Todos queremos alargar la vida de nuestro smartphone, tablet u ordenador, por lo que siempre estamos atentos a las innovaciones que van cosechando éxitos sobre esta cuestión. Ahora, un equipo de investigadores de la Universidad RMIT de Meolbourne, Australia, ha mostrado por primera vez una batería de protones recargable y funcional que podría transformar cómo energizamos nuestros dispositivos electrónicos e incluso nuestros automóviles y nuestros hogares conectados. Esta batería recargable es respetuosa con el medio ambiente y tiene el potencial, si se perfecciona lo suficiente, para almacenar más energía que las baterías de iones de litio que utilizamos en la actualidad.
¿Qué aplicaciones consideran posibles para la batería de protones sus impulsores? Principalmente, prevén su uso para el almacenamiento doméstico de la electricidad procedente de paneles solares fotovoltaicos. Con algunas modificaciones y ampliándolas, esta baterías podrían utilizarse también para un almacenamiento a escala mediana en las redes de suministro de electricidad, así como para energizar vehículos eléctricos.
Por todo ello, este proyecto desarrollado por el equipo de John Andrews, de la Universidad RMIT es un paso crucial hacia baterías de protones sostenibles y baratas que puedan ayudar a satisfacer nuestras futuras necesidades energéticas sin dañar aún más nuestro ya frágil medio ambiente, tal como ha publicado NCYT.
la batería de protones utiliza un electrodo de carbono
El prototipo funcional de la batería de protones utiliza un electrodo de carbono emparejado con una célula de combustible reversible para producir electricidad. Son el electrodo de carbono y los protones (hidrógeno) del agua los que proporcionan a la batería de protones sus ventajas medioambientales, energéticas y económicas. Pues, energizar baterías con protones posee el potencial de tener un coste mucho más bajo que el de usar iones de litio y estos se obtienen a partir de recursos escasos. En cambio, el carbono es abundante en comparación tanto con las aleaciones metálicas para almacenamiento de hidrógeno como con el litio necesario para las baterías de iones de litio recargables.
Durante la carga, el carbono en el electrodo se enlaza a protones generados por la descomposición del agua con la ayuda de electrones procedentes del propio suministro eléctrico. Los protones son liberados de nuevo y pasan a través de la célula de combustible reversible para formar agua con el oxígeno del aire, generando energía. A diferencia de los combustibles fósiles, el carbono no arde ni produce emisiones contaminantes en el proceso.
Los experimentos llevados a cabo por el equipo de Andrews han demostrado que su pequeña batería de protones, con un área de superficie activa interior de solo 5,5 centímetros, ya es capaz de almacenar tanta energía por unidad de masa como las baterías de iones de litio disponibles comercialmente. Además, este hito se ha logrado antes de que los responsables del proyecto iniciaran los trabajos de mejora que optimizarán la batería.