Si últimamente hay un juego que está en boca de todos, ese es Bloodborne (en exclusiva para PS4 y, por ahora, sin un futuro confirmado para otras plataformas como el PC), la aventura masoquista de From Software en la que aprender a lidiar con la muerte es el camino que nos llevará hasta la victoria.
Podríamos liarnos a hablar sobre todas sus bondades, sobre cómo te invita a disfrutar de uno de los retos más desafiantes que podemos encontrar hoy en día en el sector, pero queríamos centrarnos en otro tema igual de interesante: en cómo el heredero de la saga Dark Souls ha conseguido mantener la frescura en un panorama online en el que las sorpresas se cuentan con los dedos de una mano.
La ayuda del mensajero
Una de las principales características de la saga Souls y, por consiguiente, de este Bloodborne que hoy está en boca de todos, es su dificultad. Tras cada esquina, puede haber un enemigo o trampa capaz de destrozar tu barra de vida de un plumazo y, precisamente por eso, la ayuda entre usuarios acaba siendo más importante que en otros juegos.
Gracias a uno de los objetos del juego, podremos dejar notas para alertar sobre posibles peligros o secretos que nos encontremos en una zona o, como ya habréis imaginado, trollear al resto de jugadores engañándoles. Por suerte no es una práctica demasiado habitual, ya que las notas pueden ser votadas para remarcar su utilidad.
En esa curva me maté yo
Si las notas no son suficientes, la alternativa son los hologramas, escuetas visiones en las que puedes presenciar la muerte de un jugador para ver que ahí hay un problema más grande de lo que imaginas (o alguien con muy poca habilidad, que también cabe la posibilidad).
Lo malo, o lo bueno, si tenemos en cuenta que la dificultad es su mayor baza, es que ese vídeo impreso sobre el escenario sólo nos mostrará las acciones del cazador que ha caído en combate, por lo que no podremos ver contra qué peligro se estaba enfrentando y sólo intuir si lo ha matado un hombre lobo o ha sido aplastado por una bola de fuego incandescente.
Dos contra cincuenta
Además de esas ayudas pasivas, también podremos solicitar la colaboración de un compañero cazador para que nos eche un cable a la hora de avanzar por la gótica ciudad que sirve de escenario a Bloodborne. Con otro cazador a nuestro lado para luchar hombro con hombro frente a las bestias que pueblan el mapeado, los sustos y los lloros son menos, pero no desaparecen por completo.
De eso se encarga la siempre puñetera habilidad de los enemigos para liquidarnos de un plumazo y, por supuesto, un breve incremento en la dificultad para que el juego no pierda la gracia y mantenga ese reto constante en el que los nervios se intensifican y la presión de no saber en qué momento vas a morir siga patente.
El cazador cazado
Como ya habréis imaginado, si hay un compañero también puede haber un rival, y es que dependiendo de las campanas de invocación que usemos también tendremos la posibilidad de entrar en la partida de otro jugador para intentar acabar con él, o que un cazador desconocido haga lo propio con nosotros.
La enjundia es que tú nunca sabes dónde está ese otro jugador, ya seas tú el cazador o la presa, así que tendrás que buscarlo con ahínco y ser lo suficientemente hábil para enviarlo al otro barrio antes de que él haga lo propio contigo. ¿No querías tensión? Pues ahí va una tetería entera de tazas.