Con 80 latas de refresco se puede fabricar la llanta de una bicicleta; con 40 botellas de agua, una camiseta; y con seis tetrabriks de leche, una caja de zapatos. Esto son solo algunos ejemplos de reutilización de productos reciclados. A esta alturas, ya somos conscientes de los beneficios que nos reporta el reciclado de los materiales que usamos.
Tanto es así que en España, durante 2017, cada habitante depositó 13,96 kg de envases de plástico, latas y tetrabriks en el contenedor amarillo (5,76% más que en 2016). Y dejó 16,1 kg (3,87% más que el año anterior) en el contenedor azul, según datos de Ecoembes. Esta organización sin ánimo de lucro tiene como objetivo que para 2025 se reciclen el 25% de todos los residuos urbanos. Y que en 2035 se envíen al vertedero un máximo del 10%.
Según los datos proporcionados, los ciudadanos estamos dispuestos a cumplir con nuestra parte. Pero lo que no tenemos tan claro es la forma en qu debemos proceder en algunos casos. Bien porque los productos están fabricados con varios materiales –en este caso, lo recomendable es llevarlos a un punto limpio–. O bien porque no tenemos claro en qué categoría de los contenedores –vidrio, papel, plástico y orgánicos– están incluidos.
¿CRISTAL O VIDRIO?
Uno de los contenedores es el de vidrio, que se identifica con el color verde. Y vidrio no es lo mismo que cristal. Sobre el papel es fácil de decir, pero cuando pasamos a la práctica surgen muchas dudas. Desde Ecovidrio nos dan la clave: solo botellas, tarros y frascos. Recuerdan que es importante retirar las tapas y tapones. Estos también se reciclan, pero en el contenedor de color amarillo.
A veces, es común confundirse con bombillas, vasos de cristal, espejos o menaje de porcelana. Los platos y tazas, por ejemplo, suelen estar hechos de cerámica. Un material que no se funde a la misma temperatura que el vidrio reciclado y puede estropear el proceso de producción de nuevos envases. En este caso, tienen que ir al punto limpio más cercano a tu domicilio. Allí se encargarán de gestionarlos de la forma más adecuada.
El vidrio es un material que se puede volver a reutilizar mediante un proceso de lavado de desechos o a través de su fundición. Y, lo que es más importante, puede ser reciclado al 100%. Es decir, de una botella de vidrio puede salir otra exactamente igual.
CÁPSULAS DE CAFÉ
El mercado de las cápsulas de café monodosis ha crecido exponencialmente en los últimos años. La comodidad, la limpieza y la variedad han disparado las ventas de este tipo de cafeteras. Tanto es así que siete de cada diez hogares utilizan una cafetera de cápsulas, según un estudio de Alimarket. Y más de la mitad (56%) la utilizan todos o casi todos los días.
Sin embargo, es posible que ese producto no sea tan limpio como los consumidores creen. Algunas de estas cápsulas son difíciles de reciclar porque están compuestas de varios materiales, que también varían dependiendo del fabricante. Además, después de utilizarlas siguen teniendo restos de café. Por eso elegir el contenedor adecuado donde depositarlas lleva a confusión.
La mayoría de los fabricantes cuenta con un programa de reciclaje propio y con puntos de recogida. Este es el caso de Nespresso y Nescafé. Algunos de ellos, sin embargo, tendrán que revisar el uso de los materiales con los que las hacen. Las Islas Baleares y la Comunidad Valenciana ya han anunciado que prohibirán el uso de aquellas fabricadas con plástico no biodegradable.
PAÑALES Y COMPRESAS
Los productos de usar y tirar nos hacen la vida más fácil. Pero en algunos casos generan basura imposible de reciclar. Este es el caso de algunos productos de higiene, como los pañales y las compresas.
Compuestos de plástico, celulosa y polímero –material que facilita la absorción–, lo recomendable es llevarlos a un punto limpio. Ni siquiera echarlos al de restos orgánicos. La alternativa más ecológica sería utilizar productos reutilizables. Afortunadamente, esto podría tener los días contados.
En octubre del año pasado, la empresa Fater inauguró en Italia la primera planta dedicada al reciclado de este tipo de productos. Un proceso en el que, tras eliminar los restos orgánicos, se procede a la separación de los materiales antes mencionados para su reutilización. Con ellos se podrían fabricar pinzas para la ropa, prendas de viscosa o nutrientes para las plantas.
JUGUETES DE PLÁSTICO
La falsa lógica nos lleva a pensar que, como son de plástico, tendrían que ir al contenedor amarillo. Pero no. Su lugar, en el caso de que estén rotos, es el punto limpio. Y si están en buenas condiciones, siempre se pueden donar para alargar su vida y que puedan disfrutar de ellos otros niños.
El contenedor de plástico provoca muchas confusiones por su denominación. Pero desde Ecoembes explican que solo han de depositarse en él tres tipos de residuos. Uno de ellos son los envases de plástico. Solo envases. Esto incluye las botellas de bebidas, productos de limpieza, geles de baño, champús, colonias, yogures, tarrinas de mantequilla, bolsas de congelados, bandejas de corcho blanco, envoltorios de plástico, bolsas de aperitivos y de golosinas y bolsas de plástico.
Al contenedor amarillo también debemos tirar los tetrabriks y los envases metálicos. Es decir, latas, bandejas y papel de aluminio, aerosoles y tapones y tapas metálicos. Por ejemplo, las que retiramos de los botes de vidrio.
SERVILLETAS DE PAPEL
Sí, son de papel. Pero como ocurría con los juguetes, su apelativo lleva a confusión. Hay que depositarlas en el contenedor de orgánicos. La razón es que suelen tirarse después de utilizarlas, así que pueden incluir restos de aceite y grasas. Lo mismo que ocurre con el tapón de corcho de una botella de vino o las hojas que retiramos de las plantas que tenemos en casa.
En el contenedor de papel solo deben depositarse los envases de cartón y papel. Esto incluye todo tipo de cajas, como las de zapatos o los envases de cartón de los huevos. Los periódicos, revistas y libros también van a este contenedor. Aunque en el caso de estos últimos, lo mejor es la donación para alargar su vida útil.
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