¿Sabías que el 61% de las reviews de productos electrónicos de Amazon son falsas? Así lo denuncia un estudio publicado por FakeSpot, una empresa que se dedica a perseguir reseñas falsas. Se trata de un ejemplo de astroturfing, tan común en nuestra vida digital que corremos el peligro de acostumbrarnos a él.
Astroturfing, ¿quién opina y por qué?
Los medios estadounidenses han popularizado este concepto. Astro Turf es una marca de césped artificial. Eso significa astroturfing: algo que tiene apariencia real pero que resulta falso. Astroturfing es la falsificación de opiniones y comentarios en redes y foros de debate, haciéndolos pasar por mensajes sinceros y espontáneos de usuarios reales.
En este fenómeno, el emisor del mensaje es alguien directamente interesado en lanzar una opinión, en positivo o en negativo, sobre un producto comercial, una noticia o un asunto político. Para que esa opinión tenga más fuerza entre el público, el emisor oculta su verdadera identidad y se hace pasar por alguien objetivo y ajeno a la marca. Y es que, si se descubriera que es parte interesada, su mensaje perdería credibilidad.
Las redes sociales han supuesto el triunfo de la masa anónima y de las opiniones de cualquier individuo. No importa de dónde viene si tiene el carisma y la inteligencia suficientes para lograr influir en los demás. Pero el astroturfing rompe esa democratización de las opiniones y supone la falsificación de lo social. El objetivo es popularizar determinado mensaje para que haya muchos más usuarios proclives a convencerse de que esa idea es cierta.
Está relacionado con leyes psicológicas como la ‘prueba social’. Quiere decir que las personas estamos más dispuestos a aceptar una opinión simplemente porque ya hay una mayoría detrás que la respalda. Para el individuo es más fácil sumarse a la opinión popular que ponerla en duda e ir a contracorriente.
El astroturfing sirve para manipular a la sociedad y para llevarlo a cabo se usan múltiples instrumentos. Desde crear cuentas falsas a “comprar” comentarios en foros, pasando por falsificar datos de tráfico web o, simplemente, pagar a influencers para que hablen bien de un producto.
Las técnicas de astroturfing no son una práctica aislada. De hecho, constantemente se destapan campañas orquestadas en las que se cuida cada detalle. Individuos geográficamente dispersos, acciones directas, pero también comentarios más subliminales e incluso procesos de “conversión” de personas que creían en determinada idea pero que han “descubierto” que les estaban engañando.
Existen tres tipos de astroturfing:
- Comercial. Sirve para promocionar determinado producto o para atacar a la marca de la competencia.
- Periodístico. Se lanza una noticia falsa o sesgada para manipular a la opinión pública sobre determinado tema.
- Político. Supuestos votantes o simpatizantes de un partido lanzan mensajes a favor de los candidatos y propuestas de determinado partido o bien, atacando a sus rivales.
Si crees que exageramos, aquí tienes algunos ejemplos
¿Recordáis aquellos anuncios en los que un supuesto testimonio real nos hablaba de las maravillas de su detergente? Eso era astroturfing. En la era de internet, detectar los casos es más complicado.
Llegado desde China, tenemos el partido de los 50 centavos. Con este término se conoce a los usuarios de internet que el gobierno chino contrata para que escriban comentarios favorables sobre las actuaciones políticas del partido. Así como para desviar la atención sobre temas sensibles que preocupan a la sociedad.
Se cree que el Ministerio de Cultura lleva contratando a estos individuos desde 2004. Para convertirse en comentaristas han de seguir un entrenamiento que les lleva a un examen en el que han de demostrar sus aptitudes.
Una gran multinacional como McDonalds reconoció que, en 2008, había pagado a unas mil personas para que hicieran cola en un restaurante de Osaka. La empresa presentaba su nueva hamburguesa y quería promocionarla.
Los supuestos interesados habrían recibido un salario de mil yenes por hora. En Japón la práctica de astroturfing es bastante común. A los que la llevan a cabo se les llama sakura.
Otro conocido caso de astroturfing comercial se dio en 2013 cuando Samsung creó una campaña para difamar a su rival, HTC. La Comisión de Comercio Justo de Taiwan multó a Samsung con 340.000 dólares después de que se demostrara que esta pagaba a estudiantes para que escribieran comentarios falsos sobre los teléfonos de HTC.
Todos nos escandalizamos por la campaña rusa en redes sociales para que Trump ganara las elecciones en Estados Unidos. Pues bien, en este artículo de USA Today, se alerta de cómo de cara a las elecciones de 2020 esta táctica puede resultar más poderosa que nunca.
100% manipulables
El astroturfing es un delicado engranaje que funciona de forma diferente según las plataformas. En Twitter es especialmente provechoso. La brevedad de los tuits obliga a ser contundente en el mensaje. A llamar la atención de forma directa. Por eso, los mensajes se simplifican y no hay espacio para los matices.
WhatsApp, en cambio, es diferente. Conocemos la identidad de nuestros contactos. Por ese grado de confianza, es más difícil que enviemos cierto tipo de mensajes. Pero una vez estos rompen la barrera de la intimidad, vuelan de grupo en grupo y es imposible parar su efecto demoledor.
Aún así, si no tenemos tiempo para aprender las sutilezas del astroturfing, siempre podemos acudir, directamente, a las webs y aplicaciones que nos consiguen seguidores falsos por un módico precio. Compraseguidores nos suministra followers en Twitter, Facebook, Instagram o YouTube, (los retuits y ‘me gustas’ van aparte). En comprar-followers, tenemos incluso bonos de descuento. Por 0,89 euros, conseguimos 1.000 seguidores en Instagram. SoySocyal, WaveFollowers e Instaboom son otras de las páginas que podemos consultar.
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