Hoy día los mapas se usan para todo: desde imprimir sobre ellos encuestas poblacionales hasta el clima, pasando por el sistema de navegación para conducir e incluso capas virtuales de negocios cercanos para orientarnos. No sabemos vivir sin mapas.
Los mapas nos ayudan a comprender el mundo en que vivimos, y muchas veces son la única manera de dar con la causa de algo que parece surgir de la nada, como una epidemia. Con las herramientas modernas es fácil manejar mapas, pero las primeras investigaciones sobre mapas de papel no tuvieron tanta suerte.
La manivela del pozo de la calle Broad
El primero de estos mapas tuvo lugar en el Londres de 1854. Lejos de ser el paraíso terrenal de la Revolución Industrial que hoy nos recuerdan los libros de texto, lo cierto es que Londres era un lugar ponzoñoso cubierto por el humo de las fábricas y con un alcantarillado tan deficiente que el Támesis quedaba en ocasiones sepultado por la casquería de los mercados de la zona.
No era un lugar agradable, y seguramente que el brote de cólera que empezó a masacrar a la población no ayudó mucho a fomentar el turismo. De un día a otro, cientos de londinenses enfermaron y empezaron a morir, y los médicos de la zona atribuyeron la enfermedad y la muerte a la enfermedad de miasmas (vapores insanos) y a la falta del mencionado sistema de alcantarillado.
Está claro que la pestilencia de la ciudad no ayudaba, pero tampoco fue de mucha ayuda la solución local: un tratamiento basado en flores para enmascarar el olor. Como consecuencia, la gente siguió muriendo, pero el médico John Snow tenía una teoría diferente. Decidió dibujar con un punto sobre un mapa las muertes atribuidas a ese «miasma» (unas 600 al final), así como los pozos con cruces:
Snow se dio cuenta de que las muertes estaban todas localizadas alrededor de la calle Broad (hoy Broadwick St). En concreto junto al pozo central, algo que sus colegas tacharon de mera casualidad. Estos lucharon hasta el final contra la hipótesis de Snow quien, cansado de que le ninguneasen, terminó por acudir un día al pozo y arrancar la palanca.
Sin querer, John Snow realizó el primer estudio epidemiológico de la historia basado en mapas, salvando a todo un barrio de una muerte probable y a Londres de una epidemia de cólera. Gracias al análisis de Snow, Londres invirtió en una mejora sustancial de su alcantarillado, mejorando la vida de millones de personas. Y todo usando un mapa.
¿Para qué más sirven los mapas?
Los mapas tienen una importancia crucial en nuestra vida sin necesidad de salvar a miles de personas de la enfermedad (que también). Gracias a los mapas y la información que reflejamos en ellos somos capaces de descubrir aspectos del mundo que ni siquiera nos habíamos planteado, que no conocíamos demasiado bien o que atribuíamos a otras causas.
Uno de los muchos ejemplos anecdóticos que existen en relación a los mapas es el modo en que se descubrió cómo forman los atascos. Cuando los analistas empezaron a estudiarlos hace décadas, atribuían la causa principal a los nudos viarios tales como estrecheces o accidentes. Pero esto no concordaba con lo que se observaba en carreteras totalmente rectas en momentos de no demasiado tránsito. Gracias a ello entendimos que no es necesario un obstáculo para que se forme un atasco, tal y como reconstruyó el experimento de Sugiyama:
#Whymaps, realidad explicada sobre mapas
#Whymaps, escrito con el numeral (#), es un proyecto que trata de explicar la complejidad del mundo y de nuestra realidad política o económica haciendo uso de los mapas. «Mapas para arrojar algo de luz en cuestiones complejas», según sus promotores.
Por ejemplo, la candente guerra de Siria queda explicada de una manera asequible con este vídeo de 10 minutos en el que se explican los movimientos políticos más importantes desde el inicio de la civilización. Si todavía no entiendes el problema de los refugiados, haz clic en el vídeo:
Otro proyecto de la misma compañía de cara a la economía circular nos propone, usando mapas para visualizar el daño ambiental y la gestión de materiales, un nuevo modelo de producción. Así como un nuevo tipo de negocio que debemos tener en cuenta en el futuro.
Emapic, mapas participativos para investigar
Los sistemas participativos están en auge, y los mapas no podía ser menos en esta avalancha. Hace tiempo que emapic trata de explicar conocimientos, opiniones y sentimientos de ciudadanos de todo el mundo usando mapas. Incluso nos permite crear nuestra propia encuesta para repartirla por el mundo y analizar qué piensa cada ciudadano en función de la zona que habita sobre una idea o propuesta.
Hay muchos con baja participación, pero otros, como el mapa «dónde hay un gallego» (arriba) nos arrojan resultados bastante peculiares.
Algunos mapas que ni te has planteado
Quizá los mapas que más llamen la atención son aquellos que se encontraron por casualidad o que arrojaron resultados no previstos. Como el mapa de los patitos de goma que ayudó a mapear corrientes de superficie:
En 1992, un carguero partió de Hong Kong con cerca de 29.000 juguetes de plástico, muchos de ellos patitos de goma amarillos, que con el hundimiento del barco se dispersaron en el mar. Una catástrofe que el oceanógrafo Curtis Charles Ebbesmeyer usó para mapear corrientes en función de dónde iban apareciendo los patitos a lo largo de los años.
El mapa que vemos arriba no tiene que ver con la contaminación luminosa (ese es el de abajo), sino con el solapamiento de todos los terremotos con más de un cuatro en la escala Richter desde 1898. Nos da una idea, por ejemplo, de la inestabilidad del mercado inmobiliario. Mientras que el mencionado sobre la electricidad nos da una perspectiva bien distinta:
Abajo, los países en los que la gente se siente más querida. Quizá el motivo por el cual los turistas nos ponen a los españoles a la cabeza de las ventajas de España (justo delante de la comida).
El mapa de abajo explica, entre otros, las dificultades de ciertas partes del mundo cuando tratan de trabajar juntas. No es que no compartan lenguaje, ¡es que no comparten ni grafía! Como para entenderse…
Pero no todos los mapas son de la Tierra o de sus parcelas. Acostumbrados como estamos a mirarnos el ombligo, rara vez reconocemos un objeto que lleva acompañándonos desde el principio de la humanidad:
Si te lo preguntabas al principio del artículo, lo que se ve arriba es la Luna, el cuadrante I-713 o Tycho. Aunque desde aquí abajo nos parece un continuo gris blanquecino, en este mapa de la NASA aparece coloreada en función de los componentes. Un mapa curioso en el presente y de gran relevancia para el futuro.
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Imágenes | Cólera en Broad, NordNordWest, Earthquakes, Igor Markov, Max Fisher/Washington Post, 2013, Schriftsysteme der Welt, Cuadrante Tycho