Es 1992. Internet está formada por 10 páginas web. Barcelona celebra sus Juegos Olímpicos. Pablo Escobar escapa de la cárcel que él mismo había mandado construir. El público se estremece con el último estreno de Curtis Hanson, ‘La mano que mece la cuna’. Y en la NASA alguien sueña con enviar un robot a Marte.
Cuando la agencia espacial estadounidense lanzó el Discovery Program ese mismo año, pocos creían que un lustro más tarde el Sojourner, como parte de la misión Pathfinder, se convertiría en el primer rover en recorrer la superficie de otro planeta. Funcionó con éxito durante 84 soles marcianos. Envió miles de imágenes y hasta hizo los primeros test químicos del suelo y las rocas del planeta rojo. Y abrió el camino para una larga lista de misiones exitosas a Marte.
Hoy, solo tres décadas más tarde, la NASA y la ESA, su homóloga europea, trabajan para traer un poco de ese suelo marciano de vuelta a la Tierra. Para ello, no solo hay que ir y volver con éxito a nuestro vecino (algo que hasta ahora no se ha logrado), sino que necesitamos una mano marciana capaz de recoger las muestras y ponerlas a buen recaudo.
Mars Sample Return: un poco de Marte en la Tierra
Tras el Sojourner llegaron Spirit y Opportunity en 2003, Curiosity en 2011 (un rover que sigue operativo a día de hoy), y Zhurong (el primer rover de la agencia espacial china) y Perseverance en 2021. Este último es el robot más avanzado que el ser humano ha puesto nunca sobre otro planeta. Entre sus muchos objetivos científicos, destaca uno a largo plazo: recoger muestras de roca y tierra marciana. Y es que el Perseverance es parte de una misión que se completará en la próxima década, la Mars Sample Return.
La ESA y la NASA llevan varios años trabajando en esta misión conjunta capaz de traer ejemplos de la geología marciana a la Tierra. Los tubos de muestras del Perseverance son solo el primer paso. Todavía tenemos que recoger esas muestras, colocarlas en un cohete capaz de despegar en Marte y entregarlas con éxito a una sonda con la capacidad de volar de vuelta a la Tierra.
Ahora, la parte de la recogida de muestras ha sido resuelta por los ingenieros de la ESA y empresas aeroespaciales de Italia, España, Francia y otros cinco países europeos. Lo harán mediante un brazo robótico de 2,5 metros de longitud, capaz de actuar con autonomía en la superficie marciana. A bordo de otro vehículo, recogerá las muestras y las colocará cuidadosamente en el cohete conocido como Mars Ascent Vehicle (todavía en desarrollo). Eso sí, todo esto no sucederá antes de finales de la década. La NASA y la ESA trabajan con el objetivo de poder empezar a analizar el suelo marciano en laboratorios terrestres en 2033.
Sample Transfer Arm: un brazo robótico en Marte
El brazo robótico que aterrizará en Marte en algún momento a partir de 2026 (como muy pronto) ha sido bautizado como Sample Transfer Arm. Es capaz de ‘ver’ y ‘sentir’ su entorno, así como de tomar bastantes decisiones autónomas. De esta manera, podrá identificar los tubos de muestras que Perseverance ha ido llenando de rocas y polvo. Por ahora, solo es un prototipo, pero la empresa italiana Leonardo ya trabaja en la fabricación del brazo robot y su integración en la misión.
Su arquitectura imita la de un brazo humano, con un hombro, un codo y una muñeca. Eso le permite llevar a cabo la amplia gama de movimientos necesaria para sacar los contenedores del Perseverance, manipularlos, colocarlos en un nuevo contenedor y asegurarse de que este está bien cerrado para su viaje espacial. Además del brazo en sí mismo, dos cámaras y un sinfín de sensores ayudan al ingenio robótico a ‘decidir’ qué hacer y coordinar los movimientos correspondientes.
“Manipular las valiosas muestras marcianas y prepararlas para su envío en un viaje extraordinario desde Marte a la Tierra representa una hazaña increíble”, señala David Parker, director de Exploración Humana y Robótica de la ESA. “El Sample Transfer Arm será la mano amiga que llevará la ciencia planetaria a un nuevo nivel”.
El desarrollo del brazo robótico está liderado por Leonardo. La empresa italiana encabeza un consorcio en el que también están AVS Added Value Solutions (España), ALTER Technology (Francia), COMOTI (Rumanía), el Instituto Tecnológico de Dinamarca (Dinamarca), EMTech Space (Grecia), GMV Aerospace & Defence SAU (España), GMV Innovating Solution (Rumanía), Maxon (Suiza), S.A.B. Aerospace s.r.o. (República Checa) y 3D PLUS (Francia).
Y todo esto, ¿por qué?
A finales del siglo pasado, el Sojourner ya llevó a cabo análisis químicos del suelo marciano. Desde entonces, todas las misiones han contado con pequeños laboratorios a bordo capaces de estudiar qué es lo que hay en Marte. Sin embargo, la capacidad analítica de los rovers es muy reducida si la comparamos con las pruebas que podrían hacerse en los laboratorios de la Tierra. Esa es la primera gran razón para traer las muestras a nuestro planeta. Pero no la única.
Aquí podremos comparar las muestras con otras ya existentes, que han llegado a la Tierra en forma de meteorito. Además, podremos poner a prueba la tecnología de despegue y regreso al planeta azul, algo fundamental si algún día una misión tripulada acaba viajando a Marte. Y, por encima de todo, en la Tierra podremos rebuscar en el polvo marciano cualquier pista que nos ayude a responder a la gran pregunta: ¿hay vida o ha habido vida en Marte?
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