En los últimos meses se han puesto en marcha varias campañas de información para hacer saber a los ciudadanos cómo el consumo de plásticos y la mala gestión de estos residuos está dañando los mares y océanos de la Tierra. La situación se puede calificar de catastrófica si se tiene en cuenta que el plástico supone actualmente más del 80% de la basura marina.
Pero ¿cómo han llegado hasta ahí? Con el foco del problema puesto en el ecosistema marino, quizá no se ha prestado la debida atención a las aguas fluviales. Todos los ríos van a parar a algún mar y con ellos cualquier residuo que transporten, plásticos incluidos.
Botellas, colillas y bastoncillos
La mayoría de los plásticos que terminan en los océanos proceden de los ríos. Al menos es lo que recoge el informe ‘Plastic Rivers’, elaborado con datos de Europa por la organización sin ánimo de lucro británica EarthWatch Institute. Según este análisis, el 37,5% de estos elementos presentes en el agua dulce está asociado al consumo de los ciudadanos en su vida diaria.
Las botellas son el artículo más numeroso con una presencia del 14%. Van seguidos de envoltorios de comida (12%), colillas de cigarros(9%), recipientes de comida (6%) y bastoncillos (5%). La llegada de estos residuos a las costas de países de todo el mundo desató las alarmas y despertó la conciencia medioambiental de muchos ciudadanos.
La mayoría ignoraba hasta ese momento cuáles eran las consecuencia del uso del plástico en artículos que empleamos con asiduidad. Además de que en ocasiones su proceso de reciclaje es defectuoso, sobre todo en origen al no depositarlos en el contenedor correspondiente. De hecho, en Europa solo un 30% de los residuos de plásticos se recogen para ser reciclados.
Para frenar la situación, a principios de este año, el Parlamento Europeo dio el visto bueno definitivo a una propuesta de la Comisión Europea para prohibir la fabricación de productos de plástico de un solo uso. En esta categoría están incluidos platos, cubiertos, bastoncillos para limpiarse los oídos y pajitas para beber, entre otros. Una restricción que entrará en vigor en 2021.
También en ríos españoles
Además de políticas como la aprobada por la Unión Europea, en España se ha puesto en marcha una iniciativa para determinar qué tipo de plásticos acaban en nuestros ríos. Los encargados de realizar este primer análisis son el Proyecto Libera en colaboración con la Asociación Hombre y Territorio (HyT).
Las Tablas de Daimiel, el embalse del Ebro, las zonas húmedas del sur de Córdoba, los Llanos de Olivenza o el Alto Tajo y Tajuña son algunas de las áreas en las que trabajará esta asociación. El propósito es “elaborar un protocolo de muestreo, detección, análisis e interpretación de microplásticos en ríos y otros ecosistemas acuáticos continentales”, según explican ellos mismos. Entendiéndose como tales aquellos elementos sólidos con un tamaño menor de 5 milímetros.
Los hay de dos tipologías. Los denominados “primarios” son los que desde su fabricación presentan ese tamaño. Estos proceden en buena parte de diferentes productos de la vida diaria, como los recogidos en el estudio ‘Plastic Rivers’. Pero también de la actividad industrial y agrícola. Todos ellos llegan a los ríos y embalses a través de las redes de desagüe y canalización o por arrastre de las lluvias y acaban en el mar.
Los “secundarios”, por su parte, proceden de fragmentos mayores que se han disgregado por diversos motivos. Tienen su origen en el abandono de residuos en el medio natural. Es decir, en la basura que no se recoge ni procesa de manera adecuada..
Nuevos retos para 2025
La Unión Europea calcula que, de seguir así, el daño medioambiental será de 22.000 millones de euros en 2030. Las cifras de producción hablan por sí solas: en 2015 se produjeron 380 millones de toneladas frente a los 2 millones de toneladas de 1950.
Junto a las medidas adoptadas sobre los plásticos de un solo uso, también proponen otras nuevas para 2025. Una de ellas es reducir un 25% la utilización de artículos que por ahora no se pueden reemplazar por no haber alternativa. Como es el caso de los envases para comida. Además, las botellas de plástico deberán recogerse de manera separada y un 90% de ellas deben reciclarse.
Como señala el informe EarthWatch Institute, el filtro de los cigarros es uno de los plásticos de un solo uso más contaminante. Tardan hasta 12 años en desintegrase y uno solo contamina entre 500 y 1.000 litros de agua. La propuesta de la Unión Europea contempla medidas especiales para ellos. Su producción deberá reducirse a la mitad en 2025, y un 80 % en 2030. Pero, además, los países tendrán que garantizar que las compañías de tabaco pagan su recolección, transporte y tratamiento.
Todas estas medidas derivarán en la desaparición paulatina de los plásticos de ríos y océanos. Un material altamente contaminante que afecta al ecosistema marino, no solo destruyendo su paisaje.
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