el respeto a que nuestras comunicaciones electrónicas no sean vulneradas.
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