“Siri, ¿cómo se hacen las patatas fritas?”. Esa es la pregunta que formula un cocinero, porque el conocimiento está en la red, no es necesario retenerlo. Es una de las muchas cuestiones planteadas dentro de la exposición Pulgares que escriben y se deslizan, del colectivo DIS.art., en La Casa Encendida de Madrid. La muestra, que ocupa hasta el 13 de mayo tres salas con las ‘poéticas de la conectividad’ de DIS, estudia la importancia de los cuerpos (cuerpos que han perdido literalmente la cabeza, con el cerebro incluido) en las sociedades definidas por un contexto capitalista hiperconectado. Así, la dependencia tecnológica provoca que ahora los pulgares que escriben y se deslizan por smartphones y tablets tengan acceso a cantidades ingentes de información, lo que plantea nuevas formas de articulación del poder y las influencias y a la vez una suerte de anarquía digital.
pulgares en el arte post-internet
Los vídeos son una parte fundamental de la exhibición. Proyectan de todo, partiendo de consideraciones teóricas muy particulares sobre nomadismo, la privatización de los bienes en el Neolítico o la omnipresencia del sistema capitalista, pero de forma amena, desde lo subversivo hasta lo psicodélico. Así, todas las imágenes configuran un collage poliédrico en el que hay humor, tintes de surrealismo, cultura pop, teoría crítica y desconcierto; Vladimir Putin y McDonald’s.
¿Quién necesita un cerebro cuando tenemos pulgares que pueden escribir y deslizarse por la pantalla, buscando el conocimiento en un océano de información en línea demasiado extenso para la capacidad de una mente humana?
El título completo de la muestra es Pulgares que escriben y se deslizan: red de entretenimiento educativo de DIS. Esta segunda parte no es aleatoria: en un mundo en el que todo está disponible online, el entrenamiento nos narcotiza, las líneas se difuminan y es más complicado discernir las categorías oficiales. DIS tiene mucho que ver con lo que se ha denominado arte post-internet, aunque esta sea una consideración un poco problemática. En Nokton Magazine han preguntado por este concepto a Juan Martín Prada, profesor en la Universidad de Cádiz de Teoría del Arte Contemporáneo, doctorado por la Complutense y autor de numerosas publicaciones sobre el tema.
Pulgares que escriben y se deslizan. Red de entretenimiento educativo de DIS from La Casa Encendida on Vimeo.
Juan Martín Prada: Los artistas post-internet nos hablan de cómo Internet se ha convertido en el elemento articulador principal de las nuevas pautas sociales, comunicativas y afectivas que caracterizan nuestra época. El arte post-Internet sería, pues, arte que ‘poetiza’ sobre la red, pero sobre todo acerca de nuestra dependencia de ella. Como decía Nik Kosmas el arte post-Internet sería “arte acerca de la experiencia de vivir, en red, en el siglo XXI”.
– Nokton Magazine: ¿Qué relación existe entre el desarrollo del arte post-internet y el estallido de la crisis económica en 2008?
JMP: Hay que tener en cuenta que la denominación post-Internet art no empezó a hacerse recurrente en comisariados y textos críticos hasta, al menos, el 2013, algo más tarde ya del inicio de la crisis y cuando muchos países mostraban efectos de cierta recuperación (no era el caso de España, desde luego). Por otra parte, debemos tener en cuenta que es un tipo de práctica muy ligada al mercado del arte, al contrario que lo que sucedió con el Internet art (o net art).
– NM: Y a raíz de esto, ¿hacia dónde va la ‘artistización’ de lo trash? (memes, gifs, vídeos grabados con el móvil que se convierten en virales, capturas de pantalla a una publicación en Twitter…)
JMP: En un mundo saturado de imágenes caracterizadas por su disponibilidad, la creación visual digital se identifica cada vez más con el montaje, la combinación y la transformación de imágenes raptadas. El lenguaje del arte pasa a ser fundamentalmente lenguaje sobre lenguajes existentes, como si ‘expresar’ sólo pudiera ser ahora resultado del uso de un diccionario ya compuesto, de un repertorio de elementos que combinar de diferentes maneras. Remix, sampling o mash-up son términos que se hacen cotidianos en el quizá ya definitivo primado de las tareas de selección-transformación, en la expansión de los modos de acción deejay más allá del nocturno y festivo territorio específico que les dio origen. En esas obras se entremezclan dimensiones distintas de la experiencia de la vida, del sentido y del tiempo, que serán recombinadas una y otra vez en una alquimia neopop amante cada vez más de lo freaky.
reflexión sobre la fugacidad
Esa mezcla a la que alude Martín Prada es la que origina, efectivamente, el tipo de arte de la muestra. Procesos constantes de apropiación y reapropiación que pueden conducir incluso al replanteamiento de los tiempos. Además del contenido audiovisual, en Pulgares aparecen objetos sacados de su contexto, como grandes tubos industriales, un banco de paja o sillas escolares desde las que el visitante puede contemplar las explicaciones que da la cabeza (desligada su cuerpo) de McKenzie Wark, que pronuncia un discurso sobre las teorías de Paul B. Preciado, los cuerpos como artefactos, biocapitalismo y la identificación actual del ideal platónico con el diseño sexual.
Otro de los temas clave de los paneles es la reflexión sobre la fugacidad y la intención de tener todo inmediatamente. En este sentido, DIS no rehuye el ámbito político. Alguno de estos paneles juega además con la forma, presentado como si fuera una storie de Instagram «(…)Incluso cuando realmente queremos informarnos nos topamos con un campo de acción emborronado por trolls, por opiniones conservadoras radicales, por noticias falsas…».
En definitiva, DIS ha sabido leer y representar los códigos cada vez más imperantes en la red, y a la red misma como un espacio que excede lo digital. La lógica propia de su medio, el capitalismo, es inmersiva: consume, descarga, desliza tu pulgar. Así, Pulgares exhibe nuestra irreversible exposición a los estímulos y el caos en aparente orden en el que habitamos.
Artículo publicado originalmente por Nokton Magazine con licencia creative commons.