Cada noche, decenas de astrónomas españolas contemplan el cielo estrellado a través de un techo de cristal. Es la misma barrera, más translúcida que transparente, que persiste desde hace años en el campo de la ciencia y la tecnología y afecta a miles de mujeres en todo el mundo.
La Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó en 2015 que el 11 de febrero (#11F) se celebre el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. Cada año se organizan cientos de actividades en torno a esta fecha para llamar la atención sobre una brecha de género que arroja unos porcentajes tan dispares como inadmisibles.
El chat de las astrónomas
Una de las acciones más originales tuvo lugar el pasado 7 de febrero en toda España. Se llama ‘Chatea con una Astrónoma’ y la organizó, por segundo año consecutivo, la Comisión Mujer y Astronomía de la Sociedad Española de Astronomía (SEA). Baste un dato: la asociación tiene 834 miembros, de los cuales solo 225 son mujeres; un 27 por ciento.
La responsable de la actividad es Adriana de Lorenzo-Cáceres, del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), donde la brecha de género se resume en un 30 por ciento de mujeres. En total, 62 astrónomas de distintas instituciones estuvieron chateando alternativamente 12 horas con quienes quisieran «conectarse para saber sobre astronomía o sobre los problemas de género en nuestro campo concreto”, cuenta esta astrofísica especializada en el estudio de las llamadas galaxias barradas.
– ¿Qué pretendían con este chat?
Teníamos dos objetivos principales: dar visibilidad a las mujeres dedicadas a la astrofísica y acercar la profesión a la gente. Ambos objetivos se ajustan muy bien a la motivación del #11F, pues transmitimos que la astrofísica también es cosa de mujeres y apoyamos las vocaciones científicas en la gente joven. Aparte de fomentar la curiosidad sobre temas astronómicos en todas las personas.
UN LUJO AL ALCANCE DE TODOS
– ¿Es difícil la labor de divulgación?
La idea es que las “charlatanas”, como yo las llamo, puedan responder a preguntas sobre su investigación, y es un lujo tener esa información de primera mano, contada por quien la desarrolla. Y también sirve para que cuenten su experiencia como mujeres. No conozco otra iniciativa donde se dé a cualquier usuario la posibilidad de conversar largo y tendido con un científico profesional. De hecho, ya nos han contactado desde otros países y empresas privadas para ‘copiar’ la idea del chat.
– Este año chatearon 62 astrónomas, casi el doble que en la pasada edición. ¿Qué perfiles de usuarios se conectan más?
El año pasado atendimos 513 chats de gente incluso de México, Chile y Argentina y la actividad duró 16 horas y media. Este año nos hemos restringido a 12 horas y fuimos, efectivamente, más astrónomas conectadas en cada momento, con el objetivo de atender más chats.
En 2018 tuvimos muchas conexiones de centros educativos, principalmente desde clases de Ciencia, Cultura Científica e Informática, desde chicos de 10 años hasta bachillerato. Me enorgullece decir que muchos de los chavales con los que hablamos en horario lectivo se conectaron posteriormente desde sus casas para hablar con nosotras, con casos concretos de chicas muy interesadas en estudiar Astrofísica. Y también hubo entradas de particulares a todas horas.
El Sol deslumbra a los pequeños
– ¿Cómo varían las preguntas en función de la edad?
Es interesante ver el tipo de preguntas procedentes de los centros educativos. Ateniéndonos al chat del año pasado, los más pequeños querían saber sobre el Sol, las estrellas fugaces, si trabajamos de noche o de día… Los adolescentes estaban más intrigados por la materia oscura y los agujeros de gusano, que están muy de moda, quizá por la película ‘Interstellar’. A otra compañera le preguntaron cuándo se apagará el Sol, si podrían chocar meteoritos contra la Tierra, la posibilidad de viajar en el tiempo a través de agujeros negros, si había vida en Marte, o cómo fue el origen del universo. Y también se interesaron por saber qué tienen que hacer para ser astrofísicos profesionales y si se puede llegar a la NASA estudiando en España. Los mayores sí querían saber cómo es la vida de un científico en general y tampoco faltó gente que se cuestiona si el hombre ha llegado a la Luna.
A más nivel, menos mujeres
– ¿Es muy infranqueable el techo de cristal de la astrofísica en España?
Existe ese techo y es aún mayor a medida que avanzamos en la carrera científica, definida por estudiante predoc, postdoc, plaza fija y altos cargos. En todos los niveles hay una minoría de mujeres. La presencia disminuye con el nivel académico, y no es solo un problema de porcentajes.
– ¿Qué otros datos manejan sobre la brecha de género?
Las estadísticas de la SEA muestran cómo el 40 por ciento de las tesis doctorales en Astrofísica presentadas en los últimos diez años son de mujeres. Pero ese porcentaje, casi paritario, no se refleja en los números de postdocs o plazas fijas que tenemos en 2018, donde deberían estar todas esas mujeres si hubieran continuado en Astrofísica.
– ¿A qué atribuye estas ausencias?
En mi opinión, a que nuestro sistema académico y el trabajo científico ha sido desarrollado por hombres. Esto hace que todos y todas tengamos unos baremos muy masculinos. Y sin embargo, mujeres y hombres tienen estilos muy diferentes a la hora de presentar su trabajo, menos agresivo y más humilde en el caso de las mujeres. Esto hace que se tienda a considerar mejor a un hombre que a una mujer…¡incluso si el evaluador es mujer!
“Las mujeres, peor evaluadas”
– ¿Disponen de datos concretos?
Hay un ejemplo claro: la tasa de éxito de las mujeres que solicitan las prestigiosas becas Ramón y Cajal en España, que son la puerta hacia la plaza fija, es de tan solo un 9 por ciento, en comparación con el 22 por ciento para los hombres. En general, las mujeres son peor evaluadas.
– ¿Influyen también las especiales características de la carrera científica?
El sistema académico en general es bastante duro. Por lo general, un científico en España consigue una plaza fija con más de 40 años. Las mujeres somos más proclives a ‘sacrificar’ nuestra carrera científica para evitar sus consecuencias a nosotras y a los que nos rodean. Aparte, la carrera científica es una evaluación continua en la que las pausas o huecos como los que suponen una baja por maternidad pueden hacer mucho daño.
lA experiencia DE TRES ASTRÓNOMAS
Nobbot ha contactado con tres astrofísicas participantes en Chatea con una Astrónoma para que nos cuenten su experiencia personal como científicas y como mujeres.
Su organizadora, Adriana de Lorenzo-Cáceres, es natural de Tenerife, “donde afortunadamente la astrofísica es algo muy cercano, gracias al Observatorio del Teide”. Siempre le cautivó el firmamento, y ha sido astrónoma aficionada desde la adolescencia. Estando en BUP pudo ver Saturno desde el Observatorio del Teide a través de un telescopio reflector de 50 cms. “Fue una experiencia inolvidable”, dice esta astrofísica del IAC cuyo principal campo de estudio desde la tesis son las galaxias con barras.
efectos de las barras en las galaxias
“Una barra estelar no es más que una estructura alargada compuesta, como el resto de la galaxia, de estrellas, gas y polvo”, explica Lorenzo-Cáceres. Se estima que el 60 por ciento de las galaxias tipo disco de nuestro universo cercano tienen barra. «Estas barras estelares tienen grandes efectos sobre la galaxia ya que representan la vía para transportar material a lo largo de ellas hacia fuera y hacia dentro. Si transportan gas hacia el centro, pueden acumularlo y formar estrellas que den lugar a nuevas componentes de la galaxia”. Eso es lo que predicen los modelos físicos, pero, según reconoce, “aún no hemos podido comprobarlo en galaxias de verdad”.
La astrofísica ha ido más allá y se ha especializado en estudiar las galaxias con dos barras estelares, presentes en al menos un 30 por ciento de las galaxias barradas. “En estos sistemas el gas puede ser transportado a lo largo de la barra más grande, pasar a la barra más pequeña y conseguir que llegue a zonas mucho más internas de la galaxia. De esta forma podría alimentar el agujero negro supermasivo central y crear un ‘núcleo activo’, que es donde tenemos centrado nuestro campo de investigación”.
Cómo se forman las estrellas
Otra científica ‘chateadora’ es Marina Rodríguez Baras. Trabaja en la Universidad Autónoma de Madrid y está a punto de presentar su tesis doctoral, que trata sobre “los procesos de formación de estrellas en galaxias espirales, como la nuestra. En concreto, estudio las diferencias en la formación de las estrellas dependiendo de su distancia al centro de la galaxia”, explica la doctora en ciernes.
“El síndrome del impostor”
Marina Rodríguez cuenta cómo ha percibido situaciones de desigualdad de género en su entorno laboral, “sobre todo en lo que se refiere a las actitudes, seguridad y perspectivas de los y las estudiantes de doctorado”. Y habla del llamado “síndrome del impostor”, un fenómeno psicológico en el que la gente es incapaz de internalizar sus logros. “Lo veo mucho más acusado en el caso de las mujeres”, asegura Marina Rodríguez. Cree que “el sesgo de género y ciencia que nos inculcan subliminalmente desde la infancia y que nos condiciona a nosotras mismas, puede generar mucho sufrimiento injustificado. Hasta el punto de que algunas compañeras hayan dejado la carrera científica”.
cosmóloga
Lo corrobora Beatriz Ruiz Granados, investigadora postdoctoral cuyo contrato en el IAC terminó en diciembre pasado: “La carrera investigadora está plagada de altibajos, lo cual hace difícil alcanzar ciertas cotas de visibilidad y, por supuesto, de estabilidad. De hecho, ahora mismo me encuentro en situación de desempleo, a pesar de llevar desde 2005 en investigación”.
Beatriz Ruiz esta especializada en cosmología y trabaja con la radiación de fondo de microondas, “que nos sirve para conocer la formación y evolución del universo, pero también para entender los mecanismos de emisión de nuestra propia galaxia”. Aparte, la cosmóloga es miembro de la llamada Colaboración del satélite Planck de la Agencia Espacial Europea. El satélite fue lanzado en 2009 para estudiar ese fondo cósmico de microondas. También participa en el experimento Quijote, destinado a complementar los resultados de Planck a bajas frecuencias.
Penalizada por el sistema
Pero sus ansias investigadoras se topan con un problema fundamental: “El sistema penaliza a los que llevamos más tiempo en investigación y no hemos conseguido las famosas becas Ramón y Cajal. Se puede decir que este mismo sistema ‘nos echa’ 10 años después de la lectura de la tesis, pues las convocatorias suelen acotar a ese período el plazo para seguir solicitando ayudas”. De hecho, Beatriz sabe que solo le queda permanecer con contratos con cargo a proyecto, “los cuales nos impiden hacer investigación, dirigir tesis y proyectos propios. Al final esto no se traduce ni en ciencia ni en publicaciones, lo que te imposibilita el acceso a otro tipo de ayudas. Este es el mayor techo de cristal que nos encontramos todos. La ciencia se hace desde abajo, invirtiendo no solo recursos económicos, sino también tiempo”.
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