Las posibilidades que ofrece una hoja en blanco son las mismas que nos ofrece nuestro futuro, repleto de posibles experiencias y amplias oportunidades o incluso más. Qué gran responsabilidad la del escritor, encargado de crear un abanico de colores y sentimientos, capaces de hacer crecer el imaginario de cada lector, atrapar su concentración y generar empatía con sus personajes. Pues en eso, aunque no nos lo creamos, nos puede ayudar la ciencia. Porque ya hay científicos que están investigando cómo nos atraen determinadas palabras y otras no, cómo lo que leemos nos entra por los ojos, nos emociona o nos pone los pelos de punta.
Sí, la ciencia, por extraño que parezca no es incompatible con otras artes creativas, como la literatura. Un escritor puede ser un magnífico científico y este, a su vez, un magnífico narrador. Muchos científicos son magníficos comunicadores, y a la vez muchos escritores basan sus libros en profundas investigaciones científicas. ¿Pero y si ambos unen fuerzas para hacernos más agradable la lectura?
El estilo literario y su algoritmo para predecir el éxito o el fracaso
Explicar el éxito de determinadas obras literarias y anticipar así el de otras futuras es un tema que genera gran curiosidad entre editores y aspirantes a escritores. El estudio de Vikas Ganjigunte Ashok, Song Feng y Yejin Choi, científicos del departamento de Ciencias de la Computación de la Stony Brook University de Nueva York sobre Success with Style: Using Writing Style to Predict the Success of Novels (Éxito con estilo: cómo utilizar el estilo de escritura para predecir el éxito de una novela) es el que más nos acerca a comprender cómo las obras literarias pueden triunfar o fracasar dependiendo, no sólo de una buena idea o argumento, sino también de la elección del estilo de escritura, el léxico, la sintaxis, la legibilidad o la expresión.
En su estudio, estos investigadores analizaron hasta 800 obras literarias, aplicando métodos matemáticos para extraer datos, generar estadísticas y, con todo ello, crear un algoritmo que les permitiera predecir, con hasta un 84% de precisión, su éxito o fracaso. En su análisis, los científicos utilizaron la técnica de la estilometría estadística, que consiste en convertir las letras, palabras y la gramática en general de un determinado libro en datos matemáticos para extraer conclusiones. Como ejemplos de éxito eligieron, entre otras obras maestras de la literatura, Don Quijote de la Mancha, de Cervantes; Otras voces, otros ámbitos, de Capote; Robinson Crusoe, de Defoe; o El viejo y el mar, de Hemingway. En contraposición a ellos, escogieron libros extraídos de los últimos puestos de ventas en Amazon, como El barril mágico de Bernard Malamud; Dos soldados, de Faulkner; o El símbolo perdido, de Dan Brown.
Las conclusiones que extrajeron fueron:
- Las novelas de menos éxito tienen más verbos y adverbios y están plagadas de palabras que describen acciones y emociones, como por ejemplo «querer», «coger» o «prometer». En cambio, las obras que atrapan a los lectores lo hacen a través de la descripción de procesos mentales y pensamientos, como «reconocer» o «recordar».
- Las novelas menos vendidas abusan de las palabras negativas -cómo «nunca», «riesgo» o «peor»-, de palabras o expresiones que denotan exageración -como «absolutamente» o «sin aliento»-, o de términos extranjeros. En cambio, las novelas de éxito, utilizan más verbos que dan paso a diálogo, como «decir» o «responder» además de conectores y frases compuestas.
- Al analizar la facilidad de lectura, los investigadores descubrieron que cuanto mayor era el uso de frases y verbos sencillos, menor era el éxito del libro. Extraño ¿verdad?
¿Cómo leer influye en nuestro cerebro?
Las matemáticas no es la única ciencia que nos puede ayudar a entender mejor cómo reaccionamos ante una obra literaría. También la neurología puede echarnos una mano en este sentido. Muchos especialistas han descubierto no solo que determinadas partes del cerebro son cruciales para interpretar las palabras escritas, sino que la narrativa activa también otras regiones, haciendo que lo que leemos sea casi real en nuestra mente.
Investigadores del departamento de Psicología Básica, Clínica y Psicobiología de la Universitat Jaume I, en Castellón, llevaron a cabo un experimento que consistía en realizar una resonancia a distintos voluntarios mientras les hacían leer palabras asociadas a olores, como «perfume», «café», «canela» o «lavanda». Así, observaron que su córtex olfativo primario se activaba, algo que no pasaba a leer vocablos comunes como «bolígrafo», «papel» o «mesa». Es decir, las palabras que expresan olores nos hacen de verdad oler.
Los científicos de la Emory University, en Atlanta trataron de hacer lo mismo, pero basándose en el sentido del tacto. Descubrieron que al leer una frase como»el cantante tenía una voz aterciopelada», el sentido del tacto se activaba. En cambio no pasaba lo mismo ante una expresión, de sentido similar, como «el cantante tenía una voz agradable». En definitiva, leer palabras cuya acción materializada implicaría que nuestros sentidos se activaran, nos hace sentir.
¿Qué hace que unos libros nos enganchen y otros no?
Según las palabras que recoge Jot Down de Lisa Cron, agente literaria y autora de Wired for Story: The Writer’s Guide to Using Brain Science to Hook Readers from the Very First Sentence (Conectados a las historias: guía del escritor para utilizar la ciencia del cerebro para enganchar a los lectores desde la primera frase), la clave de la atracción de una obra literaria, como una novela, «es una cosa, una sola cosa, sin la cual no importa lo bien escrita que esté». ¿Y cuál sería esa cosa? Simplemente «una idea clara de qué está ocurriendo en el argumento y cómo eso afecta internamente al protagonista». Así de fácil, y así de complicado a la vez .
En conclusión, Lisa Cron ensalza el conflicto interno de los personajes, el hacer de la historia una realidad en la imaginación y a su protagonista una persona que piensa, que actúa con razones, para así generar el sentido, la urgencia y el conflicto, que son claves para crear una novela exitosa.
Narrativa, oxitocina y empatía
¿Cuántos libros hemos dejado olvidados o a medio leer porque no logran atraparnos? Alguno que otro, ¿verdad? Y eso es porque no han despertado en nosotros esa atención, que es otra de las bases del éxito de una obra literaria. Porque conseguirla y mantenerla es un bien escaso, deseado y muy difícil de mantener por parte del autor.
La tensión a la hora de contar una historia puede ayudar a despertar la curiosidad del lector; y si esta se logra mantener el tiempo suficiente, se generará en él la capacidad para ponerse en el lugar del otro que nos hará dar en el clavo. Dicho de otra manera, generará esa empatía que nos hace ser y sentir como los personajes de la novela; hacer nuestros sus sentimientos y emociones; nos conecta emocionalmente con esos seres humanos ficticios como lo haríamos con uno vivo.
Esta idea fue utilizada para un experimento por el neuroeconomista Paul Zak, el cual demostró que la narrativa afecta a la liberación de oxitocina; eso nos lleva a empatizar con los protagonistas e incluso a actuar a posteriori impulsados por esa empatía. La investigación consistió en analizar la muestra de sangre de unos voluntarios, antes y después de leer la historia de un padre y un hijo enfermo de cáncer terminal, pero vista desde dos puntos de vista diferentes. En uno de ellos se hablaba sobre la enfermedad del hijo en profundidad, a través de un hilo narrativo completo y desarrollando tanto el perfil psicológico de los protagonistas como un conflicto dramático. Sin embargo, la otra historia trataba el tema desde una perspectiva más causal y sin apenas mención. Los resultados del experimento revelaron que los lectores de la primera historia producían un aumento de los niveles de oxitocina, lo que ayudaba a predecir su predisposición posterior a donar dinero para apoyar a estos enfermos.
En conclusión, la literatura tiene mucho de mágico. Pero estas investigaciones desvelan que la ciencia también tiene mucho que aportar para anticipar, más allá del ingenio y el talento, qué tipo de palabras y expresiones pueden hacer de nuestro libro un futuro bestseller. Ya sabes: si quieres ser un buen escritor, gracias a estos consejos puedes convertirte -o no- en el próximo Cervantes.