Internet nos permite hablar con personas que están al otro lado del mundo, entablar relaciones cercanas con gente a la que no vemos la cara, pero queremos más. El smartphone nos mantiene en permanente comunicación, mientras reservamos una habitación de hotel o vemos nuestra serie favorita sentados en una parada de metro. No es suficiente. Fintech, geolocalización, inteligencia artificial, realidad aumentada… Todo ello nos fascina. Pero podemos ir un paso más allá. Las soluciones digitales, a pesar de lo abrumadora que resulta su presencia, apenas están dando sus primeros pasos en un mundo que las reclama sin cesar.
Por ejemplo, cada vez se habla más de un concepto como el de los tatuajes digitales. Llevar esa tecnología dentro de nosotros mismos, convertirla en un aliado de nuestro día a día que está dentro de nuestra piel (y no es una metáfora)… Ya hemos hablado de la transhumanidad y de referentes como Neil Harbisson. Lo que nos plantean estos nuevos tatuajes puede ser un primer peldaño para llegar hasta ello.
Cuidando de la salud
Para algunos, es suficiente con lo atractivo de la idea: tatuarse un gadget digital, inteligente, conectado. Pero el desarrollo de los tatuajes digitales está yendo mucho más allá de aplicaciones cosméticas y usos superficiales. Las ventajas que puede tener para controlar nuestra salud no son ningún capricho estético, sino que plantean una gran revolución a nivel científico en la que muchos investigadores ya están trabajando. La salud es una de las preocupaciones principales que tenemos como seres humanos. Para las marcas, además, apostar por esta realidad puede ser un salto cualitativo para llegar a los consumidores. Como dice el refrán: «Quien da primero, da dos veces».
Tenemos a universidades de medio mundo trabajando en ello. Desde la Universidad Nacional de Seúl nos llega un dispositivo capaz de controlar los niveles de azúcar en sangre, un instrumento pero que muy práctico para las miles de personas que sufren diabetes, para ser exactos, para el 9% de la población que lo padece. El uso de los datos es clave, así como la capacidad de los dispositivos de captarlos y saber interpretarlos.
El sistema en el que está trabajando este grupo de investigadores nos habla de un parche fabricado en grafeno (uno de los que se convertirán en los materiales de moda para este tipo de avances). El tatuaje es capaz de analizar la temperatura del cuerpo y los niveles de ph del sudor, recogiendo datos que se transmiten a una app. Y es esa misma aplicación la que «ordenaría» al tatuaje de grafeno que suministre la cantidad necesaria de metformina que el organismo necesite, a través de unas microagujas que incorporaría y que inyectarían la medicina.
Desde la Universidad de Texas en Austin, también están trabajando con los tatuajes de grafeno, un equipo capitaneado por Deji Akinwande. Sus tatuajes digitales tendrían funciones que serían capaces de controlar las actividades eléctricas tanto del corazón y el cerebro como de los músculos. Por lo que sus usos pueden ser como electrocardiograma, electromiograma o electroencefalograma. Se pone de nuevo en relieve la utilidad del material como el grafeno que consigue que estos parches sean prácticamente invisibles y el paciente no se sienta invadido por su presencia. Al contrario. Están pensados para ser lo más cómodos posibles para el usuario. Se pueden colocar en cualquier lugar del cuerpo y no necesitan adhesivos extra gracias a la capa de material polimérico que poseen.
Por su parte, desde la Escuela de Medicina de Harvard, junto con científicos del MIT, han desarrollado Dermal Abyss. En este caso, se trata de cuatro biosensores que analizan los niveles de nuestro cuerpo. Las tres variables que miden son el PH, la glucosa y el sodio. De nuevo, podría suponer un buen aliado para los enfermos de diabetes. Además, servirá para detectar la tendencia a sufrir otro tipo de problemas como las migrañas, la inestabilidad nerviosa o incluso la proclividad a engordar. Su funcionamiento es a través de una tinta especial que podría hacer las veces de un rutinario control sanguíneo, pues cambia de color cuando detecta un problema.
Una de las marcas que se está posicionando a la vanguardia de los tatuajes digitales es MC10. Fue en un evento como el CES de 2016 cuando presentó sus primeros dispositivos con los que sorprendió al mundo. Biostamp era uno de ellos, un gadget pensado para poder investigar a pacientes con enfermedades neurodegenerativas. El pequeño parche contiene un acelerómetro y un giroscopio que controlan la actividad eléctrica de los músculos.
Otro de los dispositivos que lanzó al mercado el año pasado es UV Patch, en este caso, en colaboración con la marca L’Oreal. Su objetivo es medir el daño que la exposición a los rayos solares puede estar provocando en nuestra piel. El «uso» que se ha hecho de una actividad en principio tan inocente como tomar el sol ha derivado en un problema por la falta de información de una parte de la población. El cáncer de piel ha aumentado su incidencia en lugares como nuestro país. En cuatro años, los casos se han incrementado en un 38%. El tatuaje de MC10 funciona a través de unos compuestos que cambian de color según la exposición sufrida. Cada una de esas tonalidades está relacionada con un nivel de riesgo.
Tatuajes, Seguridad y control
Otra de las utilidades de los tatuajes digitales tiene que ver con un tema que, como sociedad, nos preocupa. ¿Nos gustaría poder estar permanentemente localizados y seguros, pudiendo avisar de forma rápida y eficaz si tenemos un problema? ¿Querríamos poder sustituir nuestros documentos de identifación e incluso poder manejar aparatos conectados gracias a un parche tatuado en nuestra piel? Responder a estas preguntas y elegir cómo es nuestra vida y su relación con la tecnología está cada vez más cerca.
En 2014, Motorola ya dió un primer paso cuando lanzó un tatuaje digital que permitía desbloquear su Moto X. Construido en níquel, su uso era limitado, por cinco días, y funcionaba con tan sólo acercarlo al móvil. Sin duda, había mucho de marketing en este producto, que, como decimos, tan sólo servía para desbloquear el teléfono, pero anunciaba la llegada de una nueva dimensión para el Internet de las Cosas.
DuoSkin, un proyecto del MIT Media Lab, puede ser un nombre del que oigamos hablar cada vez más. El gadget está fabricado en pan de oro, uno de los conductores de electricidad más poderosos, por lo que se cuida más su aspecto estético al convertir el tatuaje, prácticamente, en una joya. Este material le permite, además, no ser invasivo para el cuerpo y no producir ningún tipo de efecto secundario en la salud. Ya se está hablando de las utilidades de este tatuaje, que pasarían, por ejemplo, por el control de los objetos conectados de nuestra casa. Se espera que el Internet de las Cosas, en 2020, llegue a cifras de 80.000 millones de dispositivos inteligentes en todo el mundo.
Salud, seguridad, objetos conectados… Muchos elementos entran en juego para hablar de los wearables del mañana: los tatuajes digitales. Elementos pensados para poder salvar vidas.
Imagen | Pixabay
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