Las ciudades concentran cada vez más personas por metro cuadrado. Esta falta de espacio dispara el precio de las viviendas y bloquea su acceso. Ocurre lo mismo en todo el mundo. Nueva York, Tokio, Beijing, Berlín, Londres, Barcelona, Madrid… En esta última, el alquiler lleva subiendo 24 meses seguidos. ¿Y si usásemos muebles robotizados para conformar estancias a voluntad?
Muebles robóticos permiten viviendas más pequeñas y, por tanto, más viviendas por metro cuadrado. Pero ¿cómo está el sector de la vivienda domótica? Verde, pero en rápido proceso de maduración gracias al abaratamiento de la robótica y la integración de asistentes virtuales a la hora de interactuar con comandos de voz. A la cabeza se encuentra Ori Systems, la arquitectura robótica del MIT.
Cuando los muebles se mueven “por su cuenta”
Imagina dos estancias separadas con un muro que hace de armario. Uno grueso, accesible por ambos lados, y que guarde la cama a un lado y el mueble del salón al otro. Si estamos viendo la televisión, el lado que da a la cama se encuentra plegado contra la pared. Cuando nos acostamos, el mueble se desplaza arrinconando al televisor y abriendo la cama. No es ciencia ficción.
Ori Systems llama Ori Studio Suite Original a este módulo que sirve tanto de salón como de estudio para trabajar, además de ropero o dormitorio. Como puede verse en la imagen de arriba, para sacar la cama o convertir la estancia contraria en un salón se usa el mismo espacio. El armario, robotizado y objeto del IoT, se desplaza mediante una guía hacia uno u otro lado.
Este y otros módulos han estado en desarrollo por el MIT durante años, pero hace unos días una nota de prensa daba a conocer la venta de algunos de estos armarios. Pero, más importante, abría la puerta a desarrolladores tanto de código como de mobiliario.
Este tipo de mobiliario tiene un potencial enorme a la hora de ahorrar espacio. La arquitectura tradicional, por sus limitaciones, nos ha traído espacios rígidos en los que los tabiques son fijos. Esto era válido en una sociedad en la que el espacio resultaba virtualmente ilimitado, pero en la actualidad este se encarece debido a la demanda, y la robótica puede ayudarnos a acceder a la vivienda.
Viviendas más pequeñas y confortables
Hoy día las viviendas de 35 m2 pueden resultar agobiantes. Sin embargo, una vivienda de estas dimensiones podría ser confortable para una persona que viva sola si el espacio se adapta a ella. Mencionamos el hogar unipersonal porque es el que más crece. En los últimos cinco años ha subido un punto porcentual y está marcando una tendencia. Se espera que siga creciendo.
Incluso existen las parejas LAT (Living Apart Together) en que cada miembro de la familia vive en su propia casa. Lejos de ser un motivo puramente económico, hay parejas que prefieren vivir así para ganar autonomía. Por razones prácticas, estas viviendas suelen ser más reducidas que las viviendas tradicionales. Es en este marco en el que se enmarca a la perfección la casa domotizada al límite.
¿Viviremos con muebles robot? Bueno, el ascensor es un robot. La lavadora también. El robot aspirador, otro más. ¿Por qué no iban a ser robots los muebles? Con este pensamiento en mente, y con objeto de paliar los efectos del aumento de densidad poblacional, Hasier Larrea empezó a trabajar en muebles robotizados en Boston.
Sin embargo, todavía podría pasar mucho tiempo antes de que nuestras viviendas estén tan domotizadas que la cama sea un robot como en la película de ciencia ficción ‘El quinto elemento’ (1997, arriba). En esta película, un piso modular de no más de 15 m2 desplegaba frigorífico, ducha, cama o cocina en base a las necesidades del inquilino. La persiana robotizada existe desde hace décadas, pero ¿quién tiene una?
Muebles, desarrolladores y Alexa
Ori Systems es, a día de hoy, la marca puntera en muebles robóticos. Sin embargo, solo tiene tres modelos en el mercado y son prácticamente idénticos. Llenos de posibilidades, pero muy limitados. Es por eso que hace tiempo empezaron a trabajar con desarrolladores de código que les diesen nuevas ideas, abriendo el mercado del mueble robótico como ya hizo Google con sus apps.
Cualquier desarrollador —tanto de software como de muebles— puede buscar el pack de inicio y ponerse a trabajar para diseñar mejores funcionalidades. Una de las últimas, que se presentará en 2019, será una cama elevada oculta en el techo.
El concepto no es nuevo y se usa en autocaravanas desde hace una década. Pero imaginemos el juego que da retirar la cama de nuestro dormitorio, traer un par de sillas de la habitación de al lado y desplegar un escritorio anclado a pared. Esto es una oportunidad enorme a para los diseñadores de muebles modulares que va más allá de IKEA.
Al igual que con las aplicaciones del móvil, habrá trabajo para programadores y diseñadores de espacios. Las combinaciones son infinitas: cocinas que desaparezcan contra una pared, dormitorios extra que bajen de un techo infrautilizado, la adición de módulos elevando el suelo para conformar luego espacios que broten desde abajo…
Las botoneras han dado lugar a controles de voz gracias a los asistentes virtuales, con Alexa a la cabeza. Hasta hace muy poco los asistentes eran meras curiosidades, pero en 2018 el mercado ha madurado lo suficiente como para aparecer las skills, pequeños programas, de nuevo, abiertos a los desarrolladores. Y ahí está la clave.
Un nuevo universo domótico
Como parte del MIT, Ori Systems busca cambiar la sociedad, pero desde la sociedad. Miles de programadores pueden ahora trastear las tripas de estos comandos y mejorarlos, otros tantos diseñadores de muebles se pondrán a dibujar concibiendo sus muebles como si de apps para móvil se tratara.
A la domótica le faltaba algo imprescindible hoy día: la cultura maker y la colaboración masiva online. Ha sido esta colaboración la que ha hecho que la educación cambie gracias a los cursos MOOC, la que ha convertido YouTube en un lugar donde tratar todo tipo de temáticas divulgativas, o la que ha hecho del mercado de aplicaciones un sector multimillonario.
Ahora, el código está en manos de la gente, y por tanto el diseño de nuevas viviendas. Costará adaptar las antiguas, claro, porque el diseño modular de muebles, paredes, estancias, suelos… implicará primero tirar tabiques o repensar las tomas eléctricas. Sin embargo, este tipo de propuestas suponen un impulso a la domótica como hasta ahora jamás ha existido.
Nuevas ciudades están apareciendo en el horizonte y los espacios están siendo repensados. La movilidad autónoma es un ejemplo del auge de nuevos entornos. Aquí las personas tienen mucho que decir. Como nos contó Pablo Soto, “una ciudad inteligente es la que desata la inteligencia colectiva”.
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Imágenes | Ori Systems, John Randall, Marcos Martínez