Traducciones, información en tiempo real, ayuda en la búsqueda de seres queridos desaparecidos y mucho más. El fermento que se está creando en torno a la tecnología está generando nuevas formas de experimentar la solidaridad hacia los migrantes. Son soluciones que van más allá de la primera acogida y de la ayuda material. La verdadera fortaleza de estas aplicaciones, de hecho, es la de superar la retórica de las pateras, para enfrentarse a problemas más cotidianos y concretos.
Todavía hay quienes se indignan al ver una foto de un migrante con un teléfono en la mano. El paternalismo occidental, de hecho, a menudo sigue desprendiendo el sabor rancio del mito del ‘buen salvaje’. Los migrantes no son cavernícolas en taparrabos que se encuentran inexplicablemente en la mano un iPhone de 1.600 euros. Ni falta que les hace…
Deberíamos abandonar la lógica del símbolo de estatus típica de Occidente. Nosotros tememos nuestros smartphones y los migrantes los suyos, no parece difícil de asumir. Pero es más, los ciudadanos del mañana también los tendrán. Las tecnologías de la información son la nueva cosa pública: desde aquí se empieza a cambiar la política.
Aplicaciones que ayudan a los migrantes
En los Estados Unidos, un grupo financiado por el magnate George Soros ha desarrollado United We Dream, una herramienta dedicada a los inmigrantes ilegales. Permite programar una serie de mensajes automatizados para alertar a grupos preseleccionados de personas con solo tocar un botón. De esta forma, si alguien estuviera a punto de ser arrestado, podría enviar rápidamente un mensaje de emergencia a sus amigos y familiares. Después de la operación, los contactos se eliminarían automáticamente del teléfono.
En Italia, MigrAdvisor nació para ayudar a los extranjeros a alcanzar los servicios útiles a través de un sistema de geolocalización. También se puede usar para informar sobre episodios de explotación laboral y trata. El mismo objetivo de la aplicación nigeriana, iReport, que permite denunciar el tráfico de seres humanos en el país.
En Copenhague, en 2008, nació Refunite. Una plataforma que ayuda a los refugiados a ponerse en contacto con sus seres queridos. Hoy tiene más de un millón de usuarios. La misma función también es realizada por Refugees Welcome u Open World, que también incluye un chat desarrollado a través de blockchain. Ideal para comunicarse en tiempo de guerra y bajo dictaduras.
En Suecia, la aplicación Welcome App conecta a los refugiados con voluntarios, para recibir todo tipo de información en tiempo real. En América Latina, destacan la chilena Yo Migro y la mexicana MigrantApp. Trace the Face, de la Cruz Roja, en cambio, permite la identificación de personas desaparecidas durante el viaje gracias a la publicación de sus fotos.
Finalmente, un refugiado sirio que ahora reside en Turquía ha lanzado una aplicación que conecta a los usuarios con intérpretes. Se ofrecen traducciones orales y escritas en tiempo real en turco, árabe e inglés. Tarjemly Live ahora cuenta con más de 40.000 usuarios y 81 traductores que brindan servicio las 24 horas.
La revolución africana de las apps
Un teléfono inteligente hoy ya es un apéndice de nuestro cuerpo. En cada paso notamos su importancia e incluso su necesidad. Aunque esta urgencia se declina de maneras muy diferentes. Para algunos, la necesidad es fotografiarse el trasero o sobre un andamio a unos 200 metros de altura; para otros, es sobrevivir.
En África, los móviles hoy son una auténtica revolución. Al principio, la telefonía móvil hizo posible compensar la falta de una red fija. Luego, con el desarrollo de los smartphones y el nacimiento de las aplicaciones, comenzó a dar una contribución concreta al desarrollo y la modernización de muchos sectores de la sociedad. Antes que nada, la alimentación.
Hoy, 340 millones de africanos se conectan diariamente a internet. Las estimaciones dicen que cada año los usuarios de la red aumentan en un 10%. Jóvenes informáticos africanos han creado varias aplicaciones que pueden ser consultadas por cualquier persona con acceso a la red. Empezando por los agricultores, que acuden a sus teléfonos para obtener pronósticos meteorológicos o hacer consultas zootécnicas, agrícolas y veterinarias.
Agricultura y ganadería representan el 30% del PIB africano. El sustento del 70% de la población depende de la agricultura. Sin embargo, en muchos casos aún se usan instrumentos arcaicos y el objetivo no va más allá de la subsistencia familiar. De los 500 millones de hectáreas de tierra cultivable en África, se aprovecha menos de la mitad. La FAO predice que, gracias a los smartphones, en los próximos años habrá un aumento de la productividad del 3%.
Las migraciones son un fenómeno histórico
Sin embargo, el camino hacia la autosuficiencia del continente africano aún es muy largo. Y las migraciones son un fenómeno histórico, destinado a durar siglos. No se pueden detener y deben ser reguladas. Además, las guerras, el cambio climático y los flujos demográficos no se limitan a África, sino que conciernen a todo el planeta.
En 2017, la ONU calculó que alrededor de 258 millones de personas abandonaron sus países de nacimiento y ahora viven en otras naciones. El aumento, con respecto al año 2000, es del 49% y del 18% en comparación con 2010. Más del 60% de todos los migrantes internacionales viven en Asia (80 millones) y Europa (78 millones). En América del Norte son 58 millones, en África 25. El número de refugiados y solicitantes de asilo, en 2016, se estimó en algo menos de 26 millones de personas.
La ruta más seguida para los flujos migratorios es la que va de México a los Estados Unidos (12,7 millones de personas en 2017). En segundo lugar, la que de la India va a Arabia Saudita (3,3 millones). Desde el estallido de la guerra, 3,3 millones de migrantes sirios se han establecido en Turquía.
Ninguna ruta, entre las 15 mayores del mundo, lleva a los países de la UE. El enésimo caso de cortocircuito entre percepción y realidad. Afortunadamente, a pesar del auge del populismo y, en muchos casos, de la xenofobia, todavía hay quienes en Occidente deciden aprovechar la tecnología para fines humanitarios.
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Imágenes | Wikimedia Commons y Flickr