Hoy día es relativamente frecuente que se hable de los cobots en distintos medios de comunicación. La UE habló sobre los derechos de los robots en enero, se celebró la Global Robot Expo en febrero y las noticias sobre crecimiento del sector o programas de debate al respecto no han tardado en aparecer.
Pero robots hay muchos, y no todos sirven para cualquier tarea. Del mismo modo que los trabajadores se especializan para acceder a diversos puestos laborales, los robots se diseñan para satisfacer necesidades humanas. Los cobots se diseñan para satisfacer aquellas en las que el humano requiere ayuda laboral.
¿Qué es un cobot?
Es un robot de ayuda o asistencia. Con un cobot, los puestos laborales de los humanos cambian –eso será innegable– pero no desaparecen. Los cobots no sustituyen «x humanos por y robots», sino que son robots colaborativos (collaborative robot = cobot).
Cuando pensamos en los cobots, nos imaginamos grandes cadenas de montaje y reducción de puestos laborales especializados. Pero el objetivo del cobot no es desplazar al humano, sino complementarle, reforzando o ampliando las habilidades que ya tenía.
Por ejemplo, hace unos meses apareció Café X, el robot incrustado en una pecera de metacrilato que sirve 120 cafés a la hora. Sus inputs son agua y luz, de las tomas respectivas; mantenimiento, que dará trabajo a un humano; y carga de leche y café, que dará trabajo a otro humano.
Ahora bien, aunque siga aportando los dos trabajos de mantenimiento (limpieza incluida) y carga de materias primas, el objetivo del robot no es ayudar a un camarero, sino eliminarle de la ecuación. Esto no es un cobot.
Café X no es un cobot porque no colabora con un humano, lo desplaza. Fuente: Cafe X.
Pero un brazo robótico que ayude a servir los cafés en una barra puede ser un cobot si el trabajo del robot complementa el del humano; por ejemplo, cuando este no pueda estirar la mano más allá de cierta distancia para alcanzar objetos.
Cobots de montaña: nueva forma de salvar personas
Ahora damos un salto. De la ciudad, ambiente tradicional de los robots y cobots, a la montaña. Con su pasto, su hierba y sus excursionistas imprudentes. ¿Cuántas veces aparece en las noticias la necesidad de rescatar a personas en la montaña?
Es algo muy frecuente en los Alpes, así como en cualquier formación montañosa de importancia. Las personas acceden a la montaña durante el día y con buen tiempo, pero, con la caída de la noche (y de las temperaturas), muchos montañeros quedan desorientados. Incluso los más experimentados se pierden o sufren accidentes.
Pero el principio de prudencia no suele darse en la montaña por parte de aquellos que tienen menos experiencia en ella. Miles de veces al año, los equipos de personal de rescate se juegan la vida en la búsqueda y recuperación de estas personas en peligro.
Todavía a día de hoy, la posibilidad de sufrir un accidente por parte de este personal de rescate es elevada. De ahí que necesitemos a los robots colaborativos.
Un equipo de la Universidad de Bremen lleva años diseñando y testando robots para ayudar a estos equipos de rescate no solo a salir indemnes de situaciones peliagudas, sino a no tener que meterse nunca en ellas. Lo hace dentro del marco del proyecto SHERPA (Smart collaboration between Humans and ground-aErial Robots for imProving rescuing activities in Alpine environments).
Búsqueda de personas desaparecidas en montaña
Una de las tareas más frecuentes asignadas a equipos de rescate es la localización de desaparecidos. Personas que se sabe que fueron a la montaña y no volvieron, que se sospechan atrapadas o que incluso consiguieron enviar un SOS. Pero, ¿por dónde empezar a buscar?
Todos hemos visto los helicópteros de rescate, los ojos en el aire del personal cualificado de montaña. Pero de lo que muchos no son conscientes es del peligro que supone volar a baja altura con un helicóptero cerca de riscos, cañones y verticales. Las corrientes de aire son impredecibles, y pueden causar otro accidente durante el rescate.
Ni siquiera una vez localizadas las víctimas los helicópteros pueden acercarse fácilmente. Es aquí donde entran los modelos del UAVs del proyecto SHERPA Hawks y Wasp.
Modelo SHERPA wasp (avispa). A la izquierda en el Paso Stelvio (Italia) en 2013. A la derecha en el Paso Pordio (Italia) en 2016. Fuentes: SHERPA.
Los Hawks (halcones) son pequeños helicópteros miniaturizados que pueden hacer rápidas pasadas en busca de supervivientes. Son una modificación avanzada de robots aéreos de cultivo japoneses, usados desde hace 16 años para la agricultura, y adaptados ahora para el rescate.
Un helicóptero de rescate o médico convencional solo puede ir a un lugar a la vez a un coste económico altísimo y poniendo en peligro la vida de la tripulación. Pero, si nada más recibir un SOS se lanza una pequeña horda de 10 a 15 cobots como el Halcón o la Avispa, el área de barrido inicial es mucho más amplia. De este modo el helicóptero que terminará por rescatar a las víctimas sabrá de antemano si el acceso será posible o si tendrá que dejar a los expertos cerca del accidente.
Localizar la ruta de acceso más rápida y segura es uno de los propósitos principales, pero hay otros menos visibles (literalmente). Por ejemplo, un equipo de rescate tradicional –que usa un helicóptero lleno de humanos con ojos de humanos– tendrán que parar durante la noche o en momentos de condiciones climáticas adversas.
Una horda de Avispas no. Integradas con baterías y detectores de calor o movimiento, pueden localizar a las víctimas con mayor facilidad que un humano. Y en momentos en que el riesgo para el rescatador hace imposible su acceso a la montaña. El cobot complementa.
Transporte de materiales en montaña
Pero incluso una vez localizadas las víctimas el acceso a ellas puede resultar complicado. Es por ello que los Halcones de SHERPA se han diseñado para transportar hasta 30 kg de carga o servir de nodo de comunicaciones entre equipos.
El lanzar víveres, una tienda de campaña o algo tan básico como un kit antibiótico marcan una diferencia enorme en montaña. En muchas ocasiones el rescate más seguro es esperar a que pase el mal tiempo sin acceder al área en cuestión, y localizar a las víctimas con vida y en buen estado una vez el equipo de rescate puede acceder a ellas.
Donkey (burro) sin brazo robótico. Passo Pordoi, 2016. Fuente: SHERPA.
Para el transporte de materiales, los drones UAV son muy útiles pero, ¿qué ocurre cuando se excede el peso máximo, cuando se agota la batería o cuando hace falta un equipo de tierra con humanos incapaces de llevar todo el equipo? Entonces, se usan cobots burros inteligentes (Intelligent Donkey Rovers).
Rover Donkey con brazo robótico. Fuente: SHERPA.
El Donkey es otro modelo diseñado bajo el paraguas de SHERPA para llevar más carga, en el amplio sentido de la palabra. Sirven no solo para transportar kilogramos de material, sino para servir de helipuerto de carga de Avispas y Halcones.
Cobots y humanos, trabajando juntos
Lorenzo Marconi, coordinador del proyecto SHERPA, deja clara que «la idea no es sustituir al equipo humano ni a los ayudantes de salvamento, sino ayudarles mediante la tecnología». El humano rescatista es en todo momento el centro de la acción (aunque se encuentre a distancia de esta).
Es el humano, al que llaman desde el proyecto busy genious, el que dice al sistema dónde tienen que buscar en un inicio las Avispas, el que guía a los Halcones y los que acompañan o manejan a distancia los Burros. Para ello, desde SHERPA vienen desarrollando desde hace tiempo interfaces gestuales que no comprometan la misión en cuestión.
Arriba, prototipo de interacción multimodal. Abajo, pruebas. Fuente: SHERPA.
Definidos de un modo vago, son trajes o sistemas wearables con interacción gestual y de voz para que los equipos de rescate puedan moverse libremente. Y, a su vez, interactuar con los cobots. De modo que los robots no son la única parte ampliada de la ecuación, ya que los humanos muchas veces tienen que adaptarse a las nuevas tecnologías. En este caso, mediante sistemas accesorios de control.
Junto al proyecto SHERPA hay otros proyectos europeos de rescate de personas que usan robots. Como el proyecto ICARUS, que ha conseguido un UAV solar con una autonomía de vuelo de 81 horas. Puede buscar víctimas de manera autónoma durante más de tres días por sí solo.
Pronto, los robots asistenciales y cobots no serán tan solo una nota curiosa en el margen de los periódicos. Serán una realidad con la que tendremos contacto directo, y que nos ayudarán en áreas de tanto calado en nuestra vida como pasar por un quirófano (y salir indemnes).
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Imágenes | Hans Braxmeier, istockphoto, Viola