Hoy día la tasa de alfabetización científica puede compararse a la tasa de alfabetización lingüística del siglo pasado. Gracias a la divulgación y a bajar a tierra la ciencia empírica y teórica, la población tiene su primer contacto con el conocimiento consolidado y se está acercando la ciencia a la ciudadanía.
No obstante, la mayoría de ciudadanos no contribuyen a la creación de conocimiento, a la ciencia. Eso parece algo reservado a gente con bata y gafas protectoras que viven dentro de un laboratorio, no a la población general. Y, sin embargo, existen iniciativas que permiten que todos ayudemos a la ciencia sin necesidad de entenderla. Te hablamos de algunas de ellas.
¿Quieres jugar a entender las proteínas?
La mayoría de los lectores saben lo que es un átomo, que durante mucho tiempo fueron considerados las partículas elementales del universo. Aunque no lo sean, estos forman moléculas complejas a las que llamamos aminoácidos y estas, a su vez, forman proteínas.
Esto es importante porque las proteínas conforman las células y realizan diferentes trabajos en su interior. Son como robots microscópicos, o nanorrobots, encargados de multitud de diferentes objetivos que, en general, nos mantienen vivos. En otras palabras: necesitamos las proteínas. Y necesitamos entender cómo funcionan si queremos aumentar nuestra calidad de vida.
Pero ocurre que no sirve solo con tener la formulación química, lo que llamamos estructura primaria de las proteínas, para saber qué es lo que hacen dentro de nuestro cuerpo. Necesitamos saber también cómo se pliega la proteína para entenderla, lo que nos ayudará a combatir enfermedades como el alzheimer o mejorar nuestra detección del cáncer. Quizá incluso para entender alguna vez si podemos ser amortales.
¿El problema? Que no es fácil para un ordenador entender cómo puede plegarse una proteína. Las proteínas pueden llegar a ser extremadamente complejas y tomar formas muy raras, poco intuitivas. Esto hace que los superordenadores, incluso los muy potentes, se vean incapaces de plegar las proteínas de una forma coherente. Es una de esas tareas en las que los seres humanos somos mejores que las máquinas, y no al revés.
Dado que sin esta información no podemos avanzar en algunas investigaciones, la Universidad de Washington creó un videojuego para gamificar esta búsqueda sobre cómo se pliegan las proteínas.
Se llama Fold It (dóblalo, en inglés) y cualquiera puede descargárselo en un Windows, OSX y Linux, jugar unas partidas y ayudar a los descubrimientos científicos y al avance del conocimiento. El juego, lanzado en 2008, ha tenido ya muchas actualizaciones y es un éxito a nivel mundial.
En 2012 un artículo en Nature agradecía a 57.000 jugadores varios avances en el entendimiento de las proteínas. Es decir, ya se han logrado resultados concretos gracias a Fold It y a sus jugadores.
¿y si Jugamos a cazar asteroides?
Los asteroides son rocas de distintos tamaños que dan vueltas por el Sistema Solar. Hay billones de ellos pululando por ahí, y la mayoría son totalmente inofensivos. O bien son demasiado pequeños para causar cualquier tipo de daño, o bien están demasiado alejados, en órbitas estables que no coinciden con las de la Tierra.
Sin embargo, una pequeña fracción de estos objetos toma en ocasiones un rumbo inesperado, y eso los lanza contra nuestro planeta. Eso ocurre todos los días, a todas horas, y no hay noche que no veamos cómo un asteroide atraviesa nuestra atmósfera para desintegrarse. La mayoría de las veces hacen eso, quemarse en la atmósfera, sin más repercusión.
Otras, sin embargo, se convierten en meteoritos al impactar contra la Tierra. Es con estos con los que debemos tener cuidado, y es una buena idea el tener localizados cuantos más asteroides mejor. Si sabemos su posición, podremos reaccionar a tiempo antes de que lleguen al suelo y causen daños, como pasó con los bólidos de Tunguska (1908) y Cheliábinsk (2013).
Para cazar asteroides, Miquel Serra Ricart y un pequeño equipo de científicos han puesto a disposición del público la web cazasteroides.org, que cuenta con una aplicación para Android y navegador web. En esta plataforma podremos ayudar a los astrónomos a predecir con más fiabilidad la trayectoria de objetos.
Dona parte de tu RAM para diversos proyectos científicos
Probablemente el proyecto colaborativo más conocido a nivel científico es BOINC, una plataforma que cuenta con aplicación para la mayoría de los sistemas operativos y que permite donar parte de la RAM que nos sobra de nuestro ordenador a la ciencia.
La idea parte de que la mayoría de los equipos están sobredimensionados. Por ejemplo, para realizar la mayor parte de las tareas de oficina son suficientes 2GB de RAM y, sin embargo, la mayoría de los ordenadores no vienen con mejor de 4GB. Algunos llegan a 16GB.
Estas cifras son frecuentes en profesionales que se dedican al mundo de la edición de vídeo o imagen, ya que necesitan procesar mucha información en poco tiempo. Pero incluso ellos no hacen uso constante de toda esa RAM extra.
BOINC es una aplicación que da utilidad a esa RAM sobrante para procesar la información de una infinidad de proyectos científicos. Por ejemplo, podemos usar nuestro ordenador para ayudar al proyecto SETI@home, que busca vida fuera de la Tierra a través de señales de radio y ópticas; o a climateprediction.net, cuyo objetivo es entender mejor el clima a nivel global.
El modo en que funciona BOINC es sencillo. Una vez registrado y con la aplicación instalada, el sistema envía al dispositivo un paquete de datos pequeño (de unos pocos megabytes), que descomprime, procesa, empaqueta y devuelve a la fuente una vez terminado el cálculo.
Como dueños de esa RAM, nosotros podemos elegir cuántos de estos paquetes de datos ayudamos a procesar y en qué tiempo. Y siempre podremos cerrar la aplicación si necesitamos esa potencia en algún momento.
Gracias a estas aplicaciones, y otras como ellas, la ciencia ciudadana llega a todo aquel que disponga de un dispositivo y algo de tiempo libre. Incluso si esa persona carece de formación científica. Este tipo de iniciativas suponen un paso más hacia la ciencia abierta y colaborativa. ¿Te animas a ayudar a la investigación?
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Imágenes | iStock/deucee_, Dodo, University of Washington, iStock/ifc2, iStock/xabicasa