Imagen de Magalict en Instagram
Esta vez no son los “chalecos amarillos” los que instalan barricadas en las calles de París, sino los vecinos de una calle, en concreto la Rue Crémieux, que tratan de protegerse de hordas de instagramers. Es esta avenida de una de las más populares en la red social, donde se han compartido miles de imágenes de sus fachadas de vivos colores y sus calles adoquinadas. Pero, como dice el refrán, lo poco gusta y lo mucho cansa, así que los habitantes de esta calle tan fotogénica ya están hartos de tanto selfie y tanta pose absurda para conseguir “likes”.
lugares más bellos del planeta, o por lo menos los más fotografiables, donde realizan múltiples tomas mientras, a su lado, se forman largas colas de turistas impacientes que, probablemente, vayan a hacer lo mismo.
Y es que los instagramers empiezan a ser un problema de orden público con su afán por acaparar losY así, en vez de gozar de sus viajes, el nuevo turista de Instagram se limita a disfrutar de las imágenes de filtradas de los lugares que visita solo sin son recibidas con entusiasmo por sus “followers”, en su mayor parte desconocidos. Si no, pues da por malgastado el precio del billete de avión o tren.
instagramers poniendo morritos bajo la ventana
Rue Crémieux es uno de estos lugares preferidos por los instagramers, que han subido a la red social más de 31.000 fotografías de este punto rojo en Google Maps. Tal como informa France Info, sus vecinos piden al alcalde del duodécimo distrito de París que se coloquen puertas y vallas para frenar la avalancha de visitas y así poder preservar su intimidad. Y es que, los fines de semana, estos vecinos se pueden encontrar con más de 200 instagramers poniendo morritos frente a un palo selfie, bajo sus ventanas.
Rue Crémieux, ahora #ruecremieux, se construyó a finales del siglo XIX como para dar cobijo a los obreros de la construcción, y su aspecto original era más bien gris. Los vecinos decidieron pintar las fachadas de las casas en la década de los noventa, proporcionando a la calle su particular aspecto, tan distinto al de sus alrededores en el centro de París. ¿Quién les iba a decir entonces que ese sería el comienzo de su pequeño apocalipsis instagramer?