Hace unas semanas se publicó la tercera edición del bestseller Humanoffon, de Andy Stalman, y con ella la reedición al completo del libro, que ahora es otro y ha dado una vuelta de tuerca para acercarse a estas dos grandes perspectivas que ya son una: el humano desconectado (off) y el humano conectado (on).
Andy Stalman (@AndyStalman) es mundialmente conocido en el mundo del branding, donde lleva décadas asesorando a marcas de todo el globo a acercarse a la gente y a adaptarse a los nuevos tiempos. Su éxito es tal que es conocido en el sector como Mr. BrAndyng en un guiño a su nombre.
Hace unos años se aproximó todavía más al nuevo humanismo que defiende apasionadamente con su concepto Humanoffon, y desde Nobbot hemos tenido la oportunidad de entrevistarle tanto sobre el libro como su visión del mundo. Nos espera un futuro optimista, siempre que seamos capaces de combinar con éxito ambas realidades (off + on).
-Acabas de relanzar un libro, un guiño a Brandoffon, llamado Humanoffon, que defines como el fenómeno de unir el mundo online con el mundo offline. ¿Es tan complicado esto?
No, y de hecho ya están tan unidos que los dos mundos ya son uno. Por eso Humanoffon se escribe todo junto (y no separado). Tienen algún punto en común en cuanto a la estructura del nombre; que los dos libros se leen igual en español y en inglés; y que los dos libros contienen un mundo indivisible entre el online y el offline.
Brandoffon (2014) está orientado al branding, al mundo de las marcas; y Humanoffon (2016, 2018) está orientado al ser humano. Son matices que marcan una gran diferencia, pero forman parte de una misma evolución no solamente en cuanto a la lectura de lo que nos pasa, sino también de la visión que tengo de hacia dónde estamos yendo (y qué hay que hacer para llegar de la mejor manera a ese lugar).
-Antes del mundo online, no era necesario llamar al mundo offline de ningún modo. ¿Ha redescubierto Internet la realidad?
Lo que está pasando es que están apareciendo cosas nuevas. No solamente aparecen ámbitos nuevos sino que también, cuando algo nuevo aparece, hace falta nombrarlo.
Decía Gabo García Márquez, y esto está al principio de Brandoffon, que había cosas que eran tan nuevas que necesitábamos ponerle nombre. El mundo online, el mundo digital o el mundo de Internet (llámalo como quieras), lo que hace es que nosotros definamos esto, y por tanto redefinamos todo lo que ya había antes.
Quizá previo a esto no hacía falta esta definición, pero una vez que cambia el mundo hay que redefinir ciertas cosas.
Necesitamos reflexionar sobre qué tipo de relación quiere el ser humano con la tecnología, hasta qué punto sabe usarla, y hasta qué punto se deja usar por ella
-¿Nos estamos alejando de ella? De la realidad, digo.
Lo que pasa es que cuando hablamos de realidad, cuando hablamos de 7.500 millones de habitantes… podemos estar hablando de 7.500 millones de realidades. ¿Qué es la realidad?
En definitiva tu realidad y la mía, aunque estemos viviendo en la misma manzana y viviendo en la misma empresa, ¿será la misma o no? Posiblemente no. Seguramente no. La realidad tiene que ver con lo que cada uno construye y con la percepción de lo que cada uno recibe del mundo que lo rodea, o del mundo que cada uno crea. Con lo cual hablar de realidad es muy relativo.
-Comentas en el libro que a veces culpamos a la tecnología de ser banales, pero que ya lo éramos antes. ¿Por qué culpamos a Internet o a los smartphones de todo lo que nos pasa?
Esto tiene como dos niveles de respuesta. El primero es: la tecnología es neutra en principio, y quiero decir con ello que no es ni buena ni mala. Lo que cada ser humano, lo que cada sociedad hace con la tecnología, es lo que determina si es un buen o un mal uso. Si no preguntémosle a Einstein.
El segundo punto de la tecnología es que, en general, la nueva tecnología con la cual estamos interactuando ha traído un progreso tangible, medible e indudablemente bienvenido. Ocurre que todo cambio de era como es esta nueva era digital, que trae la aparición de un nuevo ser humano, hace las veces de checkpoint, de punto de chequeo de ver qué somos, cómo somos…
Y cuando Internet se transforma en un espejo de nuestra sociedad lo que hace es amplificar lo que ya éramos. La tecnología no nos ha hecho banales, ya éramos banales.
-Divides el libro por palabras. Aquí las escribiremos con mayúsculas y cursiva, como el capítulo CAMBIO, en el que hablas de que «no se puede tercerizar» la responsabilidad de las nuevas tecnologías. Somos responsables de su uso.
Indudablemente. Al final, que en una familia tipo digan que los niños están muy conectados es como delegar la responsabilidad de la conexión a Internet, a los smartphones y a la consola; cuando en realidad los que traen Internet, los smartphones y la consola a la casa son los adultos.
En muchos casos los adultos no solamente no saben educar a los niños en el uso de la tecnología, sino que ellos mismos no han sabido educarse a sí mismos en el uso de esa tecnología.
La relación entre el ser humano y la tecnología es todavía un ámbito que está muy verde y que no solamente necesita definirse mejor, sino que necesitamos reflexionar sobre qué tipo de relación quiere el ser humano con la tecnología, hasta qué punto el ser humano sabe usar esa tecnología, y hasta qué punto se deja usar por ella.
-En el capítulo DUDA diferencias entre los profesores, que enseñan, y los maestros, que educan y marcan vivencias. La educación está cambiando, y es posible que no necesitemos ni lo uno ni lo otro.
Es un deseo, una ambición: ojalá la educación y la enseñanza evolucionen para poder preparar a nuestros hijos y jóvenes (y también a nuestros adultos) para un mundo hacia el que nos dirigimos y que es desconocido.
Lo que sí sabemos es que las herramientas más importantes para este mundo desconocido no tienen que ver con ser loros, con ser seres que memorizan y repiten, con ser seres más parecidos a una máquina.
Lo que necesitamos desarrollar tiene que ver con las habilidades sociales, con el ámbito de la duda, tiene que ver no solamente con transmitir información sino sobre todo inspirar, despertar, encender la chispa que los niños tienen de pequeños y que el sistema va poco a poco apagando (o extinguiendo, lamentablemente) y poder recuperar ámbitos de creatividad, de curiosidad, de confianza o de desarrollo individual para que no solamente esos niños tengan un futuro mejor sino un futuro más humano.
Está muy bien cumplir programas y calendarios, pero lo mejor es cumplir con los niños y con los jóvenes
-Para los profesores de hoy, ¿qué les dirías para que quisiesen optar a ser maestros?
Lo primero que le diría es que no se olviden de que ellos mismos fueron niños también, o jóvenes. Que puedan hacer un uso de su memoria emocional para ver cuáles eran las cosas que a ellos les motivaba e ilusionaba, les sacudían para hurgar en la curiosidad, en motivar la pregunta, etc.
Hay que tratar de identificar lo que hace especial a cada niño y no tomar a cada niño como un “saco de patatas”. Cada uno tiene una luz especial, o una habilidad especial. Está muy bien cumplir programas y calendarios, pero lo mejor es cumplir con los niños y con los jóvenes. Creo que en el orden de prioridades no están en los primeros lugares de la lista.
-Una pregunta conflictiva y en el punto de mira: ¿Dejamos entrar a los niños al aula con el smartphone? ¿Establecemos límites?
Es una muy buena pregunta y un debate muy interesante. Yo creo que los jóvenes ya tienen sobredosis de smartphone como para seguir incentivándola. En Francia van a regular esto legislativamente, van a prohibirlos en los establecimientos educativos.
Yo no soy muy proclive a la regulación de las instituciones en todos los ámbitos, pero creo que en alguna hay que plantearse qué aporta dejarlo y qué aporta quitarlo. Creo que lo que sería fantástico que los niños entren al aula y dejen el teléfono en una canasta o en un saco, y que estén focalizados en cuerpo y alma en el aprendizaje.
Seguramente si las clases fuesen mejores (si los maestros transmitieran más, emocionaran mejor), no habría que prohibir el teléfono, porque nadie lo usaría
Lo que termina sucediendo es que la mayoría de las clases son tan aburridas, tan bodrios, tan poco estimulantes, que al final el teléfono es el escape al mundo exterior. Un «quiero huir de este ámbito y el teléfono es mi cómplice en la huída». Seguramente si las clases fuesen mejores (si los maestros transmitieran más, emocionaran mejor), no habría que prohibir el teléfono porque nadie lo usaría.
-En el capítulo HUMANO dices que somos diferentes a las máquinas porque estas no pueden tener emociones, o sentir. ¿Y si lo consiguen?
Son preguntas que yo me he hecho. Preguntas del estilo «¿Qué pasa si una persona se enamora de una máquina?» o «¿Qué pasa si una máquina se enamora de una persona?» y tantas variantes de tipo ética, social, y te diría antropológica, pero estando las máquinas de por medio creo que no cabe esa palabra.
Creo que son preguntas que está bien hacerse. Me gustaría plantear activamente a través de esta entrevista si hay alguien, un especialista, que pueda sostener, argumentar y demostrar de qué manera una máquina puede llegar a sentir. No digo que sea imposible, pero creo que es improbable.
No me imagino a ninguna máquina con esa capacidad de poder tener las emociones humanas. Una cosa es que pueda simularlas o imitarlas, pero no sentirlas auténticamente. Es la gran diferencia entre ellos y nosotros en ese futuro.
-Mencionas varias veces la película Her (2013). ¿Crees que los humanos conseguiremos querer a las máquinas?
Sí, esos son escenarios absolutamente reales, tangibles, y tampoco hay que esperar demasiado. Hoy por hoy estamos viendo una crisis de salud mental global que es tremenda y que de alguna manera se conecta con ámbitos como la ansiedad, la depresión… y tienen todas un denominador común muy grande que es la soledad.
Hoy la soledad en Gran Bretaña ya está tratada como un problema de salud pública. Ante tanta soledad, si de repente te encuentras con un asistente personal, un chatbot o cualquier tipo de formato de máquina que te preste atención, que te entienda, que te comprenda… lo que genera es que esta persona empiece a establecer lazos con esa máquina.
Lo cual es absolutamente triste teniendo en cuenta que, habiendo 7.500 millones de personas, tengamos que establecer lazos emocionales con una máquina. Habla del fracaso que somos como sociedad.
Elon Musk, más allá de lo que uno pueda pensar del personaje, es un prototipo del siglo XXI: atrevido, valiente…
-Hablando de conexiones, y enlazando esto con la movilidad, mencionas brevemente en el libro a Elon Musk. ¿Qué opinas de sus proyectos?
Creo que Elon Musk, más allá de lo que uno pueda pensar del personaje, es un prototipo del siglo XXI: es atrevido, es valiente, juega fuerte, abre ámbitos que otros no habían abierto, se plantea preguntas que otros no se han planteado, hace preguntas que otros no se han hecho, se moja, se expone, se arriesga…
Me parece que hay muchísimas cosas positivas para aprender, copiar y que nos inspire Elon Musk. Sus productos están muy orientados a mejorar lo que somos como sociedad. Si podemos viajar de una ciudad a otra más rápidos y más cómodos, bienvenido es. Creo que nadie va a estar en desacuerdo con esta afirmación. Que pueda ser en un coche que tenga el mismo nivel de confort de un coche que utiliza combustibles fósiles, pero que a ese mismo confort y prestaciones no contamina, no poluciona… nadie podría estar en desacuerdo con ello.
SpaceX no solamente recicla la primera fase del cohete, que es una cosa increíble, sino que esto además forma parte de la economía que buscamos en la que se contamine menos, se polucione menos, se recicle más, se recicle mejor… No solamente ser más amigables, sino buscar modelos sostenibles y sustentables.
En casi todo él está alineando la innovación con una visión de un mundo mejor, la protección del medio ambiente, de lo que tenemos. Creo que es muy admirable todo lo que su mente y su equipo están desarrollando.
-También hablas de coches sin conductor. Para ello quedan unos años pero, ¿qué opinión te merecen servicios de VTC como UberX o Cabify; o carsharing como Car2Go, Emov, Zity…?
Todo las propuestas de valor que mejoren la vida de la gente, que la simplifiquen positivamente en la vida de las personas y tengan un impacto para bien, al final son recibidas con los brazos abiertos.
El modelo de Cabify no solamente ha hecho que el transporte mejore porque los coches están limpios, por el agua mineral, por el WiFi, por el trato…, sino que también le ha puesto las pilas a la competencia, ¿no? Y esta competencia recién ha empezado a reaccionar.
La gente usará el coche cuando lo necesite, pero no su coche, sino cualquiera de los coches que estén a su disposición
Otros modelos que mencionabas como Emov y demás, me parece que para un mundo al que nos dirigimos –en el que ser propietario de un coche va a ser tan ridículo como a mediados del siglo pasado ser propietario de caballos de tiro, por aquello de moverte con un caballo por la ciudad– van a ser una realidad.
La gente usará el coche cuando lo necesite, pero no su coche, sino cualquiera de los coches que estén a disposición. Y no solamente habrá coches urbanos, sino también coches para irte a otras ciudades o países, y habrá coches más grandes y más pequeños, y familiares…
La revolución de la movilidad no se queda solamente en esto. La autoconducción [o conducción automática] es una parte importante de hacia a dónde vamos, que nos permitirá a todos aquellos que vivimos en ciudades grandes poder amortizar mucho más el tiempo que “perdemos” en los traslados.
Si vos estás dos horas en el tráfico, son dos horas más que puedes trabajar, descansar, conectar, escribir, leer, o simplemente dormir. Creo que son avances en todos los ámbitos que lo positivo versus lo negativo entra en una escala de 9:1, si es que hay un 1 negativo que se pueda encontrar.
-Se menciona en el libro algunas políticas referentes a los robots y cómo su relación con nosotros en materia de responsabilidad civil (si rompen algo, por ejemplo) tendrá que ver con el esclavismo que conocemos de civilizaciones antiguas (se hace responsable el dueño). Pero también hemos hablado en Nobbot sobre la legislación del Parlamento Europeo que pretende relevar directamente a la categoría de esclavos a los robots, para todo. ¿No aprendemos del pasado? ¿Y si se vuelven conscientes, o sensibles?
Bueno, habrá que ver varios puntos sobre este tema. El primero es preguntarnos si en algún momento los robots tendrán este tipo de consciencia para, precisamente, ser conscientes de que están siendo usados como esclavos o dentro de una escala legislativa en la que sean considerados tales.
En realidad, la pregunta que yo me planteo en Humanoffon en este ámbito es: igual que en la Antigua Grecia y la Antigua Roma, el esclavo era una extensión del amo. En la actualidad, lo que se plantea es una reinterpretación de esto para decir algo así como «Oye, si tu máquina hace algo la responsabilidad es tuya» porque en definitiva es tu propiedad.
Pero volver a la palabra esclavo en el siglo XXI me parece absolutamente impropio. Lo que sí creo que hay que legislar muy bien y no a la ligera es, en el caso por ejemplo de los coches autónomos, imaginemos que el coche tiene un accidente. Es un escenario potencialmente posible, ¿no? ¿De quién es la culpa?
¿Quién paga la multa o quién va a juicio? ¿Va el dueño del coche? En este caso podría ser, si seguimos esta línea de argumento que me mencionabas antes. Si no va el dueño del coche, ¿va el fabricante del mismo? Y, si no va ni el dueño del coche ni el fabricante, ¿va la empresa que fabricó el software? Esta es otra tercera empresa…
Y aquí podríamos estar in eternum midiendo de quién es la responsabilidad o corresponsabilidad. En cualquiera de los casos, lo importante es tener muy claro los ámbitos no solamente tecnológicos sino también éticos y legislativos de esta nueva legislación.
-El autopilot de Tesla solicita interacción humana cada pocos minutos, pero un conductor ha puesto una naranja (un objeto que cualquiera puede comprar a un precio asequible) que invalida completamente el sistema y le deja echarse una cabezada:
Muy buen ejemplo porque «hecha la ley, hecha la trampa». Los coches semiautónomos necesitan precisamente de esta interacción humana, pero los coches autónomos que estamos a punto de conocer van a ser 100% autónomos. No van a vigilar que estemos tocando botones.
¿Hasta cuándo se dará este punto? No lo sabemos. Lo que sí sabemos es que los pilotos de Boeing, hace unos años, pidieron a la empresa que les dejaran estar más tiempo con el control de la aeronave en modo manual y no modo piloto automático.
El sistema de aeronavegación de los Airbus y los Boeing es tan inteligente que prácticamente pueden hacer todo solos. Tanto piloto como copiloto se estaban “empastando”. Necesitaban recuperar el contacto con la aeronave, con los imponderables, con las situaciones: volver a sacudirse esa modorra y sacudir al cerebro.
Lo maravilloso de la mente humana es que es tan creativa para construir como para destruir. Y aquello que nos hemos cargado también somos capaces de reconstruirlo
-En PLAN hablas del cuidado del planeta. En otra cita, Márquez dijo que «no tenemos otro mundo al que podernos mudar». ¿Estamos concienciados, además de conectados? ¿Ayuda Internet a ello?
No sé si nos ha hecho más responsables, pero sí nos ha hecho más conscientes de lo que implica el cambio climático o el calentamiento global, o este tipo de impactos fuertes en nuestra vida cotidiana. Eso sin duda alguna.
La consciencia o corresponsabilidad que tiene cada ser humano en el planeta y en el medio ambiente creo que todavía no ha llegado a los titulares o a las prioridades en gran parte del planeta. Quiero decir: hay una gran parte del planeta que no tiene ni para comer, que no tiene agua potable o luz eléctrica. Con lo cual, hablar del cuidado del mundo es, para ellos, entrar en una dimensión futurística. Aunque por otro lado ellos son bastante conscientes de la necesidad de su entorno, y son bastante cuidadosos con ello.
Luego tenemos los países en vías de desarrollo, que están más preocupados por la supervivencia diaria que por el cuidado del planeta. Y tenemos un tercer grupo de las economías más maduras con algunos países con una conciencia más desarrollada, como puede ser el caso de los países escandinavos, en donde la interacción con el entorno es parte de cómo comprenden su relación con el mundo.
-Un entorno del que dependemos.
Totalmente. Cada año el mundo pierde 6.000 millones de árboles, grosso modo, entre los que se plantan y los que se mueren (o se matan). Hace unos días vi una tecnología que, haciendo uso de pequeños drones, puede sembrar 100.000 árboles por día.
Imagínate lo que es esto, para todos aquellos que demonizan la tecnología y el progreso. Ese pedacito, ese granito de arena en el desierto tecnológico. Cómo puede transformar la depredación que hemos hecho de nuestro planeta y volver a regenerarla.
Lo maravilloso de la mente humana es que es tan creativa para construir como para destruir. Y aquello que nos hemos cargado también somos capaces de reconstruirlo. Ojalá que la creatividad humana se canalice en un mayor porcentaje en lo que es el desarrollo constructivo en general y no tanto en armas, sistemas de destrucción, etc.
-No puedo estar más de acuerdo con esto último.
De hecho, en ese mismo capítulo llamado PLAN, en Humanoffon, hablo sobre lo que el Future of Humanity Institute considera los doce jinetes del apocalipsis, que son potenciales amenazas reales para la “destrucción del planeta”. Creo que los primeros son invenciones humanas.
- Cambio climático extremo.
- Guerra nuclear.
- Catástrofes ecológicas.
- Pandemias mundiales.
- Colapso del sistema mundial.
- Impactos de grandes asteroides.
- Supervolcanes.
- Biología sintética.
- Nanotecnología.
- Inteligencia artificial.
- Riesgos inciertos.
- Mala gobernanza mundial en el futuro.
Claramente, Internet ha de ser un amplificador de voces que llamen a la acción rápidamente para que no lleguen estos escenarios. Ser destruidos por nosotros mismos es de juzgado de guardia.
Si hubiese una política de Estado para invertir en lo que es la creación de valor añadido, seguramente España podría ascender a este proyecto de transformación hacia el siglo XXII
-En Humanoffon diferencias dos países: los que se lanzan a las REDES y los que quedan expectantes. ¿Está España adaptándose a Internet, a los nuevos tiempos?
Pues mira, esta semana se dio a conocer el listado de las marcas más valiosas de España. La primera es una empresa de indumentaria, de retail; la segunda es un banco; y la tercera era una empresa de telecomunicaciones.
La primera no tiene que ver con este mundo tecnológico aunque lo utiliza, evidentemente; la segunda tampoco tiene que ver aunque invierte y participa en fondos, startups y demás; y la tercera es una empresa de tecnología.
No sé hasta qué punto esta tecnología es creadora o seguidora de creaciones de terceros. No tengo información como para opinar, pero sí hay un gran ecosistema emprendedor e innovador y creativo español. Sobre todo apalancado por privado, no por público, pero que de alguna forma se relacionan con fondos de la Unión Europea; con fondos que muchas empresas han puesto, generando divisiones de áreas de desarrollo de nuevos emprendimientos.
Creo que España no está en la parte de la locomotora del tren pero tampoco está en la parte de la cola. Creo que si hubiese una política de Estado para invertir en lo que es la creación de valor añadido, seguramente España podría ascender a este proyecto de transformación hacia el siglo XXII.
-En Islandia se discutió su constitución a través de Facebook, aunque luego acabase congelada. Sin entrar en política, eso aquí es algo impensable. No ya hacerlo en red, sino discutirla abiertamente.
De entrada: detrás de Islandia está todo el mundo en muchos ámbitos. No solamente han hecho esto, sino que ahora acaba de legislar que todas las empresas deberán pagar la misma retribución por el mismo trabajo y el mismo puesto ya sea hombre o mujer más allá de su género, etnia u origen, entre otros. El famoso gender gap ya no existe más en Islandia pero porque se legisló, ya es obligatorio.
A mí lo que me llama la atención es que la Unión Europea no haya salido en tromba a secundar esta iniciativa y a promocionar y promover entre sus estados miembros el poder llevarlo a cabo. No entiendo por qué no, si al final el talento, el conocimiento, o el trabajo, no tienen nada que ver con el género. Si los dos hacen el mismo trabajo y lo hacen bien, ¿por qué el uno tiene que ganar más que el otro?
Sobre el tema de la constitución en sí mismo, ya estás viendo lo que pasa en Cataluña. Mientras que en Islandia avanzan hacia puntos de encuentro, van hacia debates que hagan acercar posiciones, van hacia ámbitos de progreso, de discusión inteligente, hacia la búsqueda de acuerdos, etc, en Cataluña da la sensación de que en muchos ámbitos, en lugar de abrazar esa modernidad que siempre caracterizó la mentalidad, y que siempre caracterizó el ADN barcelonés y catalán, están retrocediendo en el tiempo, buscando quién tiene razón en lugar de buscar cómo buscar encuentros.
Y, en general, y esto aplica a ambos pensamientos: se potencian los extremismos en lugar de los abrazos, potenciando la negación desde la ley del estado de derecho y las instituciones… Me parece que nos quedan muchos años de maduración como sociedad todavía para poder alcanzar esos hitos en los que, entre todos, podamos alcanzar un escenario más proclive para la unión. Pero es urgente. Es algo que tardará pero es urgente empezar ya. Hoy por hoy el desafío es el encuentro. De desencuentro ya tenemos bastante.
La tecnología y el ser humano, integradas en el ser humano no es algo del futuro, sino que es algo que ya existe hoy
-Varias veces, a lo largo del libro, nos encontramos con el concepto de ciborguismo, aunque no se menciona tal palabra. ¿Qué opinas de los humanos ampliados? Ya se venden sentidos nuevos, como la magnetorrecepción (lo que tienen las palomas para orientarse).
El ser humano que integra en su cuerpo, tanto a nivel interior como exterior, la tecnología, no es algo de hoy. Desde lo que puede ser unas gafas, la extensión de un brazo biónico, una válvula cardiovascular, una pastilla que te tragas y te hace un escáner interior…
La tecnología y el ser humano, integradas en el ser humano, no es algo del futuro sino que es algo que ya existe hoy. Lo que seguramente sucede es una evolución de este mix orgánico-artificial a muchos otros ámbitos:
- Se está hablando de que a partir de 2040 o 2050 habrá una tecnología lo suficientemente desarrollada para matar a la muerte (es el claim de Calico, la empresa de Alphabet).
- Se está hablando en Singularity precisamente del término de singularidad en el que el ser humano y la máquina ya son uno como elemento indivisible. O como ámbito.
Seguramente nuestros hijos lleguen a ver que con el ADN que extraigan de tu piel puedan crear un clon tuyo que se vea natural, humano, real, pero que sea 100% artificial.
-Como en el 4×01 de Black Mirror, el U.S.S. Callister.
O como Westworld y tantos otros. Justamente ayer en Fast Company había un artículo sobre el algoritmo de prevención de crimen, que suena a ficciones como Minority Report. Bueno… da miedo pero en algunos casos también da esperanza.
Imagínate una persona que vuelve de la guerra tetrapléjica y le dicen «vamos a extraer tu ADN y lo vamos a poner en un cuerpo nuevo que va a verse como tú. Con tu forma, con tu color de ojos, con tu físico.
¿Firmarías el documento en el hospital para que te hagan este transplante de cuerpo? Es probable que este tipo de situaciones las veamos. Habrá debate, discusión, críticas. Entrarán temas éticos, seguramente religiosos, morales…
Pero también habrá un ámbito para reflexionar sobre estos progresos tecnológicos que no dejan de maravillar.
-Volvamos al presente. El TRABAJO es de lo que más preocupa en nuestro país. ¿Cómo ves su futuro? ¿Sabremos adaptarnos a los cambios?
¿Sobre el futuro del trabajo? Según el Foro Económico Mundial de Davos, entre las diez cuestiones esenciales del trabajador del futuro en la era digital, ocho tienen que ver con habilidades sociales, con empatía, liderazgo, interacción con gente, creatividad, lidiar con situaciones inesperadas, la incertidumbre…
No estamos hablando del ámbito de la tecnología sino de un ámbito muy humano en cuanto a la transformación. El futuro del trabajo lo divido en cuatro grandes grupos de empresas que vislumbro u organizaciones:
- Empresas grandes, que tienen mucha gente y son muy grandes, pero solamente en tamaño. Punto.
- Grandes empresas, son grandes porque descubren cosas nuevas, hacen cosas nuevas, mejoran la vida de la gente. Son grandes en actitud, en visión, en emoción, en transformación, etc.
- Expertos, donde cada experto será su propia empresa muy atomizada. Por ejemplo, habrá un experto en genética molecular de niños de tres años; y habrá expertos en branding para empresas emocionales. Uno para cada ámbito específico. Las empresas grandes tendrán que contratarlos.
- Empresas transitorias en las que se unirán esos expertos para atender proyectos concretos. De manera tal que uno puede sentarse en una mesa con grandes expertos en diferentes ámbitos. Uno no podría haberse imaginado trabajar con ellos, y de repente está siendo parte de ese proceso de cocreación y colaboración que va a generar un valor brutal.
Seguramente habrá otros modelos derivados de estos cuatro modelos principales, pero creo que es hacia donde se dirige el mundo del trabajo sin olvidar los aspectos más inmediatos y no tanto del futuro.
Por ejemplo, redefinir y repensar la transformación digital como una transformación humana en un primer lugar. Muchas empresas quieren abrazar la tecnología sin haber abrazado el ser humano, con lo cual llenan de sistemas, algoritmos y máquinas las empresas. Pero al ser humano ni lo quisiste ni lo estás queriendo, un error grande.
El trabajo del futuro lo tendrán las empresas que vayan virando de la estética a la ética; del beneficio al propósito; de lo digital a lo humano; de la realidad de la facturación sin más a un compromiso social; la naturaleza del planeta; y la naturaleza de lo humano. Hay muchos ámbitos que todavía están muy verdes, inmaduros.
El tema está en cómo se termina definiendo esta conversación sobre el rol de los robots y las máquinas en el ámbito laboral
-¿Qué opinas de la renta mínima universal? ¿La gente se volvería vaga? ¿Es viable?
Va a depender mucho también del rol de cada uno. Si vos tenés una renta mínima, y mañana el mismo trabajo lo puede hacer un robot y a ti te dan la renta mínima pero también el tiempo. ¿Qué dirías, que sí o que no?
-Digo que sí.
Tú y el 99% de la población. El tema está en ver cómo se termina definiendo esta conversación o discusión sobre el rol de los robots y las máquinas en el ámbito laboral, como si pagarán su IRPF o su Seguridad Social. No solo para sostener los sistemas de pensiones y jubilaciones, sino también para todos aquellos puestos laborales que cambiarán.
Por ejemplo, todos aquellos camioneros o conductores que mañana vayan a ser desplazados por los camiones autónomos, ¿qué hacemos con todas estas personas? ¿Se les puede pagar un sueldo para que puedan reinventarse y trabajar en otro ámbito; o simplemente para disfrutar de la vida y del tiempo?
No creo que sea complicado el debate, pero sí no enfrentar el debate. Hoy en día nuestros legisladores y juristas están más centrados en la votación telemática de Puigdemont que en este tipo de ámbitos que son los que terminan definiendo el mundo en el cual vamos a vivir. En diez años nadie hablará de Puigdemont, pero todo el mundo estará hablando de las máquinas, de los robots, de qué hemos hecho con nuestras ciudades, de la realidad del trabajo.
Con lo cual, me parece bien que la gente dedique cierto tiempo a temas como Cataluña y demás, pero también hay que dedicar tiempo a lo otro. Y no se ve que se le esté dedicando. Si ocurre, se comunica de manera pésima porque no nos enteramos.
En diez años nadie hablará de Puigdemont, pero todo el mundo estará hablando de las máquinas, de los robots, de qué hemos hecho con nuestras ciudades, de la realidad del trabajo
-Hay otro problema en el horizonte. Internet ha ayudado mucho al terrorismo, y la XENOFOBIA se nutre de él. ¿Qué herramientas da la red para combatir ambos?
La xenofobia no está tanto en manos de la tecnología como sí de la educación. Se empieza a combatir desde los hogares, las instituciones y la legislación. Los colegios y universidades, etc. Dejar en manos de la tecnología, a priori neutra, la lucha contra la xenofobia, es reducir el problema a una solución que no va a ser tal, y evitar hablar del problema de base: cómo estamos educando a nuestra sociedad para que termine siendo xenofóbica.
Creo que hay que plantear el debate de la educación tanto en las instituciones (gobierno, establecimientos educativos), pero también en la familia. No es un tema de uno sino algo que compete a todos. [La xenofobia] es una de las enfermedades que tenemos que curarnos como sociedad.
-En ZOOM introduces que no debemos obsesionarnos «pensando en las oscuras posibilidades de las nuevas tecnologías en nuestra vida, sino todo lo contrario». Pero sé de buena tinta que ves Black Mirror. ¿Qué opinión te merece esta serie, u otras como Philip K. Dick’s Electric Dreams?
Creo que, con todo el respeto del mundo hacia una serie que es brutal como Black Mirror, está en la línea de Humanoffon, ¿no? Ellos quieren despertar conciencias a partir de la ficción, y yo quiero despertar conciencias a partir de mi interpretación de la realidad.
De alguna manera estamos conectados en la misma preocupación, que es la sociedad que está dirigiendo en algún punto a seguir potenciando el “smartphonecentrismo”, la tiranía de los likes, las máquinas y los robots en un lugar absolutamente protagónicos; relegando en el proceso ámbitos esenciales y trascendentales de nuestra sociedad (e incluso diría de nuestra civilización) para otro momento. No hay otro momento.
Creo que Black Mirror, precisamente como buena metáfora, nos pone frente al espejo de lo que Internet nos muestra que somos como sociedad. Y a partir de ahí lo que debemos hacer es no solamente quedarnos en el debate y la conversación porque, como dije, digo y diré, lo único que transforma es el hacer. Debemos empezar a tomar todos cartas en el asunto.
No somos adictos a Internet sino a la información que viene por Internet, y hoy lo complejo implica poder gestionar los tsunamis informativos que vienen cada segundo sumado a las fake news
-Mencionas varias veces el concepto de “sobredosis de información”. En otros ámbitos se usa infoxicación (intoxicación por información). Somos adictos a la información. ¿Sabemos usarla con sabiduría?
No tenemos todavía un grado de aprendizaje lo suficientemente maduro. Hoy por hoy, no somos adictos a Internet sino a la información que viene por Internet, y hoy lo complejo implica poder gestionar los tsunamis informativos que vienen cada segundo sumado a las fake news.
Ayer, un director de un medio importante decía que hoy por hoy puedes inundar un medio de noticias de mentira y nadie se da cuenta, nadie dice nada. Hay países donde sí se toman cartas en el asunto. Algunos medios tienen plataformas (la mayoría privadas) que están activamente compartiendo aquello que es mentira de cara a desenmascarar estas fake news.
Demostrando que algo es mentira hacen un trabajo muy importante, pero es una responsabilidad de los medios de comunicación. Como decía Hemingway, «hay que filtrar la mierda», que tiene que ver también con la formación y preparación de cada uno. Es importante que volvamos a pensar que la educación tal y como la conocíamos ya no sirve hoy por hoy.
Damos por hecho que un tipo o una tipa de 25 años ya no tienen que educarse más, y necesitamos una educación sine díe: uno tiene que educarse hasta el último día. Todo cambia a tanta velocidad… Actualizar el sistema operativo en el teléfono es fácil, pero actualizar la mentalidad no es tan fácil, y el conocimiento tampoco. Es otro de los asuntos pendientes absolutamente urgentes a los cuales hay que atender.
-En general, el libro Humanoffon destila optimismo, aunque hay peros. ¿Eres optimista?
Sí, mucho, soy optimista. Pero no soy avestruz. No soy un tipo que es optimista crónico a partir de vivir en una caverna a lo Platón. Soy una persona que estoy expuesto a la realidad: viajo mucho, leo más, viajo, observo… trabajo con empresas de todos los ámbitos (gran consumo, retail, servicios, energía, entretenimiento…) y mi visión optimista del mundo tienen que ver con las observaciones que veo en muchos ámbitos.
Por otro lado, creo que soy optimista, primero, porque creo en ese algo innato del ser humano como criatura creativa y curiosa, lo que choca contra los apocalípticos que dicen que no se pueden cambiar las cosas; y por otro lado creo en la capacidad de la mayoría de la humanidad de mejorar como contrapeso a los pocos (muy pocos) malos malísimos que lo único que pretenden es el caos, la confusión y el ruido para hacer buenos negocios.
-Nos hemos quedado con una frase del libro que vamos a enmarcar bien grande: «mucho de lo que hoy vemos fue un día una utopía; todo lo que imaginamos como utopía podrá ser nuestra realidad de mañana».
Genial. Un placer, Marcos. Gracias por la buena conversación.
Imágenes | Marcos Martínez, Matam Jaswanth, Michael Benz, iStock/Zapp2Photo, Gerome Viavant