Estamos en el año 2017 después de Jesucristo. Toda la prensa escrita sucumbe bajo el imperio de las redes sociales… ¿Toda? ¡No! Una aldea de irreductibles medios resiste todavía. Su secreto no es una pócima sacada de una marmita humeante, sino apostar por la confianza del usuario. Puede que no te fíes al 100% del periódico, pero te lo crees más que lo que lees en Facebook. O al menos así lo asegura el estudio de Kantar Media Trust in News.
Las amenazas de los medios tradicionales
En el futuro no leeremos periódicos y dejaremos de ver la televisión. Frases que se repiten desde hace unas cuantas décadas. La radio hace mucho que debería estar sepultada, según los más agoreros. Y, sin embargo, muchos de los medios tradicionales sobreviven. Esto no quiere decir que no estén atravesando una crisis profunda, una crisis de identidad y confianza, sí, pero también financiera.
Uno de los grandes frentes abiertos es el adaptarse a la era online, a nivel formato y a nivel negocio. La televisión lo ha ido haciendo mejor, pero la mayoría de las grandes cabeceras de prensa escrita están teniendo problemas para ello. También hay modelos de éxito, como el del New York Times. “Han creado un producto que sea imprescindible para el usuario. Además, han apostado por formatos nuevos y siempre teniendo en cuenta de que todos los productos se consumen mayoritariamente desde el móvil”, nos resumía el periodista Ismael Nafría.
Otro de los problemas, derivado en parte de la falta de adaptación al modelo digital, es la crisis financiera. Los periódicos confían en la publicidad como fuente de ingresos. Y la publicidad en prensa escrita está en caída libre. En los primeros nueve meses de 2017, se ingresaron 356,4 millones de euros, un 12% del total facturado por publicidad en medios, según el último informe de Arce Media. En el mismo periodo de 2008 fueron 1.183,3 millones, un cuarto del total.
Por último, y por intentar resumir todos los fantasmas que acechan a los medios tradicionales, está el tema de la credibilidad. Las fake news o bulos corren como la pólvora en las redes sociales y contaminan los medios de comunicación. “¿Hay periodistas y medios de comunicación en España que mienten? Sí, desde luego. Pero no creo que sea un problema tan grave en la profesión como el que hay detrás: lo incontrolable que son las noticias falsas que te llegan por WhatsApp o Facebook”, nos explicaba Julio Montes, de Maldita Hemeroteca.
Y sin embargo… “El público sigue creyendo que el periodismo es fundamental para el correcto funcionamiento de la democracia, aunque, en general, se ha vuelto más escéptico”. Así arranca el capítulo de conclusiones de Trust in News.
¿Seguimos confiando en la prensa escrita?
Bajo el neologismo posverdad se esconde la intención de manipular la opinión pública. Una de sus armas son las fake news, pero estas no son siempre intencionadas, al menos no todo el mundo que las comparte sabe que la información es incorrecta. Los bulos se han visto potenciados por las redes sociales, donde millones de personas distribuyen información sin conocer su origen ni contrastarla.
Así, poco a poco, vamos perdiendo la confianza en lo que leemos en Twitter o Facebook. Pero en algo tendremos que creer, ¿no? “Tres cuartas partes de los encuestados consideran que su confianza en las publicaciones impresas se ha mantenido igual o que es aún mayor que antes del fenómeno de la posverdad, una tasa de confianza que casi dobla la de las redes sociales y aplicaciones de mensajería”, señalan en el estudio de Kantar Media.
Publicado en noviembre, Trust in News se basa en entrevistas a más de 8.000 personas en Brasil, Francia, Reino Unido y Estados Unidos sobre sus opiniones acerca de la cobertura política por parte de los medios de comunicación.
De acuerdo con las respuestas, la confianza es alta en las noticias publicadas por medios tradicionales y las versiones digitales de los mismos. Baja un poco en los medios puramente online y cae visiblemente en las noticias que leemos a través de las redes sociales.
Además, el estudio de Kantar Media aporta otros datos interesantes sobre cómo está cambiando la forma en que consumimos información:
- Un público cada vez más informado. El 40% de la audiencia cuenta con más fuentes de las que recibe sus noticias (cuatro, de media).
- Las páginas web son la fuente de noticias más utilizada, por encima de la televisión. A pesar de su mala reputación, las redes sociales son una importante fuente de información para millennials y la generación Z.
- Un público cada vez más consciente. El 40% de los usuarios de redes sociales exploran otros puntos de vista cuando consumen información.
- Un público que duda. Como consecuencia directa del auge de los bulos, un 70% de los encuestados asegura haber dudado antes de compartir noticias.
¿La audiencia quiere pagar?
Una de las soluciones que se presentan desde el negocio periodístico, que podría acabar con la precaria situación financiera y solucionar la crisis de credibilidad, es pagar por la información. A través de las suscripciones, los medios pueden ser independientes (ya que no se deben a publicidad ni a subvenciones) y se deben solo al consumidor, al que tienen que dar información de calidad o se irá a otro lado.
Sin embargo, según el estudio de Kantar Media, “más de la mitad de las personas no le ve sentido a pagar por las noticias debido al gran volumen de contenido que existe de forma gratuita”. Los más de un millón de suscriptores de Washington Post y The Wall Street Journal, así como los casi dos millones y medio del New York Times quizá opinen lo contrario.
En épocas de crisis e incertidumbre, la pócima de la confianza puede tener la respuesta. En épocas de crisis, quizá hasta Obelix tenga que beber de la marmita.
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Imágenes: Kantar Media, iStock, Pixabay