Víctima de ciberbullying: niña de 13 años acosada por otras niñas

Para la mayoría de nuestros menores -afortunadamente- es difícil ponerse en el lugar de una víctima de acoso escolar. La soledad, el aislamiento, el sentimiento de inferioridad o la humillación que experimenta una mente tan joven debido a las agresiones psicológicas, e incluso físicas, a manos de compañeros de su misma edad. Imaginemos ahora que ese hostigamiento, ya de por sí intolerable, sobrepasa la frontera del aula, y hasta del colegio, y permanece durante todo el día gracias a un elemento tan aparentemente inofensivo como un teléfono móvil. En esto consiste precisamente el ciberbullying o ciberacoso, ese fenómeno del que tanto hemos oído hablar en los últimos tiempos y que no es otra cosa sino el acoso continuado a otra persona aprovechando el anonimato o la difusión masiva que permiten las nuevas tecnologías.

INSULTOS O VÍDEOS OFENSIVOS, LAS HERRAMIENTAS DEL ACOSADOR

Insultos en whatsapp, publicación de fotografías o vídeos ofensivos en redes sociales, acoso y burla a través de distintos perfiles de Internet, aislamiento social… Una vejación pública y constante, sin posibilidad de escapar. Si esa persecución ya sería insoportable para un adulto, qué decir si la víctima es alguien con la falta de madurez de un niño o un adolescente.

Conocer y reconocer el problema del acoso escolar -que tanta alarma social ha despertado debido a casos tan trágicos en España como los de Jokin en Fuenterrabía, Carla en Gijón, Arancha en Madrid, Alan en Barcelona o el pequeño Diego en Leganés– es el primer paso para atajarlo. Y ese es el objetivo de organizaciones como la Fundación ANAR (Ayuda a Niños y Adolescentes en Riesgo), que, junto a la Fundación Mutua Madrileña, ha publicado este año el II Estudio sobre Acoso Escolar y Ciberbullying. El objetivo de este informe es conocer la evolución de estos fenómenos en el año 2016, tanto entre las víctimas como en sus entornos, y comparar los resultados con la primera edición, correspondiente al periodo 2013-2015, con el fin de sensibilizar a la sociedad sobre la gravedad de estas situaciones de acoso escolar.

El tema es aún más urgente si se toma en consideración que, según un análisis de la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicado el pasado año, si bien España no destaca en cuanto a acoso escolar tradicional, ocupa un preocupante séptimo puesto entre los países estudiados en lo que a ciberbullying se refiere, especialmente en menores de unos 13 años, con consecuencias tan negativas para las víctimas como la depresión e incluso el intento de suicidio. Hay que tener en cuenta que para este ciberacoso se utilizan dispositivos digitales de los que nuestros adolescentes pueden, cada vez menos, prescindir en sus relaciones sociales y sus acosadores se valen de ellos para hacer que el acoso sea presenciado por más personas, lo que maximiza las secuelas para las víctimas.

las niñas, más vulnerables al ciberbullying

La primera conclusión que se extrae del estudio llevado a cabo por Fundación ANAR y Fundación Mutua Madrileña, es que las adolescentes, de entre 12 y 13 años (19,4% y 23,7% de los casos, respectivamente), son el colectivo más vulnerable al ciberbullying. El perfil medio de una víctima de ciberacoso es el de una menor de unos 13,5 años (más que otros casos de acoso), si bien este abuso podría haber empezado en torno a los 12 años (los 9 en casos de bullying no digital). El hostigamiento suele ser diario, con una duración superior a un año y las consecuencias más habituales sobre la víctima son psicológicas, sufriendo episodios de ansiedad, miedo y tristeza.

En cuanto a los acosadores, suelen ser de su misma clase y de una edad similar a los de las víctimas. Un aspecto especialmente preocupante del estudio es la constatación de que el profesorado conoce en muchas ocasiones la situación de acoso.

En el lado contrario, es bastante esperanzador el hecho de que los menores ciberacosados cada vez reciban más apoyo de sus iguales, con un aumento de los amigos o compañeros que reaccionan contra al acoso sufrido. Si en el año 2015, ese rechazo se producía solo en uo de cada seis casos (14,9%), en el año 2016 reaccionaban más de dos tercios (68,3%).

La herramienta más usual para llevar a cabo el ciberbullying a un compañero es el teléfono móvil. Y es que, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), disponen de uno propio tres de cada cuatro adolescentes de 12 años y el 90% de los de entre 13 y 14. La inmediatez del Whatsapps (75,3% de los casos) o los mensajes a través de las redes sociales (37,6%), tan importantes hoy en las relaciones sociales de los adolescentes, son las formas más habituales de llevar a cabo el acoso.

En cuanto al tipo de ciberbullying, este varía según los casos, si bien las agresiones verbales (presentes en el 52,1% de las ocasiones) y las amenazas (22,3%) prevalecen sobre el resto de conductas. Otros tipos frecuentes de ciberacosos son la difusión de imágenes y vídeos comprometidos (20,2%), la difusión de datos personales de la víctima (11,7%) y el pirateo de una cuenta personal de la persona acosada (8,5%). Hay que tener en cuenta la gravedad de estas actuaciones, considerando la rapidez con que estos contenidos se difunden gracias a las nuevas tecnologías, lo que es aprovechado por los acosadores para intimidar o aislar de los demás al niño o la niña víctima de estos abusos, cuyas causas van desde la burla sobre su aspecto físico u otra característica personal hasta la ruptura de una relación de amistad.

LA DETECCIÓN TEMPRANA DEL CIBERBULLYING, CLAVE PARA EVITARLO

Tal y como ponen de relieve en el informe que publican Fundación ANAR y Fundación Mutua Madrileña, la sensibilización sobre el acoso escolar, y el ciberbullying en particular, ha mejorado, gracias, entre otras cosas, a la sensibilización sobre la gravedad del tema ya desde las aulas, y también a la difusión de los casos más serios a través de los medios de comunicación.

El principal aliado del ciberbullying es el silencio.

Sin embargo, aún queda mucho trabajo por hacer contra la violencia escolar. Y el primer paso es, como indicar en el informe, «reconocerla y no justificarla, ni normalizarla en ninguna de sus múltiples formas».

Para reconocerla, hay varios indicadores que, según la doctora en pedagogía, Angela Serrano, pueden llamar la atención tanto a los padres como a los educadores. En el caso de los progenitores, han de estar atentos a si el menor empieza a mostrarse triste, nervioso o irritable y ansioso cuando se sienta ante el ordenador o utiliza el móvil, si intenta evitar ir al centro escolar, si hay deterioro en sus relaciones sociales o se manifiesta deprimido al consultar las redes sociales o whatsapp… Todo ello puede indicar que está viviendo un episodio de ciberacoso.

Los profesores también han de observar activamente las relaciones entre sus alumnos dentro y fuera del aula (en el comedor o el recreo) y fijarse en señales tales como los cambios de humor de sus alumnos, la relación de los adolescentes en las aulas o en el recreo, las pintadas en baños o paredes, quejas de niños o de sus padres, bajadas en el rendimiento escolar, etc. Asimismo, y como indican en la web ZeroAcoso, han de transmitir claramente al alumnado «las directrices en la convivencia en el aula, la importancia de la participación, el empoderamiento del alumno y las consecuencias de nuestras acciones», porque tan importante es ayudar a la víctima como detectar y parar a un posible acosador.

Y en ambos casos, educadores y padres, transmitir a los menores la confianza suficiente para que hablen del problema (suyo o de otros), porque el mejor aliado del acoso es el silencio de la víctima y/o de su entorno; el 75% de los jóvenes que sufre ciberbullying no se lo cuenta a nadie, dicen en Fundación ANAR. Solo la denuncia de los hechos podrá en marcha la maquinaria para ayudar, a la víctima primero, pero también al acosador al que hay que hacer entender las consecuencias de sus acciones, tanto en los demás como en uno mismo (llegando a tener incluso que responder legalmente por las mismas, según sus gravedad).

LUCHAR CONTRA EL CIBERBULLYING Es COSA DE TODOS

Parar la violencia escolar, en cualquiera de sus formas, es algo en lo que se ha de implicar toda la sociedad, desde los padres y la comunidad educativa a las instituciones e incluso las empresas. Sí, las empresas tecnologicas, por ejemplo, pueden hacer mucho desde su experiencia para ayudar a combatir y sobre todo a formar sobre la gravedad de estos temas.

Y una de las que ha emprendido una campaña de sensibilización sobre la importancia de un uso seguro de Internet y los dispositivos digitales es Orange, que ha puesto en marcha el proyecto #Porunusolovedelatecnologia con el objetivo de ayudar a padres, educadores, menores y a la sociedad en general a ayudar a reflexionar sobre el uso responsable de la tecnología y los riesgos que las malas prácticas conllevan, el ciberbullying entre ellos.

Con el vídeo, principal vía de consumo de contenidos de las nuevas generaciones, como herramienta, ofrece tanto consejos sobre cómo actuar, afrontarlo y prevenirlo. En el caso concreto del ciberacoso, y para que los adultos se pongan en la piel del menor, la compañía ha publicado el siguiente vídeo, en el que un padre sufre el hostigamiento de sus compañeros en su entorno laboral:

Inquietante, ¿verdad? Recuerda, todos hemos de implicarnos contra la violencia escolar, pues alguien de nuestro entorno puede estar sufriéndola.

Imágenes | Pixabay

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