“¡Como en Black Mirror!«. En los últimos años, esta expresión se ha escuchado a menudo. El caso más famoso es también el que le ha dado popularidad a una serie de televisión que hasta entonces era conocida solo por un pequeño nicho de fans.
21 de septiembre de 2015: en las redes sociales comienza a circular la noticia de que, en su etapa universitaria, el ex primer ministro británico David Cameron habría tenido sexo oral con la cabeza de un cerdo muerto. En Twitter, miles de personas empiezan a repetir que esa historia – contada en una biografía no autorizada y nunca corroborada – recuerda muy de cerca lo que se vio, en 2011, en el primer capítulo de Black Mirror: ‘National Anthem’.
Black Mirror prevé la realidad
La serie de televisión creada por Charlie Brooker trae a la pantalla situaciones grotescas, de ciencia ficción y distópicas, ambientadas en un futuro tan cercano como perturbador, dominado por la tecnología y las redes sociales. A menudo estas pesadillas visionarias han resultado ser mucho más reales de lo que parecía.
De hecho, el ‘Pig-Gate‘ no fue la única «profecía» apuntada por Black Mirror. El último episodio en orden de tiempo es también uno de los más increíbles: el plan de China para dotarse de un sistema de ‘puntuación de ciudadanía’, que reservaría beneficios a los que obtengan una valoración alta (carriles preferenciales en las entrevistas de trabajo, posibilidad de alquilar sin fianza, prioridad en hipotecas, etc.) y fuertes penalizaciones para aquellos que no se portaran bien.
Este escenario se parece mucho a lo que vimos, en 2016, en el primer episodio de la tercera temporada de la serie, ‘Nosedive’, que muestra una sociedad obsesionada y paranoica por las valoraciones que cada ciudadano puede atribuir a los demás. En menor medida, algunos usuarios de Uber experimentaron una situación similar, cuando se vieron rechazados porque su rating de cliente había caído por debajo de 4.7 (de 5), que muchos conductores consideran el estándar mínimo aceptable.
Resucitar a los muertos
El grito de “¡Como en Black Mirror!» resonó de nuevo en octubre de 2016. En el primer episodio de la segunda temporada, ‘Be right back’, transmitido tres años antes, una chica no puede aceptar la muerte de su novio y decide aferrarse a la tecnología. Inicialmente se habla de una aplicación que puede almacenar todos los mensajes de texto, correos electrónicos y perfiles sociales, con los que crea una copia de la personalidad del difunto.
La relación que se establece entre Martha y el chat que reproduce el comportamiento de Ash evoluciona hasta que se le entrega un clon sintético con la apariencia y el carácter de su novio fallecido. Pero las cosas no irán como ella esperaba.
Con la excepción del clon sintético, esta historia ya no es ciencia ficción. La startupper rusa Eugenia Kuyda, a través del machine learning y aprovechando todos los SMS, correos electrónicos y demás de un amigo difunto, Roman Maruzenko, ha creado un chatbot, Replika, que puede replicar las respuestas que daría Roman. En el mundo real, el experimento no parece ser tan exitoso como en Black Mirror, pero el punto es otro: con la mejora continua del machine learning es muy posible que en unos pocos años estos chatbots basados en los fallecidos puedan realmente imitar el comportamiento de una persona concreta.
Vivir de los recuerdos
En el tercer episodio de la primera temporada, ‘The entire history of you’ (2011), casi todas las personas tienen un implante en sus ojos que les permite grabar cada evento del día. El uso de las grabaciones también se extiende al sexo, cuando las personas vuelven a mirar su mejor experiencia en lugar de fijarse en la pareja. Es la transformación de la vida en un espectáculo que puede ser visto y revisado continuamente y de manera obsesiva.
Sony, Google y Samsung llevan años trabajando en lentes de contacto especiales que pueden registrar lo que está sucediendo a nuestro alrededor. Snapchat, por otro lado, lo intentó en 2016, con el lanzaminto de sus gafas Spectacles. De momento, todos estos experimentos no han tenido mucho éxito, pero, en un futuro no muy lejano, es probable que tengamos la posibilidad de revisar cada momento de nuestra vida, con el riesgo, eso sí, de no saber vivir en el presente.
En el mismo episodio de 2011, vemos también a un coche que no arranca porque el conductor ha bebido demasiado, una fantasía que se hizo realidad en 2015, cuando Estados Unidos presentó el DADSS (Driver Alcohol Detection System for Safety).
Emoticones parlantes y populismo
El pasado septiembre de 2017, Apple lanzó sus nuevos modelos de iPhone, y entre las nuevas características se encontraban los animoji, una evolución animada de los emojis, que reproduce la expresión facial del usuario. Justo después del anuncio, la cuenta de Twitter de Black Mirror señaló que entre los animoji también debería incluirse Waldo, el avatar protagonista del episodio ‘The Waldo Movement’, que se emitió en 2013.
Esta no fue sólo una profecía tecnológica, ya que en el capítulo se imaginaba que un candidato sin escrúpulos utilizara una animación para ocultar su rostro y ganar las elecciones con una campaña anti-sistémica y populista (Trump y Beppe Grillo se podrían dar por aludidos).
Las innovaciones tecnológicas, como todo, tienen consecuencias tanto positivas como negativas y está claro que Charlie Brooker pisa al máximo el acelerador de la distopía. Sin embargo, Black Mirror tiene el mérito, entre otros, de mover unos metros más allá la línea de lo que ya estamos experimentando hoy. No nos queda otra que esperar que nuestro futuro sea un poco menos angustiante.
Imágenes | Wikipedia
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