Siempre han circulado muchos bulos acerca de enfermedades y tratamientos. En el Neolítico las migrañas se intentaban eliminar trepanando el cerebro. Nuestros abuelos intentaban curar lo incurable con brebajes a base de flores silvestres. Durante siglos, también fueron famosos los creadores de pócimas milagrosas. Sin ir más lejos, la Coca-Cola debe su fórmula original a un farmacéutico, John S. Pemberton, que quería crear un jarabe contra los problemas de digestión.
El campo de la salud es, pues, un terreno minado donde, según uno pise, se puede llevar el mejor diagnóstico o, por el contrario, uno totalmente delirante. O, ya puestos, una refrescante Coca-Cola. A la hora de creer en curas para nuestros males, somos capaces de todo. Está el caso, por ejemplo, del bulo que empezó a correr sobre el aceite que se usa para freír las patatas de McDonald’s, que, según algunos, era ideal para tratar la calvicie. “Es un ejemplo de cómo se extrapola que algún aditivo de un alimento puede tener algún tipo de indicación para el tratamiento de una enfermedad”, recuerda Frederic Llorachs, uno de los fundadores del portal de consulta médica Doctoralia.
Otros bulos que circulan por ahí nos hablan del poder extraordinario de los llamados “superalimentos”, como la quinoa o el kale, que se utilizan porque tienen una alta carga energética o de determinados nutrientes. Sin embargo, en el fondo, no tienen mejores propiedades que alimentos comunes como el arroz, las legumbres o las patatas.
Hoy en día, bien sea en internet o en los medios de comunicación, hay alimentos o sustancias que se ponen de moda y que acaban siendo la panacea para curar cualquier dolencia. Pero conviene andar con ojo para no caer en el delirio, como los que han vinculado la ingesta de zumos con la prevención del cáncer, o los que han dicho que las vacunas provocan autismo. Frederich Llorachs achaca estos malentendidos al exceso de información que hay en internet sobre cuestiones de salud, y sobre todo a que está “mal categorizada”. En este sentido, cree que la información siempre debe venir avalada por un profesional sanitario que esté claramente identificado como fuente.
Muro entre médicos y pacientes
La sobreinformación fomenta e incrementa la hipocondría, la angustia y las teorías conspiratorias en los internautas, tanto como la ausencia de datos. Como consecuencia, la falta de sentido común y el recurrir a páginas y testimonios poco fiables acaban levantando un muro de desconfianza entre médicos y pacientes. “La relación médico-paciente debería estar basada en la confianza, pero internet no siempre contribuye a ello, sino que muchas veces ocurre lo contrario”, señala Llorachs.
Precisamente, según el estudio ‘El médico 3.0’, de Doctoralia, la sobreinformación con la que hoy cuentan los pacientes está empezando a dificultar seriamente el trabajo de los especialistas en salud en España. El llamado ‘efecto doctor Google’ puede llevar a los pacientes a dar como cierta toda la información que encuentran en la red, con el potencial riesgo para su salud que esto conlleva.
El informe de Doctoralia destaca que más de la mitad de los especialistas en salud de este país (en concreto un 51,7%) es consciente del problema de la sobreinformación médica y de los peligros que ello conlleva para la salud de los internautas. Además, muchos de los que han participado en el informe reconocen que, ahora que el paciente dispone de tanta información, la figura del médico queda en entredicho y es más complicado para ellos que sus recomendaciones sean tomadas en serio.
El estudio también abarca a los especialistas de Brasil, México y Polonia, donde los pacientes se muestran especialmente activos en el uso de herramientas de salud digital. En el caso de México, el 45% de los especialistas cree que esta sobreinformación no les ayuda a la hora de tratar a sus pacientes. Además, tres de cada cuatro médicos en España llaman la atención sobre el hecho de que la información encontrada a través de Google no está revisada por especialistas. Asimismo, se quejan de que la información no está en muchos casos ni actualizada ni basada en los últimos avances científicos.
La clave es ir a una fuente de confianza
Para conocer la forma más fiable posible sobre una dolencia en internet, según Frederic Llorachs, la clave es consultar una fuente de confianza, ya sea una asociación médica o un profesional colegiado. Además, luego conviene contrastar siempre esta información con un profesional que conozca nuestro caso particular y que pueda valorar si esa información es pertinente en nuestro caso.
A nivel de instituciones, también hay iniciativas para mejorar la calidad de la información sobre salud que circula en la red. La plataforma #SaludSinBulos, por ejemplo, denuncia estas falsedades y todas las fake news que se originan y propagan a la velocidad de la luz en el ámbito sanitario. “Uno de cada tres bulos que circulan en la red es sobre salud, siendo las relacionadas con la alimentación y el cáncer las más recurrentes. Además, todas estas informaciones falsas generan mucha viralidad”, se lamenta Llorachs.
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