La tecnología detrás de blockchain no se limita al universo de las criptomonedas. Es una revolución del statu quo en una larga serie de sectores e industrias, incluido el del entretenimiento. La música, en particular, parece ser la próxima presa de la cadena de bloques.
Los años 80, 90 e incluso 2000 han terminado. El mercado de la música ha cambiado completamente y nunca volveremos a ver algo como las 110 millones de copias vendidas de Thriller. Hoy, los mayores ingresos provienen de merchandising, entradas de conciertos y objetos de colección. Los discos no se venden.
Sin embargo, gracias a internet vivimos un momento extraordinario en cuanto a fruición, intercambio y difusión de la música. Cualquier artista es potencialmente susceptible de ser escuchado gracias a un simple clic. Eso sí, sobre la selección y calidad de la propuesta, será mejor no expresarse, para evitar acusaciones de ‘viejovenismo’.
A pesar de estas posibilidades sin precedentes, los creadores siguen siendo la parte más penalizada. De hecho, la revolución digital ha favorecido la afirmación de una nueva familia de intermediarios, que, si cabe, han empeorado las cosas.
El dominio de los proveedores de streaming
YouTube tiene 1.500 millones de usuarios; Soundcloud, 175 millones; Spotify, 140; y Netflix, 110. Estos gigantes controlan el mercado global de los contenidos. Actúan como nuevos distribuidores, responsables de la recaudación de las suscripciones y de los ingresos publicitarios, así como de los pagos a los artistas.
El autor del éxito estadounidense ‘All about the Bass’ (2014), Kevin Kadine, reveló que obtuvo solo 5.699 dólares por parte de Spotify, frente a más de 178 millones de descargas. Taylor Swift también tuvo una disputa similar con Apple Music y Spotify.
Las plataformas de streaming pueden decidir libremente el tipo de tratamiento que quieren reservar a un artista. Alternativas como Patreon todavía no parecen ser respuestas efectivas a la falta de equidad dentro de la industria musical. Nace, por tanto, la necesidad de encontrar nuevas opciones, y aquí es donde blockchain entra en escena.
Blockchain para la música
Panos Panay es un experto de música en la era digital y profesor en el Berklee College de Boston. Con la Open Music Initiative ha creado una aplicación innovadora capaz de rastrear los usos de una determinada pieza musical, el número de reproducciones, los lugares donde se reproduce y mucho más.
«Imagina un panel de control al que puedas acceder como compositor y que te muestra todos los lugares donde se reproduce una de tus canciones», explica Panay. La información se almacena en una base de datos descentralizada basada en la tecnología blockchain. De esta forma, todos pueden acceder a ella y verificar el registro público de la canción. El sistema no puede ser manipulado ni pertenecer a ninguna entidad específica, pues es una public blockchain.
Mediante la aplicación de Panay, también se estipularán los llamados smart contracts. Estos contratos inteligentes online, completamente automatizados, permiten a un artista vender los derechos de su propia composición con total seguridad y autonomía. Esto podría significar la desaparición definitiva de los intermediarios entre público y artista. Algo que posiblemente aportaría importantes beneficios a los bolsillos de ambos.
No en vano, Spotify, que el año pasado tuvo que enfrentarse a una demanda por regalías no pagadas, adquirió Mediachain, una startup que combina la infraestructura blockchain con la tecnología de identificación de contenido. El objetivo es crear una biblioteca multimedia universal en la que sea posible identificar al autor y la historia que dieron vida al contenido.
Merchandising y entradas
Como decíamos, hoy en día las ganancias en la música proceden, sobre todo, de las entradas a conciertos y de los gadgets. Es por eso que en el Reino Unido nació BitTicket, una plataforma basada en blockchain. Esta aspira a reducir la especulación (scalping) en el mercado de las ventas de entradas online. Y ya tiene dos competidores: Avventus y TicketChain.
En cuanto a los objetos de colección, se ha creado un nuevo mercado, el de la autenticidad. Otra característica que se puede determinar gracias a blockchain. La tecnología utiliza un libro mayor que registra las transferencias de valor peer-to-peer, las transacciones y puede proporcionar una identidad única para cada unidad de producto rastreado.
Videojuegos
Parte importante de la industria del entretenimiento son los videojuegos. CryptoKitties es un juego de compraventa de gatitos digitales, basado en la plataforma open source Ethereum. TechCrunch lo describe como «la versión digital de las tarjetas de Pokémon». Desde su lanzamiento, el 28 de noviembre de 2017, la escalada ha sido tan rápida que ha alcanzado una facturación de 6,3 millones de dólares en los primeros días de diciembre.
CryptoKitties es la primera aplicación para un juego de cierto peso basada en blockchain. No utiliza una base de datos centralizada. Pese a que los desarrolladores de AxiomZen reciban un porcentaje por cada transacción, la compañía podría desaparecer mañana y los gatitos aún permanecerían en el mercado. Obviamente CryptoKitties es solo la punta del iceberg de lo que podría ser la tecnología blockchain para los videojuegos.
Actualmente estamos en medio de la tormenta. Lo cierto es que esta tecnología resuelve problemas relacionados con el acceso, la distribución y la remuneración de los contenidos y, lo que es más importante, con la gestión de los derechos y activos digitales. Con respecto a la calidad de las canciones, la tecnología no lo puede todo y tal vez será mejor resignarse a recuperar algún viejo disco.
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Imágenes | iStock CryptoKitties.com