“El Universo es un sitio muy muy grande… Más grande de lo que nadie en su vida haya conseguido soñar jamás. Y si solo estamos nosotros… cuánto espacio desaprovechado, ¿verdad?”. A través de Eleanor Arroway, en la película Contact, Jodie Foster expresaba una de las grandes dudas que ha impulsado la investigación espacial del último medio siglo. ¿Estamos solos ahí fuera?
Especie dominante, centro del universo, incluso el Sol giró a nuestro alrededor durante miles de años… El ser humano siempre se ha creído el epicentro de todo. Solo la ciencia lo ha ido empujando hacia la realidad. Ahora, cientos de investigadores escanean el universo en busca de otras vidas. A poder ser, inteligentes.
La imaginación de la ciencia
La película Contact es, en realidad, una adaptación de una novela de ciencia ficción escrita por Carl Sagan. Pero el reputado científico y divulgador no fue el único, ni mucho menos, en imaginar el futuro desde la ciencia.
Desde ficciones más arriesgadas como Star Wars o Star Trek, pasando por obras clásicas como las de Julio Verne o H.G. Wells, o éxitos recientes como Interstellar, la posibilidad de vida extraterrestre ha inspirado a escritores y directores. Y esta inspiración, a su vez, ha alimentado el sueño científico de encontrar vida alienígena.
Al fin y al cabo, la ciencia ficción es algo así como la imaginación de la ciencia, y el mundo actual está lleno de ejemplos. Pero ese es otro tema, toca centrarse en la vida alienígena. Así es como vamos a dar caza a los extraterrestres antes de lo que pensamos.
Primera pregunta: ¿qué buscamos exactamente?
Coger un telescopio, apuntar a Marte y encontrarnos a un gracioso marciano que nos saluda. Lamentablemente, así no es cómo funciona la búsqueda de vida extraterrestre. Lo primero es decidir qué buscar. El SETI (Search for ExtraTerrestrial Intelligence) es un peso pesado en esto de la búsqueda de vida alienígena inteligente. Activo desde 1985 (y el Project Ozma, su antecesor, desde 1960), el veterano proyecto busca, sobre todo, señales de una forma de comunicación avanzada.
El principal problema del SETI es decidir hacia dónde apuntar sus instrumentos. Eligen una zona de la Vía Láctea y escuchan, a ver si, por casualidad, detectan ondas de radio o señales ópticas o de radio. Después analizan los datos con sus supercomputadores. Así llevan haciéndolo los últimos 30 años, con algunas sorpresas que nos dejaron sin aliento, pero acabaron en nada.
“La vida surgió de forma espontánea en la Tierra. Así que, en un Universo infinito, debe haber sucedido en otros lugares”. Eso cree Stephen Hawking, quien está convencido de que encontraremos señales de vida inteligente en la próxima década. En 2015, decidió otorgar 100 millones de dólares al SETI para potenciar sus actividades.
Con este dinero, en los próximos 10 años, los investigadores del proyecto tendrán mucho mayor acceso a los instrumentos que les permitan, o así lo cree Hawking, detectar las señales de una civilización alienígena.
La cuestión de la habitabilidad
En septiembre de 2015, la estrella KIC 8462852 puso al universo científico en alerta. Las extrañas fluctuaciones de su luminosidad hacían pensar en la existencia de un objeto artificial que la orbitaba. Todos los instrumentos apuntaron allí, a 1.500 años luz de la Tierra, pero ni rastro de ondas de radio ni señales ópticas.
Es mucho presuponer que una civilización alienígena haya ideado el mismo sistema que nosotros para comunicarse. Así, los que buscan vida, no solo inteligente, se centran en otros aspectos. Buscan las condiciones perfectas de habitabilidad.
Aquí se enmarca la red de investigación NExSS (Nexus for Exoplanet System Science), de la NASA. Sus científicos se encargan de buscar nuevas tierras hasta los confines de la Galaxia. El objetivo es investigar el mayor número de exoplanetas posible y analizar su geología y clima buscando las condiciones para la vida. Claro, basándose en el conocimiento que tenemos sobre la vida en la Tierra y la geología del Sistema solar.
La red NExSS busca coordinar astrofísicos, geocientíficos, físicos y científicos planetarios a nivel mundial. Todos aunando esfuerzos para detectar la vida más allá de los planetas que orbitan el Sol. Y son optimistas. Creen que en las próximas dos décadas tendremos evidencias suficientes de vida extraterrestre.
¿Y si estuvieseN más cerca de lo que pensamos?
Volviendo a Marte, el planeta rojo, junto a la Luna, quizá sea el escenario donde más extraterrestres nos hayamos imaginado. Sin embargo, aunque no se descarta que haya habido vida en algún momento pasado, parece muy improbable que sobreviva en la actualidad.
Eso tampoco significa que el Sistema Solar esté inhabitado más allá de nuestro planeta azul. Otras líneas de investigación se han fijado en tres satélites de nuestros planetas vecinos: Europa, Enceladus y Titán. ¿Por qué? Porque tienen agua líquida.
El satélite de Júpiter Europa tiene el doble de agua en estado líquido que la Tierra. Aunque esté bajo su superficie híper-helada (-163ºC en su ecuador), la potente fuerza de gravedad ejercida por Júpiter podría generar corrientes de agua caliente en las profundidades. Y en este agradable calor, la vida se multiplicaría.
El caso de Enceladus, una luna de Saturno, es similar, pero su corteza helada es mucho más fina. Como consecuencia, el agua líquida brota, en ocasiones, en la superficie. Así lo ha detectado la sonda Cassini que, además, logró observar que el agua es salada y que contiene compuestos simples de carbono.
Otro satélite de Saturno, Titán, fue una vez denominado el cuerpo más parecido a la Tierra en todo el Sistema Solar. Sin embargo, de contener vida, debería ser muy distinta a la de nuestro planeta. Allí hace demasiado frío para que el agua esté en estado líquido. Recientemente, la sonda Cassini confirmó que lo que habíamos observado en estado líquido era, en realidad, una mezcla de nitrógeno, metano y etano.
Las herramientas del futuro
Una de las cosas que más motiva a los investigadores que buscan vida en el Sistema Solar es su cercanía. Podemos viajar a esos mundos, verlos y medirlos (y casi tocarlos). No solo son extrañas ondas de radio que llegan desde miles de años luz. A finales de 2018, la NASA planea lanzar una nave que lleve un submarino a los mares de metano líquido de Titán. ¿Quién sabe qué nos estará esperando en las profundidades?
El desarrollo tecnológico está directamente ligado a la búsqueda de vida extraterrestre. Si hace 100 años una nave hubiese pasado junto a la Luna, probablemente, no nos habríamos dado cuenta. Por eso, la ciencia es optimista con las herramientas que llegarán en la próxima década.
- La primera, en realidad, ya se ha estrenado. El radio-telescopio FAST, situado en China, promete multiplicar por 10 la capacidad actual de detección de señales extraterrestres. El telescopio esférico de 500 metros de diámetro lleva ya casi un año escaneando los cielos.
- Para octubre de 2018 está previsto el lanzamiento del telescopio espacial James Webb, llamado a sustituir al mítico Hubble. Se utilizará para muchas cosas, entre ellas, para detectar la existencia de nuevas tierras a lo largo y ancho de la Vía Láctea.
- Además de telescopios, tres satélites están llamados a marcar un antes y un después en la búsqueda de vida alienígena. El CHEOPS, cuyo lanzamiento está previsto para finales de este mismo año, es el primer proyecto de la Agencia Espacial Europea (ESA) destinado 100% a la detección de exoplanetas habitables.
- También este mismo año, la NASA tiene previsto lanzar el TESS, liderado por el MIT y con financiación de Google. Orbitando alrededor de la Tierra, este satélite analizará todo el cielo visible y buscará exoplanetas habitables en más de 500.000 estrellas cercanas.
- Les seguirá, en 2024, la misión PLATO, también de la ESA. Este satélite se situará en un punto de equilibrio entre la gravedad terrestre y la solar (también llamados puntos de Lagrange). Analizará la actividad sísmica de las estrellas y los planetas en zonas habitables alrededor de estrellas parecidas al Sol.
A lo mejor LOS alienígenas pasan de nosotros
Con todas estas nuevas herramientas, no parece arriesgado decir que se encontrará vida extraterrestre antes de mediados del siglo XXI. ¿Y vida inteligente? Eso ya depende de lo que los aliens quieran.
Si el Universo posee varias civilizaciones avanzadas tecnológicamente, cómo es que no hemos detectado ninguna todavía ni tampoco hemos sido contactados por nadie. Así se resume la llamada Paradoja de Fermi. Si hay alienígenas, dónde están, que no los veo. La paradoja sigue, a día de hoy, sin respuesta. Aunque existen teorías al respecto.
Estadísticamente, en un universo infinito, se tendrían que dar condiciones para la vida en más planetas, como asegura Hawking. Sin embargo, bajo la misma probabilidad, resultaría muy complicado que dos formas de vida inteligente se encontrasen en el mismo punto de desarrollo y lo suficientemente cerca como para mantener contacto.
Podría ser lo que ocurre en el caso de la estrella KIC 8462852. Quizá el objeto que la orbita sea artificial, pero puede que esté en un nivel de desarrollo tecnológico irreconocible por nuestros instrumentos.
La misma idea, pero pensando en el pasado, la desarrollan otros pensadores, como el escritor y matemático Stephen Baxter. ¿Y si ya han estado aquí? La capacidad de la humanidad para comprender la vida extraterrestre existe desde hace poco. Aún menos, su capacidad de detectarla. Si los alienígenas nos hubieran visitado hace 20.000 años (un instante en la escala cósmica) no tendríamos el más mínimo registro hoy en día.
Otra de las respuestas a la Paradoja de Fermi es la llamada hipótesis del zoológico. Como en el Centinela de Arthur C. Clarke y su adaptación al cine 2001: Odisea en el espacio, una civilización extraterrestre ultra-avanzada podría llevar miles de años observándonos sin interactuar ni revelarnos su existencia.
Quizá estén esperando a que alcancemos el desarrollo suficiente como para ser dignos de su visita. Quién sabe si en los mares de Titán o en los confines de la Galaxia hallaremos pronto una respuesta.
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Imágenes: iStock, Pixabay, NASA, SETI