El big data puede servir a empresas y grandes inversores para ganar más dinero, llegar a más clientes o identificar tendencias de mercado antes que nadie. Basta recordar a aquel peculiar analista de datos interpretado por Christian Bale en la película ‘La gran apuesta’. Hagamos memoria, estamos en los años previos a la Gran Recesión. El experto encarnado por Bale, un buen día, se dedica a mirar en detalle y cotejar el comportamiento de las hipotecas en los años previos a la crisis inmobiliaria en Estados Unidos, y, cómo no, se da cuenta de que es cuestión de tiempo que el sistema colapse.
Cruzando datos aquí y allá, ve antes que nadie que una legión de compradores de casas en Florida o en California simplemente no va a poder devolver la enorme cantidad de dinero que ha pedido al banco para adquirir sus sobrevaloradas viviendas. Por supuesto, tanto el personaje de Bale (en la ficción), como su referente en la vida real, se hicieron multimillonarios. Gracias al big data pudieron predecir el futuro, y eso es una lotería.
Pero el big data no sólo sirve para amasar una fortuna. También puede salvar vidas y servir para gestionar mejor los hospitales y el gasto sanitario en general. Un ejemplo muy básico bastará para entenderlo. Las búsquedas que millones de personas hacen en Internet (en Google, Wikipedia o en las redes sociales) en un momento dado sobre una dolencia pueden ayudar a detectar con antelación una pandemia. De esta forma, las autoridades pueden reaccionar y hacer acopio a tiempo de vacunas o establecer un cinturón de seguridad para evitar el contagio.
Un estudio de la Universidad de Valencia revelaba hace unos años que el análisis de los datos ofrecidos por plataformas como Wikipedia sobre casos de gripe apenas difieren de los oficiales. Y, además, conviene tener en cuenta que internet da su información “casi en tiempo real”, lo que es vital a la hora de abordar un problema sanitario de calado.
Así, hay quien sostiene que el big data podía haber evitado la alarma generalizada en torno a la pandemia de gripe A de 2009, la famosa gripe porcina. Hay que recordar que en aquella ocasión se cuestionó mucho la gestión de organismos como la OMS o los ministerios de sanidad de diversos países, supuestamente influidos por los intereses económicos de las grandes farmacéuticas.
El caso del Vioxx
Pero hay ejemplos contundentes de que el big data ya ha salvado vidas. Uno de ellos pasó a principios de este siglo XXI. Por aquellas fechas, Vioxx, un analgésico de última generación desarrollado por Merck, llegó a convertirse en un bestseller de los medicamentos, con ventas cada año cifradas en más de 2.500 millones de dólares.
Todo iba de maravilla para Merck con este antiinflamatorio hasta que Kaiser Permanente, un consorcio sanitario californiano, junto con la FDA, la agencia del Gobierno estadounidense encargada de velar por la seguridad de los medicamentos, recurrieron a técnicas de análisis de datos que revelaron una verdad inquietante.
Repasando la historia clínica de más de un millón de pacientes tratados con Vioxx, descubrieron que la probabilidad de sufrir un ataque al corazón se triplicaba en dichos pacientes. Como consecuencia, la historia de éxito de Vioxx llegó a su fin. Sin embargo, el big data impidió que muriera mucha gente por los riesgos cardiovasculares del medicamento.
El big data aplicado a la medicina puede predecir la evolución de pandemias y sacar del mercado medicamentos con efectos secundarios letales. También ha facilitado en los últimos años la secuenciación del ADN. Asimismo, puede ayudar a mejorar la gestión del sistema sanitario en general. Si el sistema de salud fuera capaz de guardar y procesar debidamente toda la información que genera (desde las notas manuscritas de los médicos y las impresiones de los pacientes a los historiales y los tratamientos), los profesionales serían capaces de afinar en los diagnósticos individuales y en las soluciones a problemas colectivos.
Los médicos y el big data a pequeña escala
En otras palabras, la tecnología podría elevar a gran escala lo que a título individual ya hacen cada día los médicos en su consulta. Y es que un facultativo realiza un diagnóstico y receta en función de sus observaciones, pero también de los episodios que se repiten entre su base de pacientes. Al fin y al cabo, una parte de su praxis profesional se asienta en una suerte de análisis estadístico rudimentario, de big data en pequeña escala.
Otra razón para pensar que el big data será clave en la medicina del futuro es la avalancha de dispositivos de todo tipo que hoy generan datos médicos, y que en el futuro multiplicarán de forma exponencial la información de salud disponible. Hablamos de los sensores y aparatos que desde casa o en el hospital informarán a los profesionales de la medicina, a través de apps en el smartphone, por ejemplo, de los cambios más mínimos en la evolución de la diabetes, la hipertensión o el colesterol. Es el Internet de las Cosas aplicado al mundo del cuidado de la salud.
En Nobbot | Esto es lo que necesitan y a esto se pueden dedicar los profesionales del ‘big data’