Creo que no corresponde hablar aquí de tecnología más allá de lo imprescindible. La comunicación no puede ser un catálogo de herramientas más o menos modernas o sofisticadas. Ya lo siento, pero me parece que seducidos por el mundo Big Data o los medios sociales -y sus posibilidades, no lo discuto-, hemos perdido de vista la »estrella polar» de nuestro oficio: las personas.
Lo confieso: cuando acepté la invitación de Nobbot para escribir sobre tendencias de comunicación, y tras poner encima de la mesa todo aquello en lo que actualmente estamos trabajando en Estudio de Comunicación, sucumbí a la tentación de buscar en la red qué se dice, que cuentan los gurús de lo nuestro. Y sólo he visto análisis y enumeraciones de aspectos tecnológicos (el auge del vídeo, la prevalencia de determinadas redes sociales, la pujanza de esas plataformas que permiten emitir vídeo en directo…) o de técnicas aplicables a esas tecnologías que en el fondo no son más que una evolución natural de las que venimos utilizando desde siempre (contar historias, periodismo de marca, publicidad nativa…).
Es verdad: no lo vi todo (es imposible) y a lo mejor cometo la injusticia de generalizar con el »sólo he visto». Pero es que tras una decena de páginas visitadas me empezó a entrar angustia; nadie hablaba de personas, de las tendencias de comunicación fundamentadas en el principio básico de todo esto: pensar en quién debe recibir los mensajes, quién es y cómo piensa ese receptor.
Además, y no creo que sea casual, en lo que nuestros clientes nos piden últimamente hay coincidencias: los objetivos de las empresas son las personas o, también, la personalización.
la comunicación interna cobra importancia
Afortunadamente, la comunicación interna está ganando en importancia día a día y, como dice nuestro director del Área, Pablo Gonzalo, ya estamos comprendiendo que »los públicos internos no pueden ser champiñones que se mantienen en la oscuridad justo hasta el momento en que se les corta».
En un periodo tan competitivo donde la opinión de cada cual puede ser amplificada hasta el infinito por los medios sociales y donde la capacidad de influencia de cada trabajador puede ser inmensa, la labor de la comunicación interna basada en personas va mucho más allá del canal de comunicación, el proceso de escucha e, incluso, de la planificación de acciones. Ya no se trata de fomentar valores, sino de impulsar comportamientos. Estamos hablando de lograr que la imagen proyectada de una organización se amplifique naturalmente, con todos los individuos que la componen actuando hacia el exterior con un mismo criterio, pero no de la misma manera, porque la reputación, que de ella hablamos, no se lleva bien con el mimetismo.
tendencias en comunicación externa
Los medios de comunicación han sido siempre el primer (y el último) recurso para llegar al mayor número posible de públicos objetivo que, aunque anónimos, al menos nos permitían asegurar que el mensaje tenía una difusión lo suficientemente amplia. La revolución que está viviendo el sector nos ha hecho virar hacia las plataformas y medios sociales a la vez que no excluimos los medios convencionales. Bien.
Ese viraje nos ha llevado a una mayor personalización del receptor, cierto, y a buscar la desitermediación para lograr que los públicos reciban el mensaje directamente, sin nadie más de por medio. De ahí el constante incremento de los portales de periodismo de marca. Incluso ponemos en práctica sistemas y »cebos» de interacción para que los receptores muevan lo que nos interesa. Bien también. Hasta que nos damos cuenta de que los personajes digitales que nos leen, nos preguntan y nos contestan son eso: personajes, no personas. Son actores que juegan su rol. Y es cuando recordamos que las personas se mueven por emociones.
Lo siguiente es averiguar cómo podemos provocar esas emociones en los receptores de manera que les ayuden a interiorizar nuestro mensaje; y todo en un mundo hiper estimulado por multitud de fuentes de información, por pantallas de todo tipo que les (nos) sepultan en yottabites (una burrada de terabites, vaya). Hoy parece que lo más eficaz es el contacto directo de personas de la organización con personas receptoras. Hablamos de provocar esas emociones cara a cara, ni más ni menos, hablamos de actos públicos (eventos) imaginativos, creativos, basados en elementos fácilmente comprensibles que podamos asimilar a nuestro mensaje.
En Nobbot | 2017 será el año del periodismo frente a la posverdad