“Había unas semillas terribles en el planeta del principito… eran las semillas de baobab. El suelo del planeta estaba plagado de ellas. Y de un baobab, si uno se deja estar, no es posible desembarazarse nunca más. Obstruye todo el planeta. Lo perfora con sus raíces. Y si el planeta es demasiado pequeño, y si los baobabs son numerosos, lo hacen estallar”.
Los miedos, más que justificados, del único habitante del asteroide B612 imaginado por Antoine de Saint-Exupery en ‘El Principito’ no son reales en la Tierra. Aquí abajo la historia parece, más bien, ser al revés. Son el planeta y su clima descontrolado los que parecen estar haciendo estallar estos árboles milenarios.
Para el principito, mantener al baobab a raya era cuestión de disciplina. Después de terminar su higiene matinal, aseguraba, se obligaba regularmente a arrancar los baobabs en cuanto los diferenciaba de los rosales, la otra planta que habitaba el planetoide. En la sabana africana, donde los baobabs son casi sagrados, no hay ningún príncipe tan disciplinado. Pero los ejemplares más antiguos están desapareciendo, según un estudio reciente publicado en Nature.
Drama en la sabana
La obra de Saint-Exupery tiene muchas interpretaciones. Incluso, dicen, una misma persona la entiende de formas diferentes en función del momento de su vida en que la lea. En algunas de estas interpretaciones, los baobabs representan los miedos; los temores de los que debemos deshacernos antes de que crezcan demasiado. Problemas que se vuelven gigantes y arrasan con todo, como el cambio climático.
“El árbol africano del baobab (Adansonia digitata) es la planta con flores, o angiosperma, viva más antigua del planeta y se encuentra en las regiones tropicales de este continente”, señala la divulgadora Sarah Wild en Nature. “Cada árbol, que puede contener hasta 500 metros cúbicos de madera, puede vivir más de 2.000 años. Sus anchos troncos a menudo tienen cavidades huecas y sus ramas altas se asemejan a las raíces que sobresalen en el aire”.
Los baobabs son capaces de almacenar hasta 120.000 litros de agua en sus troncos como reserva para las épocas de sequía. Sus frutos se consumen, frescos o secos, en las regiones tropicales de África continental y Madagascar. Sus semillas se utilizan para producir aceite y sus hojas también son comestibles. Además, estos árboles son fuente de fibras para la elaboración de cuerdas y cestas, así como tintes naturales y combustible. Y son usados en diferentes remedios tradicionales.
La familia del baobab, que además de la especie Adansonia digitata cuenta con otras ocho especies, trasciende también el mundo físico para muchas poblaciones africanas. El árbol oficial de Madagascar y Senegal es un lugar de encuentro para algunas tribus, un fantasma de asentamientos del pasado e, incluso, un símbolo sagrado. Pero no nos desviemos. Los baobabs están desapareciendo y la ciencia quiere saber por qué.
El icono de África se muere
“Mediante el uso de datación por radiocarbono identificamos las arquitecturas estables que permiten a los baobabs alcanzar grandes tamaños y edades. Hemos constatado que nueve de los 13 baobabs más antiguos y cinco de los seis más grandes han muerto en los últimos 12 años. La causa concreta de la mortalidad todavía no está clara”. Así empieza el paper publicado en junio en Nature Plants y firmado por investigadores de las universidades de Bolyai, en Rumanía, Northern Virgina (NOVA), en Estados Unidos, y de Pretoria, en Sudáfrica, así como de los centros Woods Hole Oceanographic Institution y THEMBA Labs.
Entre 2005 y 2017, este grupo investigó y dató más de 60 ejemplares de baobab africano y fue el primero en calcular la edad de especímenes vivos. A través de su investigación, también concluyeron que el baobab tiene la capacidad de producir nuevos tallos y troncos, casi de la misma forma en que la mayoría de árboles producen ramas nuevas. Fue durante el seguimiento de estos ejemplares que los investigadores detectaron la muerte repentina de los más antiguos y los más grandes.
«Sospechamos que la desaparición de baobabs puede estar asociada, al menos en parte, con las modificaciones de las condiciones climáticas que afectan en particular al sur de África»
“[…] es un evento de una magnitud sin precedentes. Estas muertes no han sido causadas por una epidemia y también ha habido un aumento repentino en las muertes naturales de muchos otros baobabs maduros. Sospechamos que la desaparición de baobabs puede estar asociada, al menos en parte, con las modificaciones de las condiciones climáticas que afectan en particular al sur de África. Sin embargo, es necesario realizar más investigaciones para apoyar o refutar esta suposición”, concluyen los investigadores.
De hecho, no es la primera investigación que señala los rápidos cambios que se están sucediendo en la población de baobabs africanos. Estos podrían estar en relación directa con los efectos del cambio climático en el África subsahariana. En esa región, las temperaturas han aumentado más del doble de la media global en los últimos 50 años. El resultado: más incendios, sequías más prolongadas, mayor erosión y pérdida de calidad del suelo.
En uno de los primeros capítulos de ‘El principito’, el piloto Antoine relata las historias de baobabs del protagonista. Habla de un planeta en el que los árboles habían crecido tanto que eran lo único que quedaba. “¿Por qué no hay en este libro otros dibujos tan grandiosos como el dibujo de los baobabs? La respuesta es muy simple: lo intenté, pero no lo pude lograr. Cuando dibujé los baobabs estuve animado por un sentimiento de urgencia”, reflexiona el narrador. Más allá de metáforas y ficciones, la urgencia, hoy, se hunde en las raíces de los milenarios baobabs.
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