Con la mejora de la conectividad y las baterías, en los últimos años hemos visto un aumento de los wearables. Estos elementos tecnológicos han entrado fuerte en el mercado deportivo, donde se venden como elementos casi indispensables. Un rápido vistazo a los abdominales de las estatuas griegas desmiente su necesidad. Sin embargo, no se descarta que tengan cierta utilidad.
En este artículo estudiamos en qué ámbitos deportivos puede ayudar la tecnología y cuándo no usarla. Para ello contamos con la ayuda de Raquel Rodríguez, directora de ‘Vitónica’, y Marcos Vázquez, creador de ‘Fitness Revolucionario’. Ambos profesionales en el mundo del entrenamiento y creadores de artículos divulgativos al respecto.
¿Necesitamos invertir en tecnología para entrenar?
Si hacemos la pregunta al entrenador de alguna superestrella deportiva, probablemente nos responda de forma afirmativa. Cada vez es más frecuente en el mundo de la alta competición el uso de datos. Para extraerlos se usan todo tipo de objetos: cámaras y sensores, gadgets como los wearables o los resultados deportivos combinados con métricas del entrenamiento como los tiempos.
Sin embargo, para el usuario medio, Marcos Vázquez lo tiene claro. “No es necesaria ninguna tecnología para entrenar, y de hecho puede ser contraproducente al distraernos de lo esencial”. Contraproducente, ¿cómo? Bueno, ya sabemos que hay gente que por seguir las métricas se ha metido de lleno en un tornado o se ha puesto a entrenar tras parir. Eso, saludable no es, y el hecho de que la tecnología pueda ser adictiva no ayuda.
Además, las pantallas suponen una fuente de distracción adicional. Hay gimnasios low cost, por ejemplo, que incorporan televisores táctiles en los que el usuario puede ver la televisión o un servicio de streaming. Sin embargo, no se va al gimnasio para ver la tele, sino para entrenar. La falta de atención a diferentes posturas puede resultar contraproducente.
La tecnología, como factor de seguridad
Raquel Rodríguez coincide con Marcos pero matiza un poco más: “No son imprescindibles, [pero] siempre vamos a tener una cifra en mente”. Siempre que no nos obsesionemos con ellas, estas cifras pueden ayudarnos a motivarnos. Es decir, pueden convertirse en una referencia de trabajo.
En lugar de llevar a cabo la insostenible hazaña de correr cada día un poco más, pueden servir como indicador de los días que hemos hecho deporte. Así, en lugar de contar calorías (no muy efectivo, por cierto) podemos marcarnos cada cuántos días queremos entrenar. Esto puede resultar muy interesante para tener siempre en mente entrenar un número de horas a la semana.
También es especialmente útil a la hora de monitorizar factores de seguridad. Raquel nos comenta que “un pulsómetro de muñeca, por ejemplo, puede ayudarnos a mantenernos en un rango de pulsaciones seguro”. Por lo tanto, “es un accesorio muy interesante para poder practicar deporte dentro de la seguridad”. Si sufrimos del corazón podemos tenerlo en mente.
El entrenador, mejor humano (de momento)
Siguiendo con el hilo de la motivación y la seguridad, la directora de ‘Vitónica’ nos habla de los entrenamientos graduales: “Una app móvil que te ofrece un plan de entrenamiento para poder llegar a correr cinco kilómetros te va a ir recordando a diario que tienes que salir a entrenar, qué es lo que tienes que hacer o incluso te puede mostrar gráficas de cómo has ido mejorando con el tiempo”.
Esto también tiene validez si no tenemos muy claro cómo alcanzar esa meta sin destrozarnos. Sin embargo, las aplicaciones más inteligentes no son mucho más listas que el entrenador peor preparado. El creador de ‘Fitness Revolucionario’ nos recomienda “adquirir unos conocimientos básicos para mejorar el progreso y evitar lesiones, o si no contar con el apoyo de un entrenador”.
Es decir, una aplicación deportiva que nos incite a trabajar puede ser una opción fantástica para una persona sedentaria. Si tenemos que elegir entre no entrenar de forma óptima o pasar la vida en el sofá, realizar un esfuerzo físico puntual puede ser el menor de nuestros problemas frente a una cardiopatía casi segura por no movernos.
Al final, todo es cuestión de hábitos
“Cada vez somos más sedentarios y esto juega en contra de nuestra salud general”, apunta Raquel. Todos sabemos que para tener un cuerpo saludable cuidarse es imprescindible. Esto implica no solo entrenamiento, sino también buenos hábitos alimenticios. Una dieta saludable y fresca alejada de la comida procesada podría hacer más por nuestro físico que salir a pasear.
Pero si además acompañamos esa dieta con un entrenamiento de intensidad moderada o alta, lograremos alcanzar nuestro potencial en salud. Para ello, Marcos nos recomienda “llevar un registro de los entrenamientos realizados” para “hacer más tangible el proceso” y aumentar la motivación.
Pero cierra diciendo que “esto no requiere más tecnología que lápiz y papel, o alguna hoja de cálculo sencilla”. Los medidores de pasos, por ejemplo, pueden ayudarnos a mejorar los hábitos diarios. Pero si usamos tecnología, es importante elegirla acorde a nuestras necesidades.
En este sentido, Raquel nos comenta que “no necesitaremos un reloj que tenga mil funciones que no nos van a interesar (y que nos va a costar un buen dinero)”; y remata aludiendo a cómo la música le ayuda a hacer deporte. Al final, todos sabemos perfectamente qué es y qué no es saludable. Es cuestión de levantarse del sofá.
En Nobbot | El día (no muy lejano) en el que los deportes paralímpicos sean más populares que los olímpicos
Imágenes | iStock/jacoblund, iStock/ipopba, iStock/Chet_W