En estos tórridos días en los que miles de jóvenes están pensando qué carrera elegir para desarrollarse profesionalmente en los próximos años, me gustaría recomendar aquella por la que yo opté -ingeniería de telecomunicaciones- en esos tiempos que para estos millennials quizá parezcan ya poco menos que el pleistoceno: los comienzos de internet.
Entonces aún jugábamos con el Spectrum o el Comodore, programábamos en los primeros PCs de monitor monocromo, los móviles eran casi un artículo de lujo y la llamada “red de redes” o “autopista de la información” se nos antojaba una entelequia emocionante pero aún lejana.
sed de conocimiento
En cuanto a mí, siempre me gustó la tecnología y la ciencia; me intrigaba saber cómo funcionaban los aparatos electrónicos de mi casa, especialmente los relacionados con la comunicación, y lo que con ellos se podría llegar a hacer. Porque donde otros solo veían cables o “artefactos” yo veía historias, personas que se relacionan sin que el espacio o el tiempo supusieran una barrera. Y es que ya entonces bullían en mí –y aún lo hacen- la sed de conocimiento y la percepción de que la tecnología que comunica a los seres humanos iba a ser un factor determinante en la transformación de la sociedad y nuestras vidas. Y yo quería ser parte de esa evolución que no tantos años después nos ha llevado a este nuevo entorno digital y globalmente conectado.
ingeniería de telecomunicaciones, una estimulante carrera
¿Qué podía elegir para dar respuesta a todas esas inquietudes? Ciertamente me gustaba la informática, el software, programar…, pero todo eso se me quedaba corto. Porque solo eran herramientas para conseguir un objetivo; y ahí es donde apareció ante mí la posibilidad de elegir la ingeniería de telecomunicaciones.
¿Una carrera compleja? Ciertamente. Pero también un estimulante escenario de desarrollo personal y profesional que me permitía llevar a tierra mi afición natural por la tecnología, pero de la forma más dinámica posible y con un planteamiento práctico, emocionante y claramente orientado a resultados.
Y puedo decir, después de años de interesantes experiencias y apasionantes proyectos, que no me he equivocado y que tú, estudiante que tienes entre las opciones de tu quiniela la carrera de ingeniería de telecomunicaciones, tampoco te arrepentirás. Porque podrías tener la oportunidad y el reto, como lo he tenido yo, de trabajar en firmas de primer nivel como Alcatel o Retevisión, o terminar, como he logrado yo, viviendo el nacimiento de un operador de telecomunicaciones recién llegado al mercado español de la telefonía fija, como fue Uni2 en el comienzo de la liberalización de nuestro sector, y asistir a su evolución y ascenso hasta ser lo que es hoy Orange: el segundo e indiscutible operador de telecomunicaciones en España.
democratización de las comunicaciones
Es una satisfacción haber sido partícipe de esta progresión y haber contribuido a ella acometiendo proyectos clave de transformación técnica, como fue, por ejemplo, la renovación de la red móvil que acometimos en 2010 y que permitió que Orange estuviera sobradamente preparada para lo que había de venir: el “tsunami” de los datos, el creciente consumo de contenidos audiovisuales vía móvil y la llegada de la tecnología 4G para soportar dichas demandas.
Porque gracias a que el equipo de Orange interiorizó algo en lo que yo ya creía, la necesaria “democratización” de todas las ventajas de las comunicaciones para llevarla a cada vez más población, se llevó a cabo el plan de transformación integral de la infraestructuras de red de Orange para afrontar los retos futuros de transformación que siguieron al uso masivo de smartphones y datos móviles.
No voy a extenderme demasiado en los detalles de este proyecto de “network renewal”. Baste decir que tuve el orgullo de liderar un equipo de unas 400 personas –el 50% de todo el equipo técnico de Orange en aquel momento-, que llevaron a cabo la renovación integral de más de 15.000 estaciones móviles 2G y 3G en toda España, con todo lo que eso supone: renovación integral de la red de backhaul, conexión de la red de acceso móvil mediante microondas de nueva generación y conexión de los nodos con fibra óptica, modernización de toda la red de transmisión óptica nacional con tecnología WDM de nueva generación con capacidades de enlaces de 100Gbps, renovación completa de toda la red IP y desarrollo de core único fijo-móvil basado en voIP acompañando la convergencia de los servicios.
creatividad tecnológica
Toda esta estrategia se definió y se lanzó en Orange antes que en ningún otro operador europeo, convirtiéndose de facto en el camino que seguirían el resto de compañías de telecomunicaciones en años posteriores. La creatividad tecnológica, la rapidez y la eficiencia y eficacia del proceso fueron claves para que Orange lograra situarse al frente del mercado 4G en España, posición que sigue manteniendo gracias a los más de 8,2 clientes que utilizan esta tecnología.
Y qué decir de la fibra. Tenemos una factoría FTTH que trabaja a un ritmo vertiginoso: alrededor de 250.000 hogares conectados cada mes para alcanzar nuestro objetivo de cubrir con fibra 14 millones de viviendas el próximo año. Es difícil describir qué se siente al ser parte de una empresa que está contribuyendo así a la necesaria modernización tecnológica de nuestro país y a situar a España a la vanguardia en lo que a despliegue de redes de nueva generación se refiere.
A los jóvenes solo puedo decirnos que, si emocionantes han sido las últimas décadas, más aún lo serán las próximas en las que llegarán tecnologías aún más avanzadas si cabe –y que ya estamos empezando a vislumbrar- como son 5G, el Big Data, la inteligencia artificial, Internet de las cosas (IoT), objetos conectados… Necesitamos profesionales comprometidos y entusiasmados con ello para poder desarrollar todos los desafíos que esta nueva disrupción tecnológica nos augura. Contamos con vosotros para revitalizar y hacer progresar a la ingeniería de telecomunicaciones.
Imagen: Pixabay
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