¿Eres de los que usa el wifi del autobús para mirar la cuenta bancaria? Pues cuidado. Aunque las redes abiertas son un gran servicio para los ciudadanos, el wifi ‘gratuito’ podría darnos más de un quebradero de cabeza. Esos megabytes por segundo tienen que venir de la mano de sistemas de seguridad y privacidad. Especialmente si viene de las grandes marcas globales.
En los últimos años, nuevos operadores de wifi han ido apareciendo. En algunos lugares del mundo suponen la única alternativa de red abierta. Sin embargo, hemos de ser cautos a la hora de navegar por ellas. En el teléfono llevamos muchos datos que, expuestos, podrían hacernos perder mucho más que unos euros. Vigilemos nuestra información, hoy más que nunca.
Google Station, Gowex, WiFi4EU: ¿wifi gratuito masivo?
Hace unos años, Google lanzaba en México un servicio de wifi abierto llamado Google Station. Era el tercer país del mundo afiliado a esta modalidad que todavía no ha llegado a España y resto de Europa. Quizá reglamentos como el GRDP supongan una barrera de acceso. En lugares como México, India, Indonesia o Nigeria son ya frecuentes.
La mecánica es la siguiente: un proveedor de servicios dueño de alguna infraestructura clave (bibliotecas, escuelas, estaciones de transporte, autobuses, estadios, museos) se pone en contacto con Google para dar servicio gratuito a sus usuarios. Para este proveedor el coste es nulo, ya que la empresa de Alphabet tiene otra forma de monetizar el servicio.
Trabajando con operadores de telefonía local, Google Station instala todo lo necesario para dar wifi a un área. Tras ello, abre el servicio y cualquiera que pase por allí puede conectarse y consumir datos ilimitados de forma cifrada y segura. Es decir, no tendremos este otro problema de las redes abiertas. Resulta evidente qué gana el ciudadano y qué obtiene el dueño de la infraestructura. Pero ¿qué gana Google?
Para empezar, toma el pulso de la ciudadanía en tiempo real. Google es una empresa que trabaja con datos: cuantos más obtiene, más aumenta su valor en bolsa. En este sentido, el mero hecho de saber quién se conecta, dónde y cuándo ya aporta valor a la empresa. Los usuarios pagan en flujo de datos el coste de una conexión rápida a la red.
Algo parecido ocurre con otras redes como Gowex o WiFi4EU, la iniciativa europea de red abierta. Aunque el usuario no tenga que abonar nada, al menos una marca será la encargada de soportar el servicio. Y esto significa que obtendrá una cantidad de datos interesante.
¿Verías anuncios para poder disfrutar de wifi gratis?
De modo que el servicio es en realidad ‘gratuito’. Forma parte del ya conocido modelo de datos por servicio. La ventaja principal es que los datos están cifrados. Sin embargo, iniciativas como Google Station van un paso más allá y monetizan su infraestructura mediante anuncios.
Cada vez que un usuario se conecta a la red, recibe un anuncio que ha de visualizar en su terminal para poder seguir con la conexión. Localizar, elegir y entroncarse a la conexión tendrá publicidad, pero también la tiene usarla durante muchas horas o descargar muchos gigas. Y no podrán bloquearse con AdBlock, el bloqueador de anuncios por excelencia.
El modelo, que no es nuevo, recuerda a las cadenas privadas de televisión: puedes disfrutar de tu serie, pero el coste será ver algunos minutos de anuncios. ¿Estás dispuesto a pagarlo? Son los anunciantes los que, en esencia, están abonando el coste del servicio wifi.
Además, este servicio usa un modelo freemium en algunos países. Los primeros gigas o minutos al día son gratis. El resto, de pago. Algo que tiene cierta coherencia, ya que el servicio tiene un coste tanto en infraestructura como en gastos de operación.
Internet libre, como derecho
Estas iniciativas tienen sus pros y sus contras. A favor, una red cifrada, segura y rápida para los usuarios. En el vídeo de arriba escuchamos en persona qué aporta un punto de anclaje gratuito en una zona deprimida económicamente. Nuestro país es privilegiado.
Que mucha gente dependa de esta conexión para hablar con su familia o estudiar enmarca la importancia del acceso a internet para esta población. En un país como el nuestro es menos relevante porque la red de telecomunicaciones es excelente. Nos preocupamos de otros asuntos, como la privacidad, porque damos el servicio por sentado.
En países como la India (arriba) el acceso a internet es limitado. Dicho esto, el que el free wifi esté condicionado a ver anuncios o a la extracción de datos de los usuarios plantea un debate moral que aún no hemos resuelto. ¿No debería encargarse el municipio?
Medellín (Colombia) fue una de las primeras ciudades en instalar cobertura wifi. Junto con la mejora del transporte, redujo su índice de criminalidad. Hoy día, rara es la ciudad que no tiene wifi en edificios públicos clave.
Parece que las redes abiertas, gestionadas por operadoras locales, son el futuro de la conexión en la ciudad. Sin embargo, debemos tener siempre presente nuestra privacidad y el mal uso de algunos sistemas. Hay que tener cuidado con el wifi gratuito porque incluso con buenas intenciones incluye riesgos.
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Imágenes | iStock/Soifer, Google Station