Antes de alcanzar la mitad del siglo, sabremos que no estamos solos en el universo. Así lo creen muchos de los científicos que están a la caza de extraterrestres. Pero, si hay vida ahí fuera, ¿por qué no han venido a visitarnos antes? Puede que no quieran, que pasen de contactar con la Tierra. O quizá esta vida extraterrestre no tenga ni la capacidad ni las herramientas para venir a vernos. O puede que esté atrapada en su planeta.
Puede que las tierras lejanas sean inmensas prisiones imposibles de abandonar. Así lo fue nuestro planeta durante millones de años. Desde el Observatorio de Sonneberg, en Alemania, acaban de publicar esta singular teoría. Si los extraterrestres viven en supertierras, es posible que se vean atrapados por una enorme fuerza gravitacional. Las aeronaves alienígenas serían incapaces de generar el empuje suficiente como para escapar del imán de su planeta de origen.
El día que escapamos de la Tierra
Corría el año 1949. El cohete Bumper-WAC se convertía en el primer objeto hecho por el hombre en alcanzar el espacio. Así lo asegura la NASA. Desde Alemania, sin embargo, dicen que fue un poco antes, en 1942, en plena II Guerra Mundial. Ese año, los cohetes V-2 marcaban un récord balístico acercándose a los 10 kilómetros de altura. De hecho, fue parte del equipo de ingenieros de Wernher von Braun, diseñador del V-2, quien estuvo detrás del Bumper-WAC y sus 393 kilómetros de altura.
Sea como fuese, hace unos 70 años que la tecnología humana logró vencer la fuerza de la gravedad que, hasta entonces, nos había tenido pegados a la superficie de la Tierra. Desde entonces, el ser humano ha enviado sondas a los suburbios del sistema solar y más allá. Ha puesto robots en la superficie de Marte. Ha pisado la Luna (y ha conseguido volver). La exploración espacial está llena de hitos inimaginables hace solo un siglo. Aun así, escapar del campo de fuerza que rodea la Tierra sigue siendo de los procesos más complicados.
Las culpables: la gravedad y la llamada velocidad de escape. Para escapar de la fuerza descrita por Newton, se calcula que un objeto necesita una velocidad inicial de 11,2 kilómetros por segundo. O 40.320 kilómetros por hora. La cantidad de energía necesaria (y combustible) para alcanzar dicho impulso es enorme. Dicha velocidad de escape se usa como referencia. Sin embargo, no se aplica directamente en los cohetes. La aceleración necesaria para alcanzarla en superficie los destruiría.
Los cohetes reciben un impulso inicial hasta alcanzar una órbita alrededor del planeta. Después, sirviéndose de la velocidad orbital (a 100 kilómetros de altura es de aproximadamente 7,8 kilómetros por segundo) y mediante la propulsión extra de los motores, se consigue superar la barrera de la gravedad. Todo esto, si es que se pueden resumir décadas de cálculos y de investigación física en un par de párrafos.
Las supertierras, un imán gigante
Volvamos a las supertierras. Estos exoplanetas son fundamentales en la búsqueda de vida extraterrestre. Tienen una masa entre una y 10 veces la de nuestro hogar y entre 1,25 y dos radios de la Tierra. Y se sitúan cerca de su estrella de referencia, en una franja en la que se dan condiciones de habitabilidad, al menos bajo los estándares de la vida terrícola. En estos nuevos mundos están puestas muchas de las esperanzas de acabar con nuestra soledad en el universo.
La gravedad está directamente relacionada con la masa, el tamaño y la densidad del planeta. Así, en planetas de composición similar a la Tierra, pero mucho más grandes, la gravedad debería ser, al menos en teoría, más fuerte. “En planetas más masivos, un vuelo espacial sería exponencialmente más caro”, explica Michael Hippke, investigador independiente afiliado al Observatorio de Sonneberg (Alemania), al portal Space.com.
Hippke es el principal autor de un estudio publicado en International Journal of Astrobiology que sostiene que una fuerza de gravedad considerablemente mayor a la de la Tierra impediría que una aeronave alienígena alcanzase a generar el empuje suficiente como para escapar del campo gravitacional. Por ejemplo, en una supertierra con una masa diez veces superior a la de la Tierra y 1,7 veces su radio, la velocidad de escape se multiplicará por 2,4, sostiene Hippke. Es decir, 26,9 kilómetros por segundo. O unos 96.770 kilómetros por hora.
La cuestión del combustible
La cantidad de energía necesaria para poner un cohete en órbita desde la Tierra es enorme. Por ejemplo, el Falcon Heavy de SpaceX, uno de los cohetes más avanzados tecnológicamente, pesa 1.420 toneladas. Con ellas (la mayor parte, de combustible), es capaz de poner 64 toneladas de carga útil -como mercancías o pasajeros- en una órbita terrestre baja o llevar, teóricamente, 16,8 toneladas a Marte.
“Para lograr una ratio similar [al Falcon Heavy], un cohete en el planeta Kepler-20b necesitaría 9.000 toneladas de combustible”, explica Hippke en el paper. “Para una misión como las Apolo, el cohete necesitaría ser considerablemente más grande, con una masa superior a las 400.000 toneladas”.
¿Imposible? Si algo hemos aprendido los humanos tras siglos de investigación científica y desarrollo tecnológico, es que las barreras pueden superarse. Por mucho que algunas parezcan imposibles. Es cierto que, bajo nuestro punto de vista, sería imposible salir volando de una supertierra con cohetes y combustibles como los que tenemos. Pero nada impide que los superterrícolas hayan desarrollado supergasolinas para escapar de su supergravedad. Eso siempre y cuando estén tan obsesionados como nosotros por escapar de su planeta.
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