Somos adictos a las malas noticias. Y los medios de comunicación explotan esta debilidad. Pero las malas noticias, más allá del morbo, nos pasan factura y nos ponen en alerta. En definitiva, nos entretienen, pero también son causa de preocupación. ¿Quién dice que no seremos los próximos en vernos afectados por un desastre natural, un atentado terrorista o un robo de tarjeta bancaria?
Un informe del fabricante de antivirus Kaspersky confirma que las noticias sobre filtraciones de datos, cada vez más frecuentes y masivas, son motivo de inquietud generalizada. Un 77% de los más de 1.000 usuarios españoles que participaron en esta encuesta admitió estar estresado por este tipo de informaciones. Y es que desastres como el de la firma financiera Equifax en Estados Unidos, que en 2017 dejó a la intemperie datos personales y números de la Seguridad Social de 143 millones de personas, le quitan el hipo a cualquiera.
Qué causa el ciberestrés
Pero el ciberestrés de los españoles no solo tiene que ver con las grandes fugas de información de las empresas financieras, de redes sociales como Facebook o de los juegos en línea de PlayStation. También tres de cada cuatro usuarios de tecnología en este país las pasa moradas tratando de administrar las contraseñas para acceder a cualquier servicio online. Y es que un usuario medio tiene que acordarse de decenas de clave y por eso recurre, aunque parezca mentira, a combinaciones tan facilonas como “123456”, “password” o “qwerty”. Esto supone no solo dejar accesibles los datos, sino ponerles a los hackers una alfombra roja para que den con ellos. Curiosamente, y a pesar de ello, un 95% de los españoles no se fía de los gestores de contraseñas.
El estrés cibernético tiene más facetas. Otra de ellas tiene que ver con la protección de los dispositivos. El 81% de los cibernautas españoles sufre por esta causa. Además, el 74% se siente abrumado por la cantidad de información sensible de la que dispone. Según Kaspersky, los cibernautas de este país creen tener motivos para estar preocupados, toda vez que un 58% espera encontrarse con un problema de seguridad durante los próximos 12 meses.
Además, algo más de la mitad admite haber sido víctima de un problema así en los últimos cinco años. No hay que olvidar que prácticas como el phishing, el ransomware (extorsión gracias al cifrado del disco duro) o el criptojacking (ralentización del equipo por el minado de criptomonedas) se han convertido en epidemias globales que todos, en uno u otro momento, hemos vivido de cerca.
De qué desconfiamos y de qué nos fiamos
A mayores niveles de estrés, mayor es la desconfianza de los usuarios en la tecnología que usan. Kaspersky preguntó a los participantes de su estudio sobre las aplicaciones que menos confianza les inspiraban a la hora de proteger sus datos frente a filtraciones o ataques. Los usuarios apuntaron a las redes sociales y al pago por el móvil como las menos fiables (44% y 30%, respectivamente).
Mientras tanto, el seguimiento por GPS y las aplicaciones de monitorización de salud y de música resultan ser las más fiables. Apenas un 10% de los entrevistados dijo que no daría datos personales a estas apps, a pesar de que suelen requerir una información (la de localización o los datos médicos) altamente sensible.
El problema de la autoevaluación digital
Pero el ciberestrés no encuentra sus causas únicamente en la inseguridad de los datos. También tiene que ver con nuestras expectativas en la red y la imagen que queremos proyectar en internet, y hasta qué punto esa imagen se corresponde con la realidad. “Nos pasamos el día recibiendo una alta cantidad de estímulos, tales como imágenes, vídeos, textos o música, a través de nuestros dispositivos móviles. Correos electrónicos, publicaciones en nuestras redes sociales, tanto nuestras como de los demás, invitaciones a eventos o mensajes de WhatsApp, bien sean en grupo o individuales, nos llegan en grandes cantidades a diario y nos hacen querer tener una imagen social adecuada, querer sentirnos aceptados por los demás y querer dar una respuesta satisfactoria a estos estímulos digitales, a fin de salvaguardar nuestra identidad pública”, señala Horten Soler, psicopedagoga especializada en nuevas tecnologías.
“Este concepto de evaluación digital, tanto la que ejercemos sobre nosotros mismos (autoevaluación digital) como la que percibimos de los demás y de nuestros entornos, está desencadenando procesos de una exigencia continua que provocan estados de estrés digital. Todo esto puede provocar una serie de consecuencias como son la irritabilidad, la ansiedad y la depresión (me siento exitoso en mis redes sociales o no), problemas de relación con los demás, alteraciones alimenticias (quiero gustar a los demás con mis fotos), comportamientos autodestructivos y hasta ataques cardiacos”, señala la experta.
Cinco consejos para dormir tranquilos
Por último, aquí os dejamos algunos consejos para combatir el ciberestrés y dormir tranquilo por las noches:
–Establece contraseñas fuertes alfanuméricas que incluyan mayúsculas, minúsculas y números, y que no tengan que ver con combinaciones fáciles de teclas o remitan a datos personales como el nombre y la fecha de nacimiento, por ejemplo. También puede ser de ayuda hacerse con un buen gestor de contraseñas, una herramienta que al fin y al cabo usa muy poca gente.
–Sé cauto a la hora de ceder datos a las apps y redes sociales que te interesan. Aunque la nueva normativa de protección de datos de la UE, el GDPR, ha endurecido las sanciones a las empresas que tengan fugas de datos masivas, no conviene fiarse y es recomendable leerse la letra pequeña de los contratos. Por lo general, nos suelen pedir más información de la debida.
–Asegura tus dispositivos con un antivirus o una suite de seguridad, y renuévala cada año. Más vale gastar 70 u 80 euros anuales que ver cómo un hacker te limpia la cuenta corriente o te chantajea con el cifrado de los datos del disco duro de tu ordenador.
–Fórmate en la medida de lo posible sobre lo que pueden hacer con tus datos y las vías que tienen los delincuentes para acceder a ellos. La falta de prudencia y de conocimiento de los usuarios es en muchos casos el primer agujero de seguridad.
–Relativiza. El mundo no es lo que aparece en internet y en las redes sociales. El postureo y el narcisismo digital está llevando a muchos, sobre todo a los más jóvenes, a crearse una imagen insostenible de ellos que los convierte en víctimas de sí mismos. Esa vida ficticia de ininterrumpida felicidad y momentos excitantes que muchos pretenden mostrar a toda hora al final deriva en frustración.
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