Desde hace más de 40 años, el Tratado de Cooperación Amazónica unifica los esfuerzos de los ocho países que comparten la cuenca del río Amazonas. Buscan un modelo de desarrollo propio, sostenible, integrado con una de las regiones ecológicas más importantes del planeta.
La Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA) es el organismo intergubernamental que nace como consecuencia directa de este tratado. Constituido por Bolivia, Brasil, Colombia, Guyana, Perú, Surinam y Venezuela, da forma a un bloque social y ambiental con fronteras e intereses compartidos.
La actual secretaria general de la OTCA, Alexandra Moreira, ha estado al frente del organismo en uno de los periodos recientes más difíciles para la región. Su mandato, a punto de concluir, ha estado marcado por la pandemia y por la continua búsqueda de respuestas a una pregunta complicada: cómo avanzar en la igualdad y el desarrollo de la Amazonía al tiempo que se protege su inmenso legado natural.
– Las imágenes de Manaos, Brasil, el año pasado sobrecogieron al mundo. ¿Qué vacíos ha dejado al descubierto la pandemia en la Amazonía?
La pandemia ha dejado vacíos al descubierto a nivel planetario. Sobre todo, la fragilidad de nuestros sistemas de salud. En la región Amazónica, hemos visto que es necesario fortalecer las redes de cooperación y las redes de salud dentro de cada país y también entre ellos. En particular, en los estados fronterizos. Aquí hay mucha población asentada en zona de fronteras, personas que viven en un país y son atendidas en otro.
Por otro lado, la pandemia ha destacado la necesidad de reforzar la atención directa a las poblaciones vulnerables y a los pueblos indígenas. Es necesario trabajar estrechamente con los líderes indígenas que son responsables de sus comunidades. Debemos trabajar más con ellos en temas de salud, pero también en otras cuestiones medioambientales y sociales.
También hemos visto la urgencia de establecer una red de cooperación entre los institutos de salud de cada país. Es necesario para mejorar en el seguimiento de las variantes de la COVID-19. Dentro de nuestra región, existen brechas en conocimiento, en infraestructura, en capacidades. Pero durante el último año y medio los ocho países amazónicos han demostrado la voluntad de trabajar de forma conjunta para solucionarlas.
– La vacunación avanza a ritmo desigual en todo el mundo. ¿Cómo es la situación en la región Amazónica?
La vacunación compete a cada país, nosotros no somos una entidad supranacional. Lo que sí hemos hecho ha sido reunirnos con cada país para intentar priorizar la vacunación de algunos colectivos vulnerables, como los pueblos indígenas. De nuevo, creo que las asimetrías y los retrasos en la vacunación se están viendo a nivel global, no solo en la Amazonía.
Aquí, creo que nuestros países están haciendo muchos esfuerzos, pero la situación se ha complicado en algunos lugares. Naciones como Bolivia han liderado el movimiento para solicitar la liberación de las patentes de las vacunas para poder producirlas en América Latina. Pero, hoy por hoy, el ritmo de vacunación en nuestros países no es el que se necesita.
«Con mayor innovación, mayor productividad y más tecnología, luchando contra la desigualdad, la Amazonía podría encontrar un modelo de desarrollo sostenible propio».
– Mirando ya hacia el final de la pandemia, ¿qué papel puede jugar la Amazonía en la recuperación de América Latina?
Soy una creyente convencida de que la región Amazónica tiene un gran potencial. Ocupa el 40% del territorio de América Latina y en ella viven más de 40 millones de personas. Tiene grandes recursos naturales y humanos. Como indica el Tratado de Cooperación Amazónica, debemos cerrar las brechas sociales, económicas y ambientales de la región e incorporar la Amazonía a la economía mundial. Debemos buscar el desarrollo armónico de la región.
Con mayor innovación, mayor productividad y más tecnología, luchando contra la desigualdad, la Amazonía podría encontrar un modelo de desarrollo sostenible propio. Es muy necesario entender que la desigualdad es muy negativa para el desarrollo.
– ¿Cómo puede avanzarse hacia esta igualdad?
En este sentido, la cooperación internacional es importante. Existe la idea de que la Amazonía es una región de renta media. Esto ha conllevado una disminución de los recursos financieros disponibles en los últimos años. Pero no es así. La región Amazónica necesita más recursos, tanto nacionales como internacionales. Si continuamos con los porcentajes de desigualdad que tenemos, el desarrollo y la gestión sostenible de la región no pueden avanzar.
Por otro lado, esta es una región muy afectada por el cambio climático, pero no todos los países ni todos los grupos sociales han contribuido a las emisiones de gases de efecto invernadero de la misma manera. Los países que más emiten tienen más herramientas para hacer frente al cambio climático. Nuestros países, que están entre los que menos han contribuido, también tienen menos capacidad de hacerle frente al problema.
– Cuando hablamos de medioambiente y Amazonas, los países desarrollados se centran en la conservación, mientras los países de la región buscan el desarrollo. ¿Cómo encontrar el equilibrio?
Con mucho esfuerzo. Los países amazónicos están comprometidos con encontrar un modelo de desarrollo propio. Este compromiso no es solo de las administraciones, también existe en la academia, en la ciencia y en muchos sectores sociales. Teniendo en cuenta que la región tiene más de 40 millones de habitantes repartidos en una gran extensión de territorio, el desafío es enorme.
Si hablamos de soluciones concretas, se busca trabajar más con productos no maderables, apostar por la innovación y la tecnología, investigar más para multiplicar y diversificar la producción y encontrar nuevos mercados que valoren los productos responsables del Amazonas. La comunidad internacional debe implicarse en esto también.
«Contra la deforestación, los apoyos serían mucho más útiles que las críticas. Estamos en un momento de proponer, de unir esfuerzos, de ser prácticos».
– La deforestación recibe mucha atención internacional. Pero después vemos que algunas empresas de los mismos países desarrollados que critican la desforestación son las que están detrás del problema.
Ojalá tuviésemos una receta sencilla para solucionar la deforestación. Es un problema que tiene muchas causas: la exportación de madera, los cultivos extensivos, las explotaciones agropecuarias… Los países que exigen conservación deben ser coherentes. Se exige a los países amazónicos frenar la deforestación o no contaminar. Y después vemos, por ejemplo, que las empresas mineras de otros países vienen a explotar los recursos e incumplen las regulaciones ambientales locales.
Esto no quiere exculpar a los países de la región. Creo que los estados de la Amazonía tienen que ser mucho más estrictos. Deben controlar y fiscalizar la deforestación y aplicar las normativas actuales, que ya son buenas. En muchos sentidos, las leyes fracasan en su aplicación. Además, debemos generar alternativas. Por ejemplo, en Brasil se ha demostrado que la producción y la exportación del azaí es mucho más rentable que la de madera.
La región Amazónica tiene tantos productos gracias a su biodiversidad que existen alternativas. Se necesita tecnología e investigación y más apoyo para su comercialización y para desarrollar la cadena de producción. Creo que este tipo de apoyos serían mucho más útiles que las críticas. Estamos en un momento de proponer, de unir esfuerzos, de ser prácticos.
– Algo similar sucede con el cambio climático y el Acuerdo de París. ¿Es justo que se impongan objetivos de reducción de emisiones de CO2 sin tener en cuenta la contribución total de cada país a lo largo de la historia?
No es justo, ni correcto ni realista. Los países en vías de desarrollo tenemos otros temas sociales y económicos que resolver, cuestiones que en los países desarrollados están cubiertas. Pienso, por ejemplo, en el acceso al agua potable y el saneamiento o en el acceso a la educación y a la salud. En la región Amazónica tenemos muchas brechas que cerrar.
No es justo exigir lo mismo a los países que han contribuido menos al cambio climático que los países desarrollados. No va a conducirnos a nada positivo. Es un tema que se ha discutido mucho. Creo que hay que entender que la región Amazónica necesita más financiación y apoyo internacional para reforzar los objetivos de sostenibilidad.
«En la lucha contra el cambio climático y la protección de la biodiversidad es necesario rescatar el conocimiento indígena».
– ¿Qué papel debería jugar el conocimiento indígena en la gestión de la naturaleza y la lucha contra el cambio climático?
Nuestros pueblos indígenas juegan desde hace tiempo un papel fundamental en la conservación de las tierras y la biodiversidad. Se tiene que valorar su conocimiento y su labor. Por ejemplo, en mi país, Bolivia, algunas políticas públicas de gestión de agua y adaptación al cambio climático han incorporado los conocimientos tradicionales de los pueblos indígenas. Todos los países tienen ejemplos en este sentido.
La misma forma de vida de los pueblos indígenas contribuye al mantenimiento del territorio. Además, trabajar con los representantes de estas comunidades, como se ha hecho durante la pandemia, resulta beneficioso para todos. Ayuda a mejorar la gestión pública del territorio.
En la lucha contra el cambio climático y la protección de la biodiversidad es necesario rescatar el conocimiento indígena. Ahora mismo estamos haciendo un estudio regional para conocer el estado de la diversidad biológica amazónica bajo la metodología de la Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas (IPBES). En este estudio estamos incorporando el conocimiento práctico de los pueblos indígenas. En los planes de contingencia de la región Amazónica también trabajamos con representantes de estas poblaciones.
– Han pasado 40 años de la firma del Tratado de Cooperación Amazónica (TCA). ¿Qué objetivos se marca la organización que preside?
Yo ya estoy cerca de terminar mi periodo como secretaria general. Pero el objetivo siempre es fortalecer la cooperación regional. El tratado busca un trabajo conjunto más técnico y práctico. Nosotros nos hemos concentrado en poder mejorar la financiación de los proyectos; y en ampliar nuestras conexiones con aliados estratégicos en la región y en el mundo para trabajar en gestión del agua, gestión forestal y protección de la biodiversidad.
El trabajo está siempre encaminado a reforzar la institucionalidad de la organización. En América Latina es muy necesario respetar y fortalecer las instituciones que se han ido construyendo con mucho esfuerzo. El Tratado de Cooperación Amazónica es uno de los mejores ejemplos de que se puede trabajar de forma conjunta por la región.
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