Ya nadie revela fotos. Es una de esas costumbres que da pena perder. Y es que pocas cosas había como acudir con un carrete de tus vacaciones a aquella tienda para, unas cuantas horas después, recoger un taco de fotografías relucientes que más tarde acompañarían a tantas otras en un album de dimensiones bíblicas.
Fotografías vegetales
En estos tiempos que corren, se pueden imprimir imágenes en imanes para la nevera, carcasas de móvil, camisetas… pero ¿os habíais planteado observar una fotografía en una hoja? Este es el trabajo que Hiro Chiba lleva realizando durante un tiempo. Su técnica se inspira en el fotógrafo vietnamita Binh Danh, quien realizó este mismo trabajo con imágenes de la guerra que se libró en la década de 1970.
Para plasmar nuestros recuerdos de esta forma tan vegetal y, en cierto modo, melancólica, Danh colocaba las hojas entre láminas de cristal bajo el negativo para exponerlas posteriormente a la luz del sol durante períodos que van de una semana a varios meses. Este procedimiento fue bautizado por el propio artista como «impresión de clorofila». Más tarde su frágil obra era encapsulada, para hacerla permanente, atrapándola en bloques sólidos de resina.
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El resultado de esta técnica trae hasta nosotros unas fotografías decoloradas, con un toque nostálgico e incluso antiguo que poco o nada tiene que ver con esas brillantes y coloridas imágenes a las que estamos acostumbrados. Para Hiro Chiba estos detalles suponen un plus de belleza. «Esta forma de crear es perfecta para mí. La imagen en la hoja carece de color, detalle y textura. Eso es lo que le da tanta nostalgia. La memoria no conserva todos los detalles. Y eso es lo que la hace tan hermosa» asegura.
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