Tres en uno: OPS, El Roto, Rábago es el nombre de la exposición que recorre la obra de este autor y sus tres heterónimos en la galería Veta de Madrid.
Madriz utilizando el nombre de OPS.
Andrés Rábago adopta tres nombres y otras tantas personalidades artísticas para expresarse en una trayectoria profesional que se extiende desde los años setenta y ochenta. Fue entonces cuando empezó a publicar sus dibujos en publicaciones como La Codorniz yEran dibujos sin bocadillos de texto que mostraban mundos oníricos, de gran potencia expresiva, que planteaban más preguntas que respuestas. Según su autor, en declaraciones a El Pais, una obra que hollaba los terrenos del subconsciente.
A OPS le siguió El Roto, cuyos dibujos podemos ver cada día en El Pais y que tienen un gran éxito en las redes sociales, donde a menudo son alabados por los mismos que, al día siguiente, expresan su rechazo a la obra del artista. Muestran escenas de aparente sencillez técnica pero de gran complejidad intelectual. Los dibujos de El Roto, siempre incómodos, invitan a reflexionar sobre la actualidad pero también sobre nosotros y la sociedad en la que vivimos.
el roto y goya
La exposición también incluye dibujos de El Roto inspirados en la obra de Goya. La conexión entre ambos artistas es más que tangible y se muestra a través de la coherencia y la versatilidad. En el caso de El Roto, y tal y como es característicos en su figura y en sus viñetas, hay una combinación de humor, la mayoría de las veces negro, con un intenso dramatismo.
En ambos creadores se encuentran temas íntimamente ligados al comportamiento y la condición del ser humano, sobre todo a sus miserias, al que critican. En esencia: el miedo, el dolor y el sufrimiento. La muestra ahonda en lo más oscuro de nuestros pensamientos y acciones y se presenta clara ante un visitante que no podrá evitar entablar puentes entre ambas creaciones.
Por último, la muestra también incluye ejemplos de la obra pictórica que firma con su nombre real, Andrés Rábago. Unos cuadros influenciados por la pintura metafísica de comienzos del siglo XX. Muestran escenas que son como ventanas abiertas a espacios donde las manecillas de los relojes se detienen. En ellos, personajes sin rostro interpelan al espectador que debe imaginarse la historia que tratan de contar.