Psicólogos británicos han descubierto que el acoso escolar aumenta el riesgo de desarrollar síntomas de depresión debido a un cambio en la estructura del cerebro. El estudio, realizado sobre 682 adolescentes, mostró que el acoso se asocia con una disminución en el volumen de la zona cerebral responsable de producir dopamina. El acoso escolar es un problema muy grave y de importancia creciente: el 70% de los escolares de 15 años en España ha estado implicado, como víctima o como acosador, en un episodio de bullying en su centro educativo. Además, uno de cada cuatro casos de acoso escolar está relacionado con el uso de las nuevas tecnologías.
IMAGEN del Royal College of London, que estudia los factores que afectan el desarrollo del cerebro adolescente, decidieron ponerse manos a la obra. Para ello realizaron un estudio en el que participaron 682 adolescentes de 14, 16 y 19 años.
Los mecanismos neurobiológicos de la influencia del bullying en el desarrollo de trastornos mentales son poco conocidos. Por ello, científicos del proyectoacoso escolar y depresión
En su investigación, recopilaron datos sobre el acoso dirigido a estos jóvenes, los síntomas de la depresión y el trastorno de ansiedad. Además, extrajeron información sobre todos los factores adicionales que se pueden usar como variables secundarias (género, edad, nivel socioeconómico, presencia de eventos traumáticos y otros).
Los científicos descubrieron que las personas que fueron acosadas durante la adolescencia diferían del resto de los participantes del estudio por el aumento de los síntomas de depresión y ansiedad general. Para descubrir la conexión entre el acoso, los síntomas de trastornos mentales y los cambios estructurales en el cerebro, los investigadores realizaron una resonancia magnética cuando los participantes tenían 14 y 19 años.
Descubrieron que el acoso y los síntomas resultantes de la depresión y el trastorno de ansiedad también se asocian con una disminución en el volumen del putamen, una zona del cerebro que regula la producción del neurotransmisor dopamina, responsable de la actividad motora. Su deficiencia fomenta el desarrollo de la depresión, el trastorno de ansiedad y otras enfermedades mentales.
El año pasado, otro equipo de científicos descubrió que el acoso escolar puede alterar el sueño y otras funciones del ritmo circadiano -el que regula los ciclos diurnos y nocturnos de nuestro organismo-.
Cómo prevenir el acoso en la escuela
Aún queda mucho trabajo por hacer contra la violencia escolar. Y el primer paso es, como indican en un informe sobre este asunto publicado por la Fundación ANAR y Fundación Mutua Madrileña, “reconocerla y no justificarla, ni normalizarla en ninguna de sus múltiples formas”.
Para reconocerla, hay varios indicadores que, según la doctora en pedagogía, Ángela Serrano, pueden llamar la atención tanto a los padres como a los educadores. En el caso de los progenitores, han de estar atentos a si el menor empieza a mostrarse triste, nervioso, irritable o ansioso cuando se sienta ante el ordenador o utiliza el móvil. También deben detectar si evita acudir al centro escolar utilizando cualquier excusa, si hay deterioro en sus relaciones sociales o se manifiesta deprimido al consultar las redes sociales o whatsapp… Todo ello puede indicar que está viviendo un episodio de ciberacoso.
Los profesores también han de observar activamente las relaciones entre sus alumnos dentro y fuera del aula (en el comedor o el recreo). Hay señales inequívocas que nos revelan las situaciones de acoso escolar. Entre ellas, el cambio de humor de los alumnos, las bajadas en el rendimiento académico, las pintadas en baños y paredes, las quejas de alumnos y padres… Asimismo, y como indican en la web ZeroAcoso, han de transmitir claramente al alumnado “las directrices en la convivencia en el aula, la importancia de la participación, el empoderamiento del alumno y las consecuencias de nuestras acciones”, porque tan importante es ayudar a la víctima como detectar y parar a un posible acosador.
Acoso también en internet
El acoso escolar es un problema de gran magnitud que se quiere abordar también desde el ámbito de la tecnología, pues esta se ha convertido en una herramienta para los acosadores. Las cifras ilustran la magnitud que alcanza esta problemática. Según el informe al que hacíamos referencia unas líneas más arriba, uno de cada cuatro casos de acoso escolar es ciberacoso, proporción que aumenta a partir de los 13 años (1 de cada 3). Además, las chicas están más expuestas a este tipo de acoso que se produce fundamentalmente a través de Whatsapp.
Para atajar este problema han surgido distintas inciativas. Así por ejemplo, el Ministerio de Educación y Samsung han presentado un proyecto innovador, ‘Asignatura Empatía’, que permite entender mejor el infierno del acoso escolar gracias a la realidad virtual. La iniciativa de Snow, de la firma española KIO IA, ha desarrollado un robot humanoide basado en inteligencia artificial para ayudar a luchar contra el acoso escolar. Sus creadores le han dotado de un aspecto amigable para favorecer el acercamiento de los niños que se ven amenazados por sus compañeros.
uso love de la tecnología
Por su parte, Orange ha puesto en marcha el proyecto #Porunusolovedelatecnologia con el objetivo de ayudar a padres, educadores, menores y a la sociedad en general a reflexionar sobre el uso responsable de la tecnología y los riesgos que las malas prácticas conllevan, el ciberbullying entre ellos.
Con el vídeo, principal vía de consumo de contenidos de las nuevas generaciones, como herramienta, ofrece consejos sobre cómo actuar, afrontar y prevenir estas situaciones. En el caso concreto del ciberacoso, y para que los adultos se pongan en la piel del menor, la compañía ha publicado el siguiente vídeo, en el que un padre sufre el hostigamiento de sus compañeros en su entorno laboral.
Como se refleja en el vídeo y según datos de la Fundación ANAR, el 75% de los jóvenes que sufren acoso escolar no lo cuentan. Es realmente complicado expresar en palabras una situación tan dura como esta. Por ello, resulta primordial estar atentos a las distintas señales de las que hablan los expertos. Entablar una relación de confianza y comunicación con los menores es básico para que estos se sientan cómodos a la hora de manifestar sus emociones y experiencias.
Sin embargo, no solo debemos enseñar a los niños a hablar sobre el acoso escolar. La prevención comienza por enseñarles conductas empáticas hacia el resto de personas, sensibilizarles sobre este tipo de conductas y sus consecuencias. Además, es importante trabajar en la educación tecnológica de los menores. Las nuevas herramientas están a nuestra disposición para que hagamos un uso responsable de ellas. El acoso escolar, su prevención y (ojalá) su desparición es un asunto que nos compete a todos.