Al principio parecía una pequeña molestia. A veces incluso agradable. La cuarentena, cuya romantización, como se ha dicho con razón, es un privilegio de clase, parecía la excusa perfecta para relajarnos y atiborrarnos de series. Aperitivos en videochat, canciones en los balcones. Pero pronto las cosas han cambiado. Allá fuera, los muertos se multiplican; dentro de casa, las preocupaciones sobre el futuro económico y social crecen. El confinamiento no son vacaciones y dejará heridas psicológicas difíciles de curar.
La mitad de la población mundial está encerrada en sus hogares, es algo nunca antes visto y se desconocen las consecuencias. Un artículo publicado por la revista médica ‘Lancet’ intenta analizar y resumir los estudios llevados a cabo ??sobre el efecto psicológico de las cuarentenas. Se basa, sobre todo, en lo que ocurrió con ocasión de los brotes epidémicos de Sars entre 2003 y 2005. Al parecer, incluso un confinamiento inferior a los 10 días puede provocar efectos a largo plazo. Incluso después de tres años, haber experimentado una cuarentena produce síntomas de estrés postraumático o de abuso de sustancias.
En el futuro, los temores al contacto social no desaparecerán fácilmente. Y es probable que los efectos económicos de este encierro empeoren aún más las condiciones psicológicas del las personas. Además, no debe olvidarse que entre los que están atrapados en sus hogares, se encuentran también millones de individuos frágiles, que corren el riesgo de sufrir daños irreparables a su salud mental. Personas deprimidas, esquizofrénicas, bipolares, dependientes de sustancias o con otros trastornos mentales.
Las aplicaciones para los trastornos psicológicos
Para estas personas, el aislamiento forzado puede representar una amenaza mortal. Muchos temen un aumento significativo en los intentos de suicidio, una plaga que cada año, según la OMS, causa 800.000 víctimas en todo el mundo. Preocupa también el posible aumento de episodios de violencia verbal y física. Probablemente habrá que lidiar con otros trastornos latentes: estrés, ansiedad, depresión, trastornos del espectro del sueño.
Por esta razón, durante el confinamiento es esencial tomar algunas medidas: mantener un estilo de vida saludable, cultivar relaciones sociales incluso a través de internet, limitar la sobrecarga de información, controlar el abuso de humo, alcohol u otras sustancias, no tener miedo a pedir ayuda…
Sin embargo, a veces esto no es suficiente. Es por eso que el mundo de la psicología, igual que otros sectores, está descubriendo aplicaciones y plataformas en línea capaces de llenar el vacío. Especialmente durante estos días de confinamiento, casi todos los psicólogos y psiquiatras han activado o fortalecido sus servicios online, ofreciendo sesiones en Skype u otras plataformas.
Existen muchas aplicaciones específicas para diferentes trastornos, desde el estrés en el trabajo al alcoholismo. Hands Up Therapy, Healthstored, HealthMapper, Moodbug son las más notorias. Algunas son aceptadas oficialmente por instituciones como el Servicio Nacional de Salud Británico. Una de las más conocidas es Joyable. Además de proporcionar una prueba para identificar el tipo de trastorno padecido, ofrece una serie de ejercicios y una videoconsulta con especialistas.
¿Sirven de algo?
La terapia cognitiva conductual es una especie de reeducación para llegar a cambiar los comportamientos de las personas afectadas por trastornos como la ansiedad y la depresión. En este sentido, algunas aplicaciones, al menos en teoría, podrían lograr resultados similares a los de un terapeuta, al estimular el cambio a través de mensajes prácticos que llegan a la pantalla. Sin embargo, no está nada claro que estas herramientas funcionen realmente.
En 2016, se realizó un ensayo independiente en el que se dividieron en tres grupos 690 pacientes diagnosticados con depresión. El primero usó Beating the Blues, una de las plataformas en inglés más conocidas. Al segundo grupo le fue asignada la aplicación australiana MoodGYM y el tercero acudió a la terapia clásica. Los investigadores monitorearon las mejoras después de 4, 12 y 24 meses. Los resultados fueron decepcionantes, destacando la falta de implicación en los casos de las aplicaciones.
Millones de personas han descargado apps que se ocupan de meditación, respiración o salud mental. Sin embargo, los datos recopilados por la universidad israelí de Haifa muestran cómo el 94% de los usuarios deja de usarlas después de 15 días. Es la misma diferencia que existe entre pagar para ir a un gimnasio o usar una herramienta gratuita para hacer los ejercicios en casa. La motivación y el compromiso con nosotros mismos es diferente. Estas aplicaciones, por lo tanto, como mucho pueden ser útiles para comenzar a trabajar, a la espera de empezar el tratamiento con el terapeuta.
Una herramienta útil durante el confinamiento
Sin embargo, existe otro tipo de aplicación que puede tener alguna utilidad real en el tratamiento psicológico. Este es el caso, por ejemplo, de Mindstrong, creada por tres médicos, uno de los cuales, Tom Insel, es el exdirector del Instituto de Salud Mental de los Estados Unidos. A diferencia de otras herramientas que ayudan a lidiar con la ansiedad o la depresión, Mindstrong no ofrece juegos y ejercicios, sino que analiza cómo usamos nuestro smartphone. Una vez instalado, este software funciona en segundo plano para recopilar datos relacionados con la forma en que las personas escriben, hacen clic o navegan durante el uso diario.
Los datos recopilados se cifran y analizan de forma remota, utilizando un algoritmo de aprendizaje automático, cuyos resultados se comparten con el paciente y el médico que lo atiende. La información biométrica se analiza mediante inteligencia artificial que la compara con nuestro comportamiento habitual y el promedio de otros usuarios. Los resultados pueden proporcionar pistas importantes, revelando, por ejemplo, una recaída en la depresión o el inicio de una fase maníaca.
Obviamente, hay varios aspectos que deben investigarse a fondo. Las aplicaciones que dependen de la inteligencia artificial solo encuentran las correlaciones, no las causas. Por lo tanto, podrían interpretar como trastornos mentales algunas conductas causadas por la toma de medicamentos u otros problemas contingentes. Sin mencionar el tema de la privacidad. Lo que se puede descartar es que las aplicaciones de salud mental puedan resolver problemas tan importantes por sí solas. En cambio, sí podrían convertirse en un soporte para el trabajo de los terapeutas, especialmente en tiempos de confinamiento.
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