La adaptación por parte de las personas mayores al uso del smartphone es más lenta y requiere de una atención y cuidados particulares. El tiempo, la paciencia y el cariño son cuestiones ineludibles del proceso de aprendizaje tecnológico para estas personas y así lo han entendido en somoselpuente.org, una fundación que promueve enseñanzas colaborativas, generando espacios de aprendizaje desde lo cotidiano y lo común. Su objetivo: reducir el analfabetismo digital en este colectivo.
Elpuente quiere contribuir a superar esa brecha digital generacional y, para ello, ha puesto en marcha una serie de talleres para perder el miedo al móvil. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), el 81% de los mayores de 74 años nunca ha entrado a Internet, si bien estas cifras pueden ser aún más elevadas porque, para la elaboración de esas encuestas, no se tiene en cuenta a aquellas personas con más de 80 años de edad.
WhatsApp y el analfabetismo digital
Celia Zafra, coordinadora de elpuente, nos explica que “para las personas mayores representa una forma de analfabetismo no poder hacer todas las cosas que les gustaría y que ven que otras personas realizan con facilidad. Viven el uso de la tecnología desde el miedo (a que les roben sus datos o su dinero, a equivocarse y hacer el ridículo, a estropear “la máquina”, etc.) o desde la vergüenza de no saber”.
“Los nacidos a partir del 2000 –añade-se han criado prácticamente con un dispositivo a su alcance. Por otro lado, los que lo hicieron tres décadas antes, han vivido una relación amable con los aparatos tecnológicos. Sin embargo, no ocurre lo mismo con aquellos que nacieron en los años 40 y 50 del siglo pasado”.
En sus talleres se han encontrado con múltiples anécdotas. Así, cuando los formadores explicaron a Conchita González, una enfermera jubilada, que la tecnología le podría servir para ahorrar tiempo, esta contestó: “El tiempo lo necesitaba yo con 35 años, cuanto estaba criando. Ahora tengo que buscar en qué ocuparlo”.
El escepticismo inicial es común entre estos veteranos alumnos. Vicente Gómez, un informático jubilado, lanzaba esta subversiva opinión antes de darse de baja de los cursos porque “no quería aprender más”: «WhatsApp, hay que entenderlo hasta un punto porque en el fondo es como Telecinco, sirve para comentar los cotilleos”.
Y, en parte, no le falta razón pues la plataforma de mensajería se ha convertido en un hervidero de fake news.
Inclusión de colectivos desfavorecidos
Las iniciativas para evitar el analfabetismo digital y favorecer la inclusión tecnológica de distintos colectivos llegan desde distintos ámbitos. Así, la Fundación Tomillo y Orange impulsan iniciativas para ayudar a los chicos y chicas en riesgo de exclusión a desarrollar sus distintas habilidades y a mejorar su destreza en el mundo laboral.
La operadora es especialmente activa en este ámbito, incluso con propuestas comerciales como Gigas Solidarios, cuyo objetivo es proporcionar conexión gratuita a Internet y una tablet durante un año a familias que no pueden permitírselo. “La brecha digital incide en el incumplimiento de algunos derechos fundamentales como el acceso a la información, lo que provoca una situación de exclusión”, subraya Rocío García, delegada territorial de la Fundación Secretariado Gitano.
Otro ejemplo es GarageLabs, una propuesta con la que Orange pretende proporcionar a estos centros educativos la formación y el equipamiento necesario para que puedan desarrollar, a través del entorno Fab Lab y el movimiento maker, una propuesta para sus alumnos que transforme los procesos de enseñanza, aprendizaje y crecimiento personal. Y no solo con el equipamiento, sino con una metodología que busca potenciar el aprendizaje de manera diferente y significativa y persigue, asimismo, disminuir el absentismo escolar de los jóvenes que cursan estos estudios.