Culturalmente, los británicos se distinguen por crear colectivos o grupos artísticos con un discurso serio y transgresor a menudo oculto bajo una fachada cómica o de estética DIY (Do It Yourself). Si Monty Python es el ejemplo por antonomasia del cine y la televisión, Archigram lo es en la arquitectura.
Su objetivo no era diseñar edificios o ciudades para que fueran construidas, sino alimentar la imaginación a base de propuestas futurísticas y provocadoras y con el collage como una de sus técnicas de representación preferidas. Bajo esta estética sesentera, anticiparon dos temas que hoy forman parte de lo que llamamos smart city: la conectividad y la movilidad.
Un fanzine de culto
Archigram (acrónimo de arquitectura y telegrama) era el título de un panfleto que los primeros integrantes del grupo empezaron a publicar en 1961. Peter Cook, David Greene y Mike Webb se conocieron en la Asociación de Arquitectura de Londres (Reino Unido) y lo que empezó como una revista underground donde publicaban proyectos arquitectónicos de estudiantes se convirtió en una publicación de culto que despertó el interés internacional.
Ron Herron, Dennis Crompton y Warren Chalk se unen al grupo en 1962 y un año después les invitan a participar en la exposición ‘Living City’, celebrada en el Institute of Contemporary Art en Londres. Inspirados en la arquitectura utópica del arquitecto italiano Antonio Sant’Elia, que imaginó el Milán del futuro con Città Nuova, Archigram fue un repositorio de proyectos residenciales de carácter antiheroico, a favor del consumo de masas, de lo prefabricado y del futurismo.
“Éramos seis arquitectos ingleses recién licenciados, o casi, que en los años sesenta apostábamos por el futurismo y el antidiseño, y nos inspirábamos en la tecnología espacial y la ciencia ficción para crear proyectos irrealizables. Los miembros de Archigram nos reuníamos en un bar de menú muy poco glamuroso en el que la cuchara del azúcar estaba atada al azucarero con una cadena para que nadie la robara”, explicó Webb en una entrevista.
Proyectos publicados
El fanzine publicó nueve ediciones entre 1961 y 1970. Ninguno de los proyectos publicados llegó a ser construido, pero estuvieron cerca: en 1970 ganaron un concurso para diseñar el Centro de Entretenimiento de Montecarlo, en Mónaco. Un edificio subterráneo con muchas piezas móviles capaz de convertirse en un circuito de carrera y en un centro de exposiciones. Sin embargo, todo este engranaje no salía barato precisamente, por lo que jamás vio la luz.
A pesar de ello, siguen gozando de un culto que les hace protagonizar exposiciones en todo el mundo. Sin ir más lejos, en 2019, los integrantes de Archigram vendieron sus archivos al M+ Museum de Hong Kong por 2,08 millones de euros. Los panfletos se encuentran disponibles en varios repositorios en línea donde se recogen, entre otros, los siguientes proyectos.
Plug-in-City, Peter Cook, 1964
Una ciudad o megaestructura de ciencia ficción formada por unidades residenciales modulares y prefabricadas conectadas (plugged in) a una máquina central. Se plantea como una estructura en constante evolución, formada por residencias y otros servicios esenciales, transportados por grúas gigantes.
The Walking City, Ron Herron, 1964
Otra ciudad, en este caso una que se desplaza, dando la posibilidad a sus residentes de cambiar de entorno. La urbe de Herron tenía, literalmente, patas situadas bajo unas estructuras robóticas dominadas por una especie de cerebro. ¿El precursor de lo que hoy llamamos inteligencia artificial?
Control and Choice, 1967
En este proyecto, el usuario controla y elige la configuración de su vivienda dependiendo de su estilo de vida en aquel momento. Cada vivienda presenta un componente temporal y diferentes situaciones que pueden ocurrir durante la vida del usuario. Por algún motivo será que la palabra metamorfosis aparece recurrentemente en este proyecto.
la Influencia de archigram en la arquitectura
De los seis integrantes, solo Peter Cook llegó a edificar: el Kunsthaus de Graz en Austria, inaugurado en 2003. Es un edificio ‘muy Archigram’ apodado localmente ‘friendly alien‘. Tiene forma de oruga, globo, burbuja o hígado (según a quién le preguntes) recubierto de acero. Pertenece al movimiento High Tech, nacido en los setenta y en el que la influencia de Archigram es visible entre sus integrantes.
Son edificios que parecen diseñados de dentro hacia afuera, dando visibilidad a elementos técnicos que normalmente quedan ocultos. Resaltar esta parte funcional e industrial es, además de su dogma, un manifiesto estético. Algunos ejemplos más conocidos son el Centro Pompidou de París (Francia), diseñado por Richard Rogers y Renzo Piano, el edificio Lloyd’s de Rogers en Londres y el rascacielos de la compañía Hong Kong & Shanghai Banking Corporation de Norman Foster.
En Japón, el metabolismo de los años sesenta también dialoga directamente con Archigram. Arquitectos como Kisho Kurokawa, Kiyonori Kikutake, Fumihiko Maki, Masato Otaka y Kenzo Tange partían del principio de que las ciudades debían ser concebidas como seres vivos y orgánicos que debían evolucionar según las nuevas necesidades de sus habitantes. La modularidad y los elementos prefabricados les permitían ejecutar esta visión.
La corta existencia de este movimiento y las dificultades para hacer realidad sus diseños hace que, sin embargo, no existan muchos ejemplos de su arquitectura. El más representativo, y en peligro de ser demolido, es el edificio Nakagin Capsule Tower, de Kish? Kurokawa.
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Imágenes | Archigram.net, YouTube/Jorge Torres, Wikipedia, Caleb Maxwell/Unsplash