Constantemente, hablamos de Internet, de nuevas apps, de la llegada de realidades que nos deslumbran, como la inteligencia artificial o la realidad virtual. Pero no nos podemos engañar, cuando nos referimos a cómo este tipo de avances ya forman parte del día a día de muchas personas, sólo estamos centrándonos en un pequeño ámbito dentro de esa enormidad llamada humanidad. Porque sí, la brecha digital existe y es un problema más grave de lo que suponemos.
¿Qué es la brecha digital?
Al hablar de brecha digital nos referimos a aquellas personas que no tienen acceso a las nuevas tecnologías. Puede ser por muchas causas: por problemas de distancia geográfica, por motivos sociales, por desigualdades culturales, de género… Es decir, podemos estar hablando de un pequeño pueblo escondido en el corazón de Latinoamérica, al que no llega Internet. Pero también de los habitantes de regiones avanzadas tecnológicamente que, quizá por su edad o por su nivel educativo, no se han acercado a las nuevas realidades digitales.
La brecha digital no se refiere sólo a cuestiones como no poder usar Facebook, mandar un WhatsApp o ver una serie en Netflix. El uso de las nuevas tecnologías supone grandes posibilidades para nuestra sociedad, como vemos constantemente. La sanidad, la educación, el transporte, las smart cities… Hablamos de nuestra forma de organización más básica, un marco global que se está viendo más y más modificado por los avances digitales. Por ello, resulta tan peligroso que una parte de la humanidad se quede fuera de ello, porque representa una herramienta común y cotidiana que mejora nuestras vidas, favorece nuestra comunicación y, por supuesto, nos permite seguir aprendiendo y desarrollándonos.
El problema de la brecha digital tiene raíces muy profundas en causas como las desigualdades económicas. ¿Es el uso de Internet un derecho fundamental? Al menos, todos empezamos a entender que no poder acceder a lo digital limita y paraliza las oportunidades de cualquier grupo social.
Algunos datos
Para concienciarnos sobre la importancia de lo que estamos hablando, no hay nada mejor que fijarnos en los propios datos que la realidad nos regala.
Así, por ejemplo, tenemos lo que la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) nos presenta en su informe anual ‘Medición de la sociedad de la información‘ sobre el año 2016. Según sus cifras, casi 4.000 millones de personas en todo el mundo no tienen acceso a Internet, lo que supone más de la mitad de la población.
Las diferencias entre los distintos continentes son abismales. Mientras que el 75% de los africanos no usa la red, la cifra baja hasta el 21% cuando hablamos de Europa. La brecha digital es real y palpable. En los países subdesarrollados, sólo el 15% de la población usa herramientas digitales.
Pero no sólo hay diferencias entre naciones más y menos desarrolladas. En un lugar como España, en el que presumimos de estar en el grupo de países que goza de todas las comodidades y ventajas del primer mundo, también existe la brecha digital.
Los sectores sociales de mayor edad, por ejemplo, se ven atrapados en esta problemática que les aísla de una realidad tecnológica que no entienden. Según la asociación Funcas en su publicación ‘Desigualdades digitales. Los límites de la sociedad red‘, el porcentaje de españoles que usa Internet es del 65% en las personas de entre 55 y 64 años. Una cifra que baja hasta el 35% cuando nos referimos a personas de entre 65 y 74 años.
Iniciativas y soluciones
Para paliar este problema y poner freno a la brecha digital no son pocas la iniciativas que, en todo el mundo, se llevan a cabo. El objetivo es que ese Internet que cada vez resulta más determinante en nuestro día a día llegue hasta cada rincón del planeta, en ayuda de los que lo puedan necesitar.
En nuestro país, por ejemplo, contamos con iniciativas como el ‘Plan Estatal de Banda Ancha‘ (PEBA), que es un plan de cobertura vía satélite y con acceso a 30 megas puesto en marcha por el Ministerio de Agricultura y Pesca y destinado a poblaciones de menos de 1.000 habitantes. Uno de sus objetivos es llevar la fibra óptica y las herramientas de 4G a las zonas rurales.
Recientemente, la Comunidad Valenciana ha recibido el Premio Google Actívate 2017, un programa creado para dar a conocer las diferentes tecnologías de la información. En ese sentido, el Presidente de la Comunitat, Ximo Puig, habló de crear «una comunidad digital inclusiva que aproveche los beneficios de la transformación digital, que sea más productiva para generar más y mejores trabajos y que supere, al mismo tiempo, las nuevas brechas sociales».
La brecha digital está presente en muchos frentes. Por ejemplo, las personas que sufren algún tipo de discapacidad pueden encontrar más problemas para acceder a los servicios de Internet más básicos. Por ello, muchas instituciones hacen frente a esta situación. Desde el Ayuntamiento de Granada, por ejemplo, se impulsan medidas como la celebración de cursos sobre alfabetización digital para personas desempleadas. En él, también pudieron participar personas con discapacidad auditiva.
A nivel internacional, es inevitable hablar del trabajo que realiza Labdoo. Una de sus iniciativas está en la recogida de portátiles obsoletos y anticuados del primer mundo para llevarlos a zonas que se encuentran en desarrollo. Esos instrumentos que para nosotros pueden ser viejos y lentos se convierten en herramientas de futuro para miles de personas gracias los proyectos educativos que se pueden llevar a cabo con ellos.
Cualquier medida puede marcar la diferencia. En 2010, la UIT y la UNESCO se aliaron para poner en marcha una Comisión sobre la Banda Ancha, que quiere implicar a todos los países del mundo. Desarrollo inclusivo es el concepto clave para ponerlo en marcha, pues la falta de digitalización está marcando ya a una nueva generación de analfabetos en herramientas tecnológicas. Así, apostar por ellos es hacerlo por un catalizador que favorece la integración y la sostenibilidad, una manera de empoderar a los jóvenes, pero también a los sectores más marginados a nivel social.
El papel de las TIC
Por último, queremos hablar del papel que juegan las empresas tecnológicas en la problemática de la brecha digital. Son los grandes tótems de la nueva cultura de Internet y muchos ponen todo su empeño para conseguir llegar a más y más usuarios.
La iniciativa Google Actívate, por ejemplo, nace con la idea de ofrecer herramientas y formación que ayuden a las personas a mejorar su relación con la tecnología e incluso a adoptarla para sus trabajos. Es una tarea enfocada tanto a nivel personal, para, como ellos mismos dicen: «aumentar el potencial digital de las personas», como para empresas, emprendedores, organizaciones sin ánimo de lucro, youtubers, organizaciones culturales…
También ha sido muy comentada la última acción de Facebook en este sentido. Se trata de la red social más usada del mundo y ahora, también se fija en la brecha digital que pueden sufrir ciertas regiones del mundo que no pueden tener acceso a la red. Así, Facebook trabajará con diferentes operadores para impulsar la implantación de servicios de Internet en regiones remotas de América Latina, por ejemplo. Una de las herramientas con las que se trabaja es OpenCellular, un sistema de código abierto y acceso inalámbrico.
Queda mucho camino por recorrer para llegar a esa ansiada igualdad entre todos los hombres. A los problemas sociales, económicos, de género, geográficos… cabe unir ahora la brecha digital, la alfabetización en cuestiones tecnológicas puede significar una gran oportunidad de desarrollo para muchas regiones.
Imagen | Pixabay
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