Un jugador cae de un autobús que cruza un mapa. Una vez abajo, en tierra, tiene que buscar armas y objetos útiles para evitar que otros jugadores lo aniquilen, y todo eso mientras una tormenta de órdago amenaza en el cielo. Es Battle Royale, la versión gratuita y colaborativa de Fortnite, el juego revelación del último año.
Millones de chavales de todo el mundo están enganchados a algunas de las modalidades de este videojuego de la firma Epic Games, que también ha seducido a youtubers famosos, como ElRubius. Según ‘Statista.com’, Fortnite ha pasado en solo un año de un millón a 125 millones de seguidores en todo el mundo. Todo un fenómeno.
Quizá ElRubius no tenga un excesivo dominio del juego, pero sí exhibe un gran poder de convocatoria. En una sesión online de Battle Royale con otros 99 jugadores, él y sus compañeros de partida lograron nada menos que 42 millones de visualizaciones en directo.
Adiós a la sofisticación
Pero ¿por qué Fortnite ha superado con creces cualquier previsión inicial en un mundo tan competitivo como el de los videojuegos y donde aparecen cada día creaciones muy vistosas y sofisticadas? Una primera razón hay que encontrarla precisamente en que no es un juego demasiado sofisticado ni complejo. Fortnite se aprende a jugar en un rato, aunque luego lleva mucho tiempo dominar cada aspecto del mismo.
Mario (25 años), un gamer también enamorado del FIFA o 2K19 (el videojuego de la NBA), apunta otra razón y dice que el éxito de Fortnite radica sobre todo en su gratuidad. Y esto facilita que pueda ser descargado por cualquier niño de 11 o 12 años. Además, este gamer destaca el acierto de los creadores de Epìc Games al decantarse por una “estética atractiva de colores suaves y llamativos”. En Fortnite, el jugador se mueve siempre para salvar el pellejo, pero no domina la agresividad, y, sobre todo, no hay sangre. “Fortnite no te produce un ataque epiléptico, como Counter Strike”, subraya Mario.
Marcos (14 años) ha pasado en el último verano varias horas cada día enganchado a su ordenador intentando defenderse en el mundo virtual de Fortnite, y en el mejor de los casos su récord de kills o bajas es de nueve (en modo “solitario”). Carolina (16 años) empezó hace unos meses y reconoce que como mucho ha llegado a seis kills. “No es un juego increíble, pero tienes necesidad de seguir para ser tú el que mata, y no al revés”, dice Carolina.
La mejor marca mundial la tiene el streamer Tyler Blevins, más conocido como Ninja, cuyas partidas tienen audiencias millonarias y que ha pasado de 40 kills. Ninja es un fenómeno mediático internacional cuyas partidas en YouTube tienen millones de visualizaciones. Su cuenta corriente también es de escándalo: se calcula que ingresa medio millón de dólares al mes gracias a Fortnite.
Entorno multiplataforma
Marcos dice que Fortnite lleva las posibilidades de construcción de Minecraft a un campo de batalla muy entretenido, y eso es un plus. “Sin las construcciones de rampas, paredes, suelos y pirámides, no podrías defenderte ni acabar con tus enemigos”, asegura este adolescente fascinado por las variadas localizaciones del juego. Y seducido igualmente por los vuelos en ala delta que permite hacer en momentos determinados, los coloridos skins o vestimentas o la variedad de armas que uno puede encontrar en la tienda virtual de Fortnite y que, por supuesto, no son gratuitas.
Otra fortaleza de Fortnite es que es multiplataforma. Se puede jugar en cualquier consola (Nintendo Switch, PS4 y Xbox), en un PC que además no tiene que por qué ser muy moderno y, desde no hace mucho, en el iPhone y en cualquier móvil provisto con Android. De hecho, esta primavera, Fortnite ya era la app de juegos para iPhone que más ingresos generaba en Estados Unidos, muy por delante de Candy Crush y Pokemon Go.
Marcos, muchas veces, acaba jugando con gente de otros países. Precisamente, otro de los puntos de interés del juego de la factoría Epic está en su carácter cooperativo. De hecho, la versión gratuita, la Battle Royale, solo se puede jugar en línea y con otros jugadores. “En Call of Duty se juega online, pero cada uno va por su lado. Aquí vamos todos juntos”, destaca el joven. Además, Fortnite multiplica las posibilidades del gaming online, pues hasta ahora lo habitual en un videojuego era estar en sesiones con 30 personas, pero aquí se puede llegar al centenar.
Un juego irresistible
El psicólogo australiano Adam Alter analiza en un libro reciente, ‘Irresistible ¿Quién nos ha convertido en yonquis tecnológicos?’, cómo los smartphones, las tabletas, las redes sociales o los videojuegos crean adicción. Alter nos advierte de que entramos en una lucha muy desequilibrada, en la que el niño, el adolescente o el adulto carente de control se enfrenta a un ejército de creadores, diseñadores, programadores y expertos en marketing que viven precisamente de hacer su producto, en este caso un juego, irresistible.
En este sentido, parece que los creadores de Fortnite conocen a la perfección a su joven audiencia y manejan con sabiduría los tiempos de cada partida (que duran de media unos 15 minutos) para que nadie caiga en el aburrimiento, o la concesión de premios e incentivos para que siempre el jugador quiera más. En muchos casos, son incentivos estéticos que sirven al jugador para “lucir nivel”.
Fortnite satisface en el mundo virtual la pulsión compradora que los chavales muestran en el mundo real, donde no dudan en invertir sus ahorros en las zapatillas más molonas de Nike o Vans. Todo con tal de ir a la última. Ya en la partida, un jugador empieza solo con “el pico” (la herramienta principal) y, a medida que avanza por la isla, va encontrándose armas o materiales como maderas, piedras y metales que le servirán para esquivar a sus oponentes y aniquilarlos.
Un PEGI muy bajo
Otra de los puntos a favor de Fornite para convertirse en un fenómeno global es su calificación PEGI, que recomienda su uso a partir de los 12 años, con lo cual prácticamente cualquiera puede caer en la famosa isla y empezar a matar. Al contrario que Counter Strike (recomendable a partir de 18 años) o Call of Duty (también 18), Fortnite evita la sangre y otras truculencias, lo que lo hace más aceptable para los padres.
De hecho, la madre de Carolina, una de las protagonistas de este post, reconoce que ha empezado a jugar al Fortnite para acompañar a su hija, y a veces forman un escuadrón. Por su parte, Carolina, que se declara pacifista, asegura que si el juego hubiera sido sangriento no habría perseverado tanto.
En Nobbot | Los eSports no son un juego, son un deporte
Imágenes | Juan Cabrera (portada) y Wikimedia Commons