Lorenzo Silva abandona Twitter y uno siente algo parecido a haber perdido un amigo. Este escritor de éxito, articulista e intelectual deja la red social en la que abrió perfil en 2010 de manera discreta, sin ningún ajuste de cuentas tan habitual en ese entorno digital, simplemente como consecuencia de una íntima reflexión. Su elegante despedida ha sido la imagen de la superluna en Venecia, ningún reproche, ninguna queja.
En un artículo publicado en El Mundo, y como gentileza hacia sus seguidores, ofrece una explicación más detallada de la reflexión que le ha llevado a tomar esa decisión en la que ha tenido un peso decisivo el análisis del coste-beneficio. “Empecé a comprender que la herramienta no estaba diseñada para mis fines, sino para los de sus propietarios -algo que ya intuía y que por lo demás no deja de ser lícito-, y que unos y otros habían dejado de ser compatibles: la hábil utilización por parte de Twitter de la curiosidad y otros automatismos de nuestro cerebro se había convertido en una distorsión que me apartaba de cosas más importantes”, explica.
Silva se caracterizó siempre por su intensa actividad en Twitter, que le llevó a participar de los “fuegos que incendian las redes” un día sí y otro también. Tal como explicó en Nobbot, Twitter se convirtió para él en una forma muy eficiente y ágil de atender a sus lectores, “porque un mensaje corto siempre puedes ponerlo, en cambio no siempre tienes tiempo para responder todo lo que te entra por el email”.
Superluna en Venecia. Buena imagen para desconectar para siempre de Twitter. Gracias a todos, pero esto dejó de compensar. pic.twitter.com/mTcBxdRTxF
— Lorenzo Silva (@VilaSilva) 2 de enero de 2018
TEMPLANZA FRENTE a trolls en busca de RETUITs
Y su participación en esta red se caracterizó siempre por el afán constructivo, incluso en diálogos que solo buscaban la destrucción, la llamarada y los retuits fáciles. “A quien me ataca siempre le doy una oportunidad: muchas veces comprendo en seguida que he de bloquearle, pero otras se establece un diálogo y sí, hasta es posible que alguien que empezó mirándote y tratándote con hostilidad recapacite y llegue a considerar que tal vez te asista algo de razón. Alguno me ha dicho que sí, que tras leer mis argumentos en las redes ha entendido que apropiarse del libro de otro es un acto ilegítimo y esencialmente dañino, para las personas cuyo trabajo menosprecias (no sólo el autor), para el conjunto de los lectores y para la oferta de libros de calidad que pueden tener a su disposición”.
El autor de este artículo tuvo ocasión de debatir con él en varias ocasiones y, debo admitir, que nuestras conversaciones hicieron que, incluso, cambiara de opinión en cuestiones sobre las que, como en tantas ocasiones, mis firmes opiniones eres sólidas equivocaciones. Así, me convenció de que, más allá de la calidad de su obra, la actitud de creadores como Lorenzo Silva exige de los consumidores culturales cierto nivel de compromiso y, por esa razón, yo mismo colaboré en la edición, a través de la plataforma de crowdfunding Libros.com en la edición de uno de sus trabajos. Porque, como Silva, creo que este trabajador debería poder vivir del fruto de su esfuerzo, un fruto que es, a la vez, semilla para hacer de nuestra sociedad un terreno más feraz para que brote la sensibilidad y el conocimiento.
todos somos a veces lorenzo silva
Como Lorenzo Silva, yo mismo abandoné hace tiempo una red social y también creí -en un gesto, quizás, de arrogancia- que debía explicar esta marcha a mis seguidores. En aquel entonces justifiqué mi decisión por el hecho de que, en mi opinión, hemos convertido la comunicación en un juego de recompensas, un ejercicio pavloviano en el que la reflexión previa al acto de comunicar y el ejercicio sensato de esta actividad pierden peso ante la urgencia y la ocurrencia, dos características incrementan las posibilidades de éxito de nuestras actualizaciones en perfiles sociales.
Se trata de un reflejo condicionado que nos hace sentir reconfortados en la soledad de nuestra celda de paredes de cristal. Un pequeño espacio transparente desde el que compartimos la limitada visión que tenemos de la cárcel entera con los que se hallan más próximos a nosotros, en el inmenso “panóptico digital” descrito por Byung-Chul Han y que apenas pudieron intuir en toda eficacia y complejidad Foucault, Orwell o Bentham. Y todo ello en un entorno lúdico, visualmente atractivo, tecnológicamente amable, conceptualmente retador.
la poderosa inercia de las redes sociales
Y es que en este mundo enredado, es difícil resistirse a la inercia de las plataformas sociales pero sí se puede tratar de hacer un uso más racional -libre si se quiere-, de estas herramientas de comunicación. Decidir, por lo menos, a quién concedemos el tratamiento de amigo o tertuliano en la mesa de un bar digital, sin que alguien, pensando en la cotización en bolsa de su empresa, se apresure a hacerlo por nosotros.
Por todo ello, la marcha de Lorenzo Silva de Twitter creo que supone una invitación a la reflexión para todos los que participamos activamente en la redes sociales. Termino con una cita de Marco Aurelio: «Ahora de mí depende que no se ubique en esta alma ninguna perversidad, ni deseo, ni, en suma, ninguna turbación; sin embargo, contemplando todas las cosas tal como son, me sirvo de cada una de ellas de acuerdo con su mérito». Pues eso, disfrutemos de las redes haciendo de ellas un uso sensato y enriquecedor, pero teniendo claros sus méritos y, también, sus limitaciones.
Hoy Twitter tiene una limitación más: Lorenzo Silva no está. Nos vemos en tu web, amigo.