Para los apasionados de la saga ‘El planeta de los simios’, la pregunta sobre quién dominará el mundo después de los humanos tiene una sola respuesta. Probablemente no será así, pero la pregunta no es tan absurda. Como todo en la vida, incluso la dominación indiscutible del Homo sapiens sobre el planeta tuvo un comienzo y tendrá un final. Por cierto, no estaría mal poder hablar con algún Tiranosaurio Rex para perder un poco de arrogancia.
Sea como sea, según algunos biólogos e investigadores, los siguientes dueños del planeta no serán los simios. El cetro recaerá en manos de un animal aparentemente mucho menos ambicioso: la vaca.
De una investigación publicada en la revista ‘Science’ se desprende que estos mansos herbívoros sobrevivirán al Armagedón que nosotros mismos provocaremos. Cuando el cambio climático destruya nuestras civilizaciones y arrase ecosistemas, bosques y mares, las vacas seguirán allí. Y no solo eso, serán los mamíferos más grandes y extendidos y, en consecuencia, heredarán el planeta.
Los humanos acaban con los grandes animales
Es bien sabido que las actividades humanas colocan a los animales más grandes en mayor riesgo de extinción. Es una tendencia que lleva manifestándose desde el Pleistoceno, cuando empezaron las primeras migraciones de homínidos. De seguir así, y todo apunta que así será, el tamaño de los cuerpos de los mamíferos terrestres será cada vez más pequeño. Más de lo que ha sido en los últimos 45 millones de años.
Aunque todos los continentes habitables albergaron una vez mamíferos gigantes, hoy en día las pocas especies restantes se limitan en gran medida a África. Esta disminución coincide con la expansión global de los homínidos a finales del Cuaternario. La actividad del ser humano ha sido el impulsor principal de las pérdidas taxonómicas y también de la homogeneización de los ecosistemas. La megafauna tiene una enorme influencia en la estructura y funcionalidad del ecosistema. Por tanto, la perdida de tamaño de los animales ha remodelado, y todavía está remodelando, la biosfera terrestre.
Las vacas son muchas y se pueden adaptar
Apenas las vacas han sobrevivido en un número considerable al exterminio de grandes mamíferos. Su buen sabor una vez cocinadas, paradójicamente, las ha salvado de la furia humana. Actualmente, hay al menos 1.000 millones y medio de especímenes en todo el mundo, más que perros y gatos juntos (entre 500 y 600 millones de ejemplares para ambas especies).
Hasta la llegada del ser humano, las especies se limitaban a adaptarse a los cambios. Cambiaban su hábitat, se mudaban, en algunos casos desarrollaban características más adecuadas, en otros se extinguían. Esta vez las mutaciones avanzan a un ritmo mucho más rápido y los animales no tienen tiempo para adaptarse. Sin embargo, las vacas, dado su tamaño, adaptabilidad y una dieta muy limitada, tienen excelentes posibilidades de sobrevivir.
Cuando llegue el calor, se moverán más hacia el norte. En caso de frío, bajarán al sur. La hierba no faltará. Tal vez solo los cerdos puedan arrebatarle el reinado. También son muy numerosos gracias a la ganadería practicada por los humanos. Y se adaptan muy bien. Pero su mayor tamaño probablemente convertirá a las vacas en la especie hegemónica.
Por supuesto, al final, el Apocalipsis planetario llegará para todos. Y, si el destino del planeta está marcado, el reino de las vacas tendrá una corta vida, tal vez unos pocos siglos o miles de años. Mientras tanto, todo lo que ahora es nuestro será suyo: casas, jardines, carreteras. Luego llegará el fin y solo los tardígrados se quedarán hasta que el Sol acabe comiéndose la Tierra. Nosotros ya no estaremos. Con suerte, nos habremos escapado antes.
Un reino con aire viciado
Sin embargo, incluso cuando el terrible Homo sapiens por fin se haya quitado de en medio, la calidad del aire en la Tierra no mejorará. De hecho, el sector de la ganadería -con un 15% del total- ocupa el tercer escalón en el triste podio de los emisores de gases de efecto invernadero. Por detrás del sector energético y el industrial, y por delante del transporte. Los vacunos, en particular, causan el 80% de estas emisiones.
Las simpáticas vacas contaminan más que coches y camiones. El proceso digestivo que les permite digerir el pasto y el forraje provoca la producción de grandes cantidades de metano. El gas no se escapa de donde todos podríamos pensar, sino de la boca, durante la rumia. Ocurre cuando las bacterias metanogénicas presentes en el sistema digestivo del animal entran en acción. Este aliento de gas produce un promedio de entre 200 y 300 litros de metano al día por cada res.
Si las vacas llegan a dominar el planeta, dispondrán de praderas interminables. Podrán envejecer y crecer, ya que hoy la mayoría se sacrifica a una edad muy temprana. Serán aún más grandes y sus emisiones aumentarán. Las vacas heredarán un planeta con poco futuro y probablemente le asestarán el golpe de gracia. Aun así, unos pocos siglos de reinado vacuno bien valen una misa.
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