Mucho antes del “desconecta” o del “no toques el móvil cuando estás en la mesa”, los niños (y no tan niños) del mundo ya se habían llevado más de un zapatillazo seguido de frases como “ni consola ni consolo” o “apaga la tele y a la calle que hace muy buen día”. Siempre que nos hemos cruzado con algo que nos gusta ha existido el riesgo de convertirnos en adictos a ello, de crear cierta dependencia.
Internet no es sólo un caso más, es el caso por antonomasia. Y es que, más allá de la adicción a Internet, si nos adentramos en ese oscuro mundo de filias y fobias, vamos a encontrarnos con casos que, aunque no creíamos posibles y hasta pueden llegar a esbozar una sonrisa de humor negro, cada vez son más comunes.
WhatsAppitis
De WhatsApp y tendinitis nace este diagnóstico en el que el exceso de uso de la popular aplicación de mensajería puede producir dolor en muñecas y articulaciones. Si las seis horas que pueden pasar algunas personas escribiendo en su móvil se sumasen al peso de sus phablets, todas sufrirían WhatsAppitis.
Abuso de selfies
Si uno de tus allegados tiene más fotos selfies que de platos de comida en el móvil, empieza a preocuparte, tal vez lo que sufre no es un exceso de vanidad capaz de dar forma a una fábula infantil del siglo XXI, tal vez el problema sea mucho más grave y derive de una enfermedad que le insta a perseguir la validación social constantemente.
¿Adicto a Candy Crush? No, adicción social
Podríamos deducir que lo de Candy Crush es una adicción al juego en sí, y fácilmente podríamos hacerlo, pero no es lo único que se esconde detrás del gran éxito de King. Aquí lo que buscan la mayoría es un chute de dopamina a base de lucecitas explotando, notificaciones para que sigas jugando, superar a tus amigos en la tabla de puntuación… Sorpresas y recompensas que activan nuestro cerebro y nos hacen sentir bien. En algunos casos, demasiado.
¿Me han llamado? ¿Es mi móvil?
Pues no, no te han llamado, pero pese a ello tú jurarías que tu móvil acaba de vibrar en el bolsillo mientras caminabas por la calle. ¿Brujería? No, más bien el síndrome de la llamada imaginaria, un exceso de uso del teléfono que te acaba afectando a tal nivel que puedes llegar a confundir los impulsos cerebrales con notificaciones del móvil. Tranquilo, no te agobies, es algo bastante común y el 70% de los usuarios de móvil reconoce haberlo sufrido.
Twitteraholic
Tuitear al menos una vez por hora, incluyendo la noche, mandar una media de 30 tuits al día, siete días a la semana durante tres años y, después de amasar unos 25.000 followers, tener que abandonar la cuenta. Al pobre Larry Carlat no le quedaba otra, ya había perdido su trabajo, su mujer y reconoció caer en depresión cuando su hijo le dijo que dejaría de seguirle en Twitter.
Infoxicación
¿Lo qué? Infoxicación. O dicho de otra forma, el mal derivado del exceso de información. Nuestro cerebro no es una máquina, puede llegar a sorprendernos a diario, pero necesita descanso y no puede con todo lo que le eches. El constante flujo de información no sólo lo satura y anula nuestra capacidad de comprender y analizar, también puede acabar convirtiéndonos adictos a ese derroche de información, provocando ansiedad y obligándonos a apoyarnos en la cantidad en vez de en la calidad, leyendo mucho sin entender nada.
Cibermareos
La lógica nos indica que para marearnos debemos estar en movimiento, tener un problema de visión o algo similar, pero la llegada de la tecnología a nuestras vidas ha creado una nueva forma de marearnos para la que no existe la Biodramina: los cibermareos. Sí, los movimientos de la pantalla y la falta de una sincronización entre ellos y tu cuerpo pueden llegar a provocar mareos. Internet es tu nuevo paseo en barco.
Cibercondria
Imagina que un hipocondríaco tuviese acceso a toda la información existente sobre enfermedades, medicamentos y síntomas. Exacto, eso ya ha pasado, está pasando, y aquellos que han abandonado las visitas al médico por las visitas a internet se conocen como cibercondríacos. Reconócelo, esto da bastante miedito.
Nomofobia
¿Alguna vez has salido de casa sin el móvil y has tenido la sensación irrefrenable de que tenías que volver a buscarlo? ¿Te ha pasado algo similar al quedarte sin batería o datos? Pues tal vez sufras de este mal, el miedo a no tener teléfono o a no poderlo utilizar. Ahora viene cuando dices, sí, me ha pasado, pero yo controlo. Ya…
Exceso de Pinterest
Conocemos los adictos a Facebook, la adicción a las apuestas online, lo de no soltar el móvil ni para ir al baño, pero probablemente muchos no conozcáis la adicción a Pinterest, un caso en el que el foco de atención se centra única y exclusivamente en esta página cargada de cosas “cuquis” y elementos DIY, obligando a los adictos a pasar horas y horas clasificando sus favoritos. Puede parecer de coña, pero es un mal más común de lo que podríamos imaginar.