En las conferencias que imparto sobre blockchain, siempre comienzo con una pregunta: ¿Qué es el dinero? Los asistentes me suelen responder que es valor, poder, intercambio, confianza, etc. La respuesta que les doy, y muchas veces se sorprenden, es que el dinero es una tecnología para la gestión de la confianza y la reducción de los costes en todo tipo de transacción económica.
Y es así porque, en realidad, el dinero es una invención humana que intenta solucionar ciertas dificultades que nos encontramos en el día a día en el trato con los demás miembros de una sociedad. Cuando queremos intercambiar un valor, el dinero permite reducir la incertidumbre ante la asimetría de la información existente entre los dos participantes de la misma, la dificultad de establecer una valor de la transacción y la posibilidad de poder utilizar ese dinero obtenido para obtener otros bienes o servicios en un futuro.
Este punto de vista queda claro si tenemos en cuenta que han existido (o existen) otros métodos como el trueque: no tenemos claro cuál es el valor exacto de la transacción (“¿un cerdo cuesta 5 o 10 gallinas?”), no sabemos si mañana alguien querrá comprarnos el bien adquirido (“¿encontraré a alguien que quiera comprarme el cerdo?”) y el bien traspasado suele ser perecedero (“¿cuánto vivirán las gallinas?”) por lo que no puede atesorarse. Este tipo de tecnología puede ser útil para el consumo propio, pero está claro que no permite crear una actividad comercial profunda y extensa.
blockchain, el nuevo dinero
Por eso se inventó el dinero: desde ese momento, el valor de los bienes podía ser fijado por una unidad externa comparable en cada transacción comercial. Del mismo modo, con el dinero obtenido de una transacción, se permitía de forma sencilla poder adquirir otros bienes posteriormente. Y finalmente, el dinero permitía atesorar riqueza, ya que no era perecedero (al menos en una escala de tiempo más extensa que con los productos reales). Y la riqueza, además, otorga poder. No es de extrañar que el desarrollo de las primeras grandes civilizaciones fuera en paralelo a la creación del dinero como tecnología económica.
En la actualidad, esta vertiente del dinero como tecnología económica ha llegado a su máxima expresión y blockchain es algo similar: es una tecnología que permite reducir los costes de cualquier transacción de valor.
confianza entre las partes
El mayor coste que existe en una transacción es el de la confianza entra las partes. Tradicionalmente, esa confianza ha sido gestionada por entidades centrales, como los bancos. Cuando se quiere hacer una transferencia entre dos personas, una de ellas habla con su banco y solicita la transferencia. Este banco comprueba que tiene saldo y habla con el banco del receptor de la transferencia para comunicársela. Entonces, el banco receptor anota la transferencia y desde ese momento el receptor dispone de ese dinero para otras transacciones.
¿Qué pasaría si elimináramos a estos actores centralizadores? ¿Qué pasaría si pudiéramos compartir un registro contable con todas nuestras transacciones, de forma totalmente segura, y que estas transacciones estuvieran validadas y aceptadas por todos? Pues esto es lo que permite blockchain.
Básicamente de lo que se trata es de crear y gestionar confianza. Y si no hay ninguna autoridad central, la única posibilidad es basarse en el consenso de toda una comunidad. Al fin y al cabo, si un árbol se ha caído en el bosque pero tú no lo has visto, y preguntas a 100 personas que los han visto y más de 50 te dice que sí se ha caído, ¿te fiarías? Pues la respuesta sería sí. Quizás no haya sido verdad o todas las personas hayan visto otra cosa, pero es una comienzo para poder crear una base de confianza entre todos.
libro contable virtual
Blockchain consigue esta confianza haciendo que todos los nodos participantes tengan una copia de ese libro contable virtual. Ese libro es vigilado por todos ellos y, ya que todos quieren utilizarlo para realizar sus propias transacciones, todos lo cuidan. Especialmente unos nodos llamados mineros, que son los que se encargan de validar cada “hoja” de ese registro y de comprobar que las transacciones son correctas. Esta validación es una tarea compleja que puede asemejarse a tener que tirar unos dados y sacar un número muy grande de seises. Esta forma de validar implica que para un nodo malicioso sea muy complicado y costoso luchar contra el resto de la comunidad y generar transacciones falsas para atribuirse dinero.
Esta tecnología fue desarrollada, en primer lugar, para bitcoin, un sistema de pago entre personas. Lo importante no es el bitcoin en sí, aunque hay gente que se ha hecho muy rica especulando con esta criptomoneda, sino que se ha demostrado la posibilidad de desarrollar un sistema descentralizado totalmente seguro y confiable. Así que cualquier tipo de transacción podría utilizar este sistema para gestionar la confianza de la misma.
Y así ha pasado, se han creado multitud de criptomonedas, de servicios basados en esta tecnología. Blockchain se ha convertido en una opción viable tecnológicamente cuando se quiere llevar un registro compartido de cualquier evento, transacción o información entre multitud de agentes que no tienen una relación de confianza a priori y no quieren crear una entidad central para la gestión de esa confianza. Por eso de forma genérica se denomina a este tipo de tecnologías como Distributed Ledger Technologies (DLT) o en español Tecnologías de Registro Distribuido.
contratos inteligentes con blockchain
Una evolución muy interesante de la tecnología ha sido los contratos inteligentes (o “smart contracts” en inglés). Además de introducir información en la red de blockchain, también se introduce un código que se ejecuta en base a ciertos eventos. Por ejemplo supongamos que un agricultor quiere firmar un seguro con una aseguradora, en la que una de las condiciones de ese seguro sea que, si en el plazo de 5 días consecutivos, las temperaturas en la zona superan los 45 grados, la aseguradora deberá pagar 10.000 euros al agricultor, ya que se supone que en esas condiciones su cosecha no prosperará.
Si lo hacemos en un «smart contract», el agricultor y la aseguradora llegan al acuerdo y traducen las cláusulas del seguro a “código”, y este código se envía a la red de blockchain. Desde ese momento ese contrato es conocido por toda la red, y toda la red comprueba si las condiciones se están cumpliendo. Si se produce alguno de los eventos indicados en el contrato, el código se ejecuta automáticamente, creando las acciones programadas sin intervención ni del agricultor ni de la aseguradora. En este caso, la red de blockchain se convierte en una especie de computadora gigante y distribuida que ejecuta contratos inteligentes que realizan acciones automatizadas de forma descentralizada, pero totalmente auditable y confiable.
mayor poder, mayor responsabilidad
Este es un cambio transcendental, llegando a sugerirse que, lo que supuso internet en términos de descentralización de la información, será lo que supondrá la tecnología de blockchain para la descentralización del valor: cualquier persona podrá realizar una transacción de valor (dinero, un bien, un activo, un servicio, etc…) a otra persona sin existir una autoridad central.
El potencial de esta tecnología no sólo reside en el ámbito de la economía, sino en cualquier otro campo en el que se den relaciones entre entidades. Es decir, en todos los ámbitos humanos: por ejemplo, en el político, con sistemas de participación y decisión descentralizada, o en el jurídico-administrativo, facilitando la relación entre ciudadanos y la administración pública.
La posibilidad de no depender de una autoridad central para relacionarse en estos ámbitos permitirá nivelar la relación de poderes entre individuos o entre el individuo y las estructuras administrativas. El individuo tendrá herramientas más potentes para definir sus relaciones con las demás entidades, con muchas ventajas pero también con más responsabilidades que deberá gestionar de forma más libre y consciente.
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