Acaban de arrancar las rebajas de verano más caóticas porque grandes firmas como Inditex y El Corte Inglés han adelantado por primera vez en su historia el primer día de locura consumista. Pero seamos sinceros, la fecha da un poco igual porque la historia siempre se repite. Desde hace varios años, todo comienza a las 23:59 frente a la pantalla del ordenador, cuando empiezas a abrir pestañas poseída por el símbolo % y a añadir prendas al carro, que empiezan a agotarse por instantes.
Quieres conseguir los vestidos de la temporada al mejor precio y quieres ser la primera, pero entonces te das cuenta de que esos, exactamente esos, mantienen la misma cifra -sin tachón, sin rojo- y se avecina el desastre: Las prendas que iban llenar tu maleta este verano no están rebajadas. Pero no pierdes la esperanza porque mañana vas de tiendas e ‘in situ’ todo es diferente.
La jornada intensiva de rebajas de verano empieza en una cafetería estratégica, en la que has quedado con tus amigas para decidir qué tiendas conquistar y, lo más importante, en qué orden. Porque ir de rebajas es un planazo.
Llegó la hora de poner el pie en los comercios y quieres pasar la primera para que tus compañeras de batalla no te ‘roben’ las mejores gangas. El síndrome de ‘hasta 70%’ empieza a poseerte y no puedes parar de coger camisetas, sandalias y vaqueros. Entonces, se te enciende la bombilla: ¡directa a la cola del probador! Y empiezas a avanzar a contracorriente del resto de los mortales.
Has pasado 15 minutos de cola y otros diez recluida en un probador de un metro cuadrado y, ¿para qué? Pues para darte cuenta de que solo habías cogido trapos por dos euros que ni te gustan ni usarías jamás. Pero que no cunda el pánico, tus amigas siguen hipnotizadas por los estampados de moda y aún tienes tiempo para una segunda oportunidad.
Tampoco hay suerte. Las prendas de nueva temporada te atrapan y descubres que sus precios no están a tu alcance. ¿Irse a casa con las manos vacías? Jamás. Todavía existe un último plan. Estamos saludando a julio, pero las botas y los abrigos que producen golpes de calor con solo mirarlos están al 60%. Pues allá vamos.
Ahora sí, la chaqueta cuesta veinte euros y te sienta como un guante. No la vas a poder estrenar hasta noviembre, pero ¿qué más da? Además, tus amigas aparecen con las manos vacías y te preguntan que dónde has encontrado esa cazadora tan mona. Te vienes arriba, has sido la primera y has encontrado tu talla. Toda tuya.
así es una tarde de rebajas
Primera prueba superada. Así, va transcurriendo la tarde entre probadores, ropa amontonada y perchas repartidas por el suelo. Las bolsas comienzan a pesar y ya has perdido la cuenta de todo lo que has comprado.
Las farolas empiezan a alumbrar las aceras y tus tobillos dicen basta. Ha llegado la hora de volver a casa, cargada de cosas bonitas pero con la cuenta bancaria tiritando. Aunque lo más importante es que tienes ‘outfits’ perfectos para tus vacaciones, para la oficina y para el próximo festival.
Pasados unos días, empiezas a hacer las maletas y te das cuenta de que vas a estar monísima en la playa pero apenas te queda presupuesto para hacer lo que verdaderamente te gusta: tomar el aperitivo, disfrutar de una buena fritura de pescado en el chiringuito y pedir un gin tonic mientras ves el atardecer. Derramas las primeras lagrimillas pero de nuevo tienes un ‘plan B’; buscar los tickets y quedar con tus compañeras de batalla para devolver todo lo que no es estrictamente necesario. ¿A ti también te ha pasado?
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