Creado en 1907, la baquelita es el primer plástico sintético de la historia. Desde entonces, se han sucedido nuevos tipos de plástico que se contabilizan por toneladas.
Es difícil imaginar una vida sin este material. Probablemente porque se ha hecho imprescindible en un sinfín de objetos y utensilios del día a día: botellas, bolsas, electrodomésticos, tuberías, embalajes, desechables, pajitas, tuppers… Según datos recogidos por Greenpeace en su página web, su producción ascendió a 335 millones de toneladas en 2016 y se espera que la cifra supere los 500 millones de toneladas en 2020. Con respecto a 1980, esto significa que su fabricación se habrá incrementado en un 900%.
Algunos de los plásticos más conocidos y empleados por los distintos sectores de la industria son el poliéster, el polietileno o el polipropileno. Sin embargo, en la historia de los plásticos existe uno que adquiere un protagonismo especial. ¿La razón? Se le considera el primer plástico sintético que se inventó. Fue en 1907 y se llamó baquelita como reconocimiento a su creador: el químico Leo Hendrik Baekeland.
¿Qué ha supuesto la baquelita?
La baquelita, a la que luego se conocería popularmente como «el material de los mil usos», marcó un punto de inflexión en la industria de aquella época para lo que luego vendría: la fabricación y uso de otros componentes plásticos, pero a grandes escalas, a partir de la segunda mitad del siglo pasado. ¿Qué tenía de especial? ¿Cuáles eran sus características? Desde el punto de vista de la química, se trata de una resina formada por un sólido cristalino (fenol) y un compuesto químico denominado formaldehído.
Resistente al agua y maleable, al ser un polímero termoestable cuando se enfría y se solidifica no puede ablandarse o moldearse de nuevo. Además, no conduce la electricidad y como dispone de una masa molecular promedio más alta -que la ofrecida por otros componentes- esto significa que las piezas hechas de baquelita pesan más.
Se le dio diferentes usos: en la industria bélica, en la fabricación de teléfonos y radios, en ciertos aparatos para el hogar o en algunos componentes para coches, entre otros ejemplos. Resulta curioso comprobar, por otro lado, cómo la baquelita ha llamado la atención, incluso, de la industria cinematográfica. Así, en 2016, se estrenó la película ‘All Things Bakelite: The Age of Plastic’, del director John Maher. Aquí tenéis el tráiler:
Objetivo: consumir menos plástico
La contaminación por plástico supone un problema importante, pero con pequeñas acciones se puede reducir. Se puede empezar por echar un vistazo a la guía ‘Un millón de acciones contra el plástico’ de Greenpeace. En la primera parte de este documento, se reflejan cifras cuando menos preocupantes: por ejemplo, desde el año 1950, se han fabricado 8.300 millones de toneladas de plástico en el mundo, cantidad equivalente al peso de unos 1.000 millones de elefantes; y otro dato inquietante: cada año 12,7 millones de toneladas de plástico van a parar al mar.
Uno de los apartados de este estudio está dedicado de manera específica a los grandes distribuidores y supermercados. En él se dice lo siguiente: “Eliminar de forma gradual los envases de un solo uso (bolsas de plástico, envasados, botellas de plástico, bandejas de poliestireno…); invertir en envases reutilizables y en nuevos sistemas de distribución de productos; y aumentar la transparencia llevando a cabo evaluaciones e informando sobre la reducción en plásticos y la generación de residuos, y sometiéndose a auditorías».
Aquellos que buscan consumir menos plástico intentan evitar los alimentos que vengan envueltos en ellos o comprar objetos que lo contengan. En su lugar, optan por bolsas de tela, botellas de cristal, utensilios para la cocina fabricados en acero inoxidable o madera… o prefieren detergentes a granel para el día a día.
De vivir sin plástico saben mucho Patricia Gómez y Fernando Reina, que en el verano de 2015 tomaron esta decisión. Lo cuentan en su blog ‘Vivir sin plástico’, donde relatan su experiencia, proporcionan información útil y sugieren alternativas. Este año, además, han abierto un canal en YouTube.
A una escala mayor, en el municipio de San Pedro La Laguna (Guatemala), sus habitantes decidieron que había llegado el momento de prescindir de este material. Los resultados que están obteniendo son muy positivos y este vídeo recoge algunas de las impresiones de su población.
Una calculadora para mejorar tus hábitos
La idea es de Hanna Pamula, una estudiante de doctorado y se accede a ella a través de este link. Su propósito es que, a partir de las preguntas que formula, cada persona puede conocer cuál es su huella de plástico en base a sus hábitos y estilo de vida. Asimismo, sugiere algunas recomendaciones y consejos e insiste en las reglas de las 4R (rechazar, reducir, reutilizar y recicla’) para minimizar y gestionar los residuos.
Para concienciar aún más, Pamula recuerda que los científicos estiman que el plástico puede tardar más de 500 años en degradarse, pero que este proceso podría llegar a ralentizarse hasta los 1.000 años en el caso de las bolsas de plástico.
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