Un grupo de estudiantes de la Universidad Autónoma de Puebla, han desarrollado un motor que funciona con agua y gasolina, reduciendo a la mitad los contaminantes causados por la combustión. Según estos jóvenes, gracias a este prototipo se podría cubrir el gasto de combustible de una familia poblana con solo 100 pesos, algo más de 4 euros. Aunque no son pioneros en el uso de estos principios químicos aplicados a un motor híbrido, pues ingenieros y científicos han realizado proyectos similares desde hace varios años, su visión es distinta: comenzar a trabajar a pequeña escala para ayudar a su comunidad rural.
De hecho, los cuatro estudiantes planean que la primera implementación de su motor será en su comunidad, Chipilo, en la maquinaria agrícola. “Ahí estaría nuestro primer mercado”. Las familias de los universitarios se dedican a la ganadería y la agricultura. “Ahí podríamos implementar el prototipo”.
“Sabemos que un producto que compita con el petróleo es un producto que amenaza, por lo que las iniciativas desaparecen. Los intereses que atacas han impedido su uso. Algunos ya comienzan, pero en esta parte de la historia es todavía difícil”, confesó un miembro de este equipo. De ahí la importancia de implementar estas ideas en el campo, ayudando al trabajo agrícola de sus familias, en Chipilo.
electrolisis con agua de un charco
La idea del proyecto parte de un proceso químico, la electrolisis, que separa los componentes de un compuesto por medio de la electricidad. La primera fase de este proceso consiste en separar los elementos que componen las moléculas de agua: el hidrógeno y el oxígeno.
“Con el agua, uno de los compuestos más abundantes y por tanto de fácil acceso, no tenemos que explotar recursos naturales no renovables, por lo que cualquier persona puede usar este sistema –el motor- y aplicarlo a sus necesidades, generando una huella ecológica menor, sin emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera y ahorrar significativamente en costos”, comentó María Luisa Zago Merlo, uno de los miembros del equipo.
Para su primer intento, utilizaron agua contaminada, de un charco, con la que consiguieron arrancar el motor de una motocicleta. Antes de ser usada, el agua pasó por un proceso de filtrado, con el fin de separar contaminantes y residuos sólidos con más de 2 milímetros de grosor y evitar obstrucciones en el sistema.
el motor de un desguace
Su prototipo es un híbrido hidrógeno-gasolina, con el que se reduce a la mitad las emisiones contaminantes. El hidrógeno se introduce a través de una garganta al carburador. Por su parte, la gasolina se introduce mediante la composición original de mangueras. Una vez que el combustible hace combustión, se une al hidrógeno. Estas adaptaciones se hicieron en el motor de una motocicleta que los estudiantes recogieron de un desguace, solo para identificar el rendimiento de su prototipo.
Se dieron cuenta que esa moto avanzaba 50 kilómetros aproximadamente por cada dos litros de gasolina. Con los cambios, con un litro de agua y otro de combustible, realizaron dos meses de pruebas en las que superaron esa distancia.
Antes de las pruebas con el motor 50-50, comenzaron con un 90 por ciento de gasolina y 10 de hidrógeno. Poco a poco fueron aumentando el porcentaje del gas hasta encontrar la proporción ideal, a la mitad, ya que su rendimiento se asemeja al sistema que utiliza pura gasolina, en cuanto a potencia y velocidad.
El sistema cuenta además con sensores de nivel para la detección de las cantidades de agua y gasolina, para que el vehículo nunca se quede sin combustible. El posible conductor conoce los niveles de agua y gasolina, gracias al tablero digital que instalaron, el cual indica el porcentaje de hidrógeno, y al tablero original de la motocicleta, que precisa las cantidades de combustible.
El siguiente paso en su proyecto es mejorar la estética del motor. Planean incorporar en el diseño trabajos realizados por otros universitarios, como un filtro de agua y celdas solares, que podrían superar el prototipo chipileño.